Rafael Correa: «Pedí una pistola para defenderme»

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Ignacio Ramonet*

El 30 de septiembre pasado, el principal regimento de policía de Quito se sublevó contra el Presidente Rafael Correa que está llevando a cabo audaces reformas progresistas en Ecuador. El intento de golpe de Estado causó 8 muertos y 275 heridos, pero abortó. ¿Qué lecciones políticas ha sacado el Presidente de esa tentativa de derrocamiento?

Para hablar de ello, de la Revolución Ciudadana, de la evolución de América Latina y de diferentes frentes de política internacional, Rafael Correa nos recibe en el salon protocolar del Palacio Carondelet, en Quito.

-La tentativa de magnicidio del 30 de septiembre, usted la ha calificado de Golpe de Estado . Algunas personas dicen que no lo fue. ¿Por qué considera usted que fue un golpe y no un simple motín policiaco?

-Mi querido Ignacio, resulta que no sólo yo, sino lo propios países de Iberoamérica han declarado, en la última cumbre de Mar del Plata, su rechazo al "golpe de Estado del 30 de septiembre en Ecuador" porque de eso no hay ninguna duda. Sólo un ciego podría negarlo.

Quien lo duda es esa prensa corrupta que no busca la verdad; busca hacerle daño al Gobierno. Si nosotros decimos blanco, ellos tienen que decir negro, sólo para desgastar al Gobierno. Pero en todo caso, en base simplemente a la sociología política latinoamericana, dada la historia de América Latina, un motín de una fuerza armada ya se considera Golpe de Estado.

Los policías fueron claramente utilizados ese día, en base a la desinformación sobre una Ley que era beneficiosa para ellos, como ahora lo reconocen ampliamente. En aquel momento, hablábamos con las delegaciones que nos enviaban, y nos decían: ‘No hemos leído la Ley’. Se les explicaba y salían muy contentos.

Pero detrás, había toda una conspiración para desestabilizar al Gobierno. De hecho, en el mismo Regimiento [de policía] Quito [que se amotinó], los reclamos no eran para un alza salarial, sino por el rechazo a que estábamos investigando atentados a los derechos humanos, y que estábamos pasando las competencias del transporte a los municipios. ‘Mueran los comunistas’, ‘Afuera Cuba y Venezuela’, ‘Viva Lucio Gutiérrez ’, nos gritaron. Había toda una planificación para que se sumaran las Fuerzas Armadas, que finalmente no lo hicieron; para que salieran los ciudadanos a las calles, y no los lograron sacar. Trataron de sacar a los estudiantes a las calles, apenas dos o tres colegios en Guayaquil lo hicieron, nada más. Organizaron saqueos…

¿Puede usted entender que a las ocho de la mañana se declare en paro la Policía, y a las nueve ya haya saqueos masivos en Guayaquil…? Todo eso fue inducido, claramente. Trataron de tomar canales de televisión, tomaron el aeropuerto. Luego, pese a la violencia de los hechos, enseguida pidieron amnistía para todos los insubordinados. La oposición, reunida en un hotel de Quito, celebrando ya la caída del Gobierno… Cuando yo estaba capturado…

Y las informaciones de inteligencia posteriores me indican que eso fue planificado con tres semanas de anticipación. Lo que alteró todo el programa fue que me presenté en el Regimiento Quito y fui capturado. Pero la idea era sembrar el caos, durante dos o tres días, hasta que el Gobierno cayese. No nos queda la menor duda de que fue un intento de Golpe de Estado, de conspiración, de desestabilización.

-¿Piensa usted que fue imprudente yendo allí, al Regimiento? ¿Creyó usted que podía convencerlos únicamente hablando con ellos?
– Por supuesto, nunca nos imaginamos que había ese nivel de beligerancia. Esa no es la forma de actuar… Yo he ido muchas veces a cuarteles policiales, militares, concentraciones de campesinos, indígenas, donde ha habido lugares de conflicto, transparentemente, en esa democracia directa que nosotros practicamos.

El Presidente de la República explicando, consensuando, informando. Jamás nos imaginamos una celada política. Algunos han afirmado que el Presidente, usted lo acaba de decir, fue ’imprudente’. ¡Imagínese! El Primer Mandatario, jefe máximo de la Policía, va a un cuartel de la Policía… ¿Es eso ser imprudente? Por favor…

Debemos superar esas cosas en América Latina. Otros dijeron que me fui a meter en la boca del lobo. ¿Qué boca del lobo? Fui a hablar con policías que se declararon en paro – de acuerdo a las informaciones que teníamos, y ahí sí nos falló el servicio de inteligencia – por no entender una Ley que era beneficiosa para ellos. Y, como he hecho en muchas ocasiones, fui personalmente a conversar, consensuar, explicar. Pero cuando llegamos, nos dimos enseguida cuenta de que se trataba de una trampa política, le insisto. Nos recibieron con una violencia extrema. Al principio nos echaron una bomba lacrimógena, no pudimos entrar. Pero yo me dije: ’es algún desadaptado’.

Nos ha pasado otras veces, puede haber cinco mil personas a favor, y cinco desadaptados lanzan una bomba lacrimógena; no por eso vamos a perjudicar a los cinco mil. Volvimos, y ahí sí nos dejaron ingresar. Entonces ya habían recibido instrucciones de que ‘el Presidente ya estaba aquí, ¡atrápenlo!’ Bloquearon la caravana, entramos, y nos dimos cuenta de que se trataba de algo diferente. Insisto, gritaban: ‘mueran los comunistas’, ‘fuera Cuba’, ‘fuera Venezuela’, ‘Viva Lucio Gutiérrez’… Enseguida nos percatamos de que se trataba de una celada política.

-¿ Su vida corrió peligro en ese momento?
-En ese momento tal vez no tanto; después, en el hospital policial, por supuesto. En un momento dado trataron de ingresar al tercer pido. Nos habíamos, si usted quiere, refugiado; no sé la palabra exacta, estábamos allí, en el último reducto que pudimos encontrar, porque cuando a mí me llevan de emergencia [después de haber sido herido] al hospital policial, enseguida cercan el hospital para evitar que salgamos…

Entonces [mi escolta] me lleva al tercer piso, que era el lugar más seguro, y se cierra la puerta. Yo tenía todavía una reducida seguridad, cuatro o cinco personas que estaban dispuestas a dar la vida por el Presidente. En un momento determinado, [los golpistas] tratan de ingresar al tercer piso para tumbar la puerta, a tal punto que yo pido una pistola también para defenderme… Aunque yo no sé disparar, pero tampoco iba a permitir que me asesinasen tan fácilmente esos sanguinarios.

Rodríguez Zapatero, querido amigo, un gobierno al que estimamos mucho, ha habido toda la cooperación. Por supuesto, con decenas de millones de habitantes jamás se puede controlar que venga un desadaptado xenófobo y agreda a un extranjero sea éste un latinoamericano, marroquí, etc. Pero creo que esto no viene de una política institucionalizada, ni tolerada por parte del gobierno español.

Sobre la crisis, es algo complejo, el gobierno español la está pasando muy duro, injustamente duro, merece más suerte. No quiero inmiscuirme en asuntos internos, pero lo he hablado con el Presidente Zapatero. Le hemos propuesto, en la última cumbre en Madrid, la Cumbre América Latina – Europa, que hay que cambiar la lógica en el manejo de la crisis, en cosas muy particulares como, por ejemplo, a mi me parece increíble el abuso en los préstamos hipotecarios en España. Los principios legales de esos préstamos, el sometimiento total de las personas a los intereses del capital. Cuando el riesgo debería ser del capital, la base legal de riesgo se la pasa a las personas.

¿A qué me refiero? Imaginemos que a usted le prestan 300 mil euros para una casa, y cotizan la casa en 300 mil euros. Pero resulta que vino la crisis y usted no puede pagar su crédito. ¿Cuál es el respaldo del crédito hipotecario? La casa. Si usted entrega la casa, debería extinguirse el crédito. Pues no, lo que dicen es: ’la casa ahora, a causa de la crisis, sólo vale 100 mil, y usted me queda debiendo 200 mil euros’. Esto es una barbaridad. El riesgo cae sobre la persona, no sobre el capital. Es torpe, van a caer en el peor de los mundos. La banca, con casas vacías sin poder recuperar los créditos, y los emigrantes y las familias en general residiendo en España, sin casas… El peor de los mundos.

Hay que buscar una solución al problema. El capital financiero quiere salir de esta crisis, que él mismo produce, sin ningún costo. Quiere que el costo caiga sobre el resto. Esa no es una solución obvia. La buena solución es: ’señores, mientras tanto sigan viviendo y páguenme lo que puedan como arriendo. Si después de dos o tres años…’

Por supuesto, eso significa que pierde también el banco, pero por lo menos recibe algo; y la gente no se queda en la calle. Si después de dos o tres años no han superado la crisis, bueno, esto fue como un alquiler y recuperamos la casa… Pero si después de dos o tres años, salimos de la crisis, bueno, usted puede seguir pagando los créditos y amputamos los créditos de dos o tres años de arriendo. O sea, hay soluciones más lógicas y menos dogmáticas, pero ahí viene la soberbia y la miopía del capital financiero que quiere salir de una crisis, que él mismo produjo, sin ningún costo para ellos. Las principales víctimas son los emigrantes, y muchos ecuatorianos con problemas están perdiendo sus casas.

-¿Están regresando al Ecuador?

– Algunos de ellos sí, y les estamos dando todas las facilidades para hacerlo.

– El G20 pretende gobernar el mundo ¿le parece a usted normal?
-No normal no. Pero no nos engañemos, a nivel internacional se necesitan también procesos similares a los que están viviendo nuestras naciones en el interior: cambios en la relación de poder. No nos engañemos.

El problema del medio ambiente, que en los países pobres – sobre todo la cuenca amazónica – somos generadores del medio ambiente y tienen que compensarnos por eso, pero no nos van a hacer caso mientras las relaciones de poder sigan como están… Pero imagínese usted si lo generadores de medio ambiente fueran EE.UU o Europa, y los consumidores de medio ambiente fuéramos nosotros, hace rato que, en nombre de la seguridad jurídica, de doctrinas cosmopolitas, por la razón o por la fuerza, con invasiones o como sea ya hubieran obligado a pagar o a compensar.

Lamentablemente, a nivel internacional, también se requiere, si queremos un mundo más justo, un cambio en las relaciones de poder. Incluso para que funcione la globalización con sus terribles contradicciones, mayor movilidad de capitales y mercancías, pero criminalización de la movilidad humana. ¿Quién entiende eso?

Crear un mercado mundial en una sociedad mundial pero sin gobernanza… ¿Quién gobierna al mercado mundial? Entonces somos víctimas de ese mercado mundial y la crisis es por eso, por la falta de gobernanza del mercado mundial. Ellos, el G20, no quieren, porque también han sido dominados por el capital financiero, ponerle el cascabel al gato. A nivel mundial, revise usted todas las políticas aplicadas en América Latina en la última década: todas son en función del gran capital y sobre todo del capital financiero. Algunas veces eran beneficiosas para nuestros países y otras no, pero siempre el denominador común: beneficiosa para el gran capital y para el capital financiero.

Mientras no cambie esa lógica, mientras la sociedad humana no vuelva a dominar al mercado, estas crisis serán recurrentes y seremos víctimas del mercado. Se requiere un cambio en las relaciones de poder a nivel global porque al G20, que está dominado por ese capital financiero al interior de sus países, no le interesa esto, ni siquiera lo discute y una de las estrategias para ese cambio en las relaciones de poder a nivel mundial, es la integración.

Una América Latina integrada, con toda la potencialidad que tenemos en recursos naturales, PIB, población, etc., podría tener mucha más presencia y ser un factor determinante para el cambio, a nivel internacional, en las relaciones de poder.

* Entrevista realizada en Quito, Ecuador, el martes 7 de diciembre de 2010 por el director de Le Monde diplomatique

 

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