Por sus obras los conoceréis

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Alberto Maldonado S.*

Guillermo Zuloaga es el dueño absoluto de Globovisión, una canal de señal abierta, venezolana que todos los días, a toda hora, cuestiona, denuncia, tergiversa, todo lo que venga de “su enemigo personal” el presidente Hugo Chávez Frías. Y lo casi chistoso es que este canal (más otros privados, más diarios, más estaciones radiales, más la SIP-CIA, más el Grupo de Diarios de América) denuncia con frecuencia que en Venezuela “no hay libertad de expresión”.

Pues bien, este señor, más su hijo (mayor de edad) han sido, primero, enjuiciados; y luego, acusados como autores de un delito que está tipificado en el Código Penal venezolano (les encontraron con más de una veintena de carros de lujo escondidos en su residencia; ver infomación aquí). Como tales, un juez de derecho ha ordenado su detención provisional (como en el Ecuador, “sin tanta vaina”, los jueces ordenan la detención de cuanto pobre diablo cae en sus redes…).

La información ha merecido un despliegue inusitado y privilegiado en nuestros medios masivos (prensa, radio y televisión) Todos “coinciden” en que esta es una nueva arbitrariedad del “dictador” (que es como le califican a Chávez a pesar de que ha ganado 10 de las 11 contiendas electorales) y un nuevo “atropello” a la libertad de expresión en ese país. El anterior y más notorio fue que el Presidente Chávez, en representación del Estado, no le ratificó  a RCTV (Radio Caracas Televisión) “su derecho” a que renueve la licencia de operación como canal de señal libre.

Pusieron el grito en el cielo y el mundo entero “denunció” tamaño desacato contra un medio sipiano que todos los días, a toda hora (como lo hace Globovisión) anatematizaba de Chávez y su Gobierno. Claro está que el presidente venezolano, en uso de su derecho, no le renovó tal permiso, aunque RCTV sigue operando, a sus anchas, sin problema alguno, pero a través de TVcable.

Siempre encuentran más de un pero

El presidente Rafael Correa (que también “goza” de las simpatías sipianas, en Ecuador) anuncia que se ha conseguido un préstamo de más de milseiscientos millones de dólares del Eximbank chino para el financiamiento, en un 85 % (el 15% restante le corresponde al país) del proyecto hidroeléctrico denominado Coca-Codo.Sinclair, que, de realizarse en cinco años, le ahorrará al país millones de dólares diarios que tiene que gastar y subsidiar en barriles de petróleo,  para mantener en funcionamiento centrales termoeléctricas que por ahora garantizan que no habrán apagones, como los recientes.

Sin duda, fue una noticia de primera página que los diarios y canales de televisión del sistema no pudieron ignorar. Pero, a día seguido, El Comercio (el periódico sipiano de mayor vigencia nacional) se encargó de tratar de desprestigiar, cuestionar, el proyecto. Dijo que el interés previsto por el préstamo (6.7% anual con cinco años de gracia) es “exagerado” cuando el Ecuador ha reconocido, tanto en préstamos internacionales anteriores como en la famosa negociación de los bonos de la deuda externa, intereses superiores. Y a día seguido, “descubrió” que un estudio anterior de la empresa consultora (que también es china) recomendaba que el proyecto debe bajar de 1.500 megavatios a 1.200

Una cosa es criticar de buena fe un proyecto, un logro, una expresión; y otra, muy distinta, es el encontrar (o tratar de encontrar) peros a todo. Dijo una periodista cubana que no es lo mismo “equivocarse que mentir” .Y la política sipiana, desde hace rato, frente a gobiernos progresistas o que luchan por cambios substanciales, no reparan en aplicar la receta que ha sido instruida desde Miami por la SIP: blanquear, minimizar, ignorar, exagerar, mentir, contra el “enemigo común” entendido este como todo aquel “populista” que se permite insinuar siquiera cambios, cobrarles impuestos, no creer en las bondades de la globalización o la política social del mercado o que pretenda reconocer a la propiedad privada pero con función social.

Sigue la campaña contra Cuba

A la fecha (junio13/2010) la prensa sipiana  despliega  la información de que el señor Ariel Sigler Amaya, un “preso político” cubano, ha sido puesto en libertad “en silla de ruedas” gracias a la gestión humanitaria de la iglesia católica cubana. Anuncian también que seis “presos de conciencia” han sido ya reubicados en cárceles cercanas a sus familias y que se espera que otros tengan la misma suerte o que sean liberados. La importantísima información sipiana solo identifica al liberado por su nombre y agrega que fue sentenciado a 20 años de cárcel y que fue detenido en el 2003.

Presumo que don Ariel Sigler está destinado por el “periodismo libre y democrático” del continente a otra suerte de beatificación, igual o superior a la que ocurrió con don Orlando Zapata, el preso común que murió a consecuencia de una pulmonía que le dio de tanto declararse en huelga de hambre.

La diferencia entre los dos “mártires” está en que mientras don Orlando fue un preso común que se declaró (o que le declararon) disidente cuando iba a morir; don Ariel formó parte del grupo de los 75 “presos políticos” que fueron sorprendidos con las manos en la masa (literalmente hablando) cobrando mesadas en la oficina de intereses de los Estados Unidos, para crear al interior de la isla un “frente de reivindicación democrática” al servicio del enemigo.

Don Ariel, además, es parapléjico a consecuencia de un episodio cerebro vascular; pero, la información quiere “demostrar” que su problema es a consecuencia de la “arbitraria” prisión que ha sufrido.

La información sipiana ofrece además textos y unas declaraciones que ofrece “espontáneamente” doña Laura Pollan una de las piadosas “damas de blanco” que, en impecable traje de ese color, suelen ser presentadas y reprisadas por prensa escrita y televisión, como una demostración de que en Cuba “crece la protesta popular” De ser verdad aquello, ¿en qué queda la acusación desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos y toda la prensa continental sipiana de que en Cuba no se respetan los derechos humanos y no hay libertad de expresión?

Lo que hay que preguntarles, tanto a la señora Clinton como a la prensa sipiana, es por qué no dice algo la inefable señora respecto de los cinco cubanos que están sometidos a crueles sentencias de cárcel por el delito de haber “espiado” a  los cavernícolas terroristas de Miami (esos si terroristas de verdad) sobre sus planes agresivos contra Cuba  y haber alertado que tales hechos iban a darse.

Y por qué la prensa sipiana ha dicho muy poco o nada respecto de las madres de Soacha, un suburbio de Bogotá, de donde fueron llevados al matadero (literalmente hablando) 15 jóvenes desempleados a quienes elementos del ejército colombiano les llevaron a un descampado, les fusilaron sin más, les vistieron de guerrilleros y cobraron canonjías y prebendas por haber ocasionado “en combate” bajas a los terroristas de las FARC.

Esas mujeres, que han denunciando el terrible crimen de los “falsos positivos” no han merecido ni siquiera una fotito, peor un video, de la prensa internacional sipiana. Los medios sipianos ignoran su existencia y su protesta.

Como se denunció en Caracas, en marzo del 2008, y como lo han venido haciendo no pocos intelectuales, periodistas honestos, investigadores, de lo que se trata es de una agresión mediática mundial que no repara en formas y maneras de oponerse, de neutralizar, cualquier intención de cambio. Es que en ello se les va la vida ya que si el neoliberalismo salvaje decae o pierde fuerza, sufren con él, la sociedad de la libre empresa (que les permite monopolizar, entre otros “productos” los mensajes mediáticos) y con ella, la sociedad de consumo, que se ha impuesto en todos nuestros países y que genera miles de millones de dólares al año, en publicidad y propaganda.

Los medios sipianos no han podido resolver (ni lo podrán) esa dependencia; una dependencia que les obliga a ser cada día “más populares” ya que de ello depende el volumen de publicidad comercial a ser contratada. Para no ir muy lejos, los medios impresos, por ejemplo, están a la baja en el mundo entero, no porque les persigan o les censuren los “malos gobiernos” sino porque no pueden competir con la televisión, que se lleva el 85 por ciento del valor publicitario.

Pero esos medios impresos luchan por sobrevivir en una feria que no conoce fronteras ni límites, que no sabe nada de ética y sobrevivencia. Y por ello, han adoptado una escuela que combina la información basura con la información sin ética.

Y ellos son los que proclaman: ¡No a ninguna ley de comunicación!

* Periodista.

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