Temas de una »cumbre» – MIGRACIONES Y DESARROLLO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Si bien es cierto que los resultados de estas reuniones hasta ahora son pobres ante los problemas que viven las naciones latinoamericanas, nadie puede negar que han servido, por lo menos, para que los mandatarios se reúnan –junto con España y Portugal, y ahora Andorra-–, expresen sus criterios en torno a las dificultades más importantes y emitan declaraciones y resoluciones que descubren los graves problemas que afectan la actual coyuntura mundial.

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Eso es lo que ha ocurrido en la presente Cumbre de Montevideo, Uruguay, con la firma de una declaración final –Compromiso de Montevideo– que va más allá de lo esperado por la claridad de sus planteamientos con respecto a la necesidad del multilateralismo en las relaciones internacionales, a la integración y al desarrollo, a que la migración no puede ser considerada un delito, como pretende la reciente ley antimigratoria aprobada por la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

También con la aprobación de varias declaraciones especiales, entre las que se destacan un llamado a la lucha contra el terrorismo en todas sus manifestaciones, una condena al muro que construye el gobierno de W. Bush en la frontera con México, el apoyo a la extradición del terrorista Luis Posada Carriles a Venezuela, y el cese del bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, así como la eliminación de las nuevas medidas tomadas por la Casa Blanca, a pocos días de que tenga lugar la votación de ese tema en la Asamblea General de Naciones Unidas que, el pasado año obtuvo el apoyo de 182 estados.

Pero las «Cumbres Iberoamericanas» sirven, además, para “enterarse” de datos y hechos que, de lo contrario, pasarían inadvertidos. El secretario general saliente de la ONU, Kofi Annan, por ejemplo, dijo en su discurso inaugural que “la inequidad y la pobreza son desafíos persistentes en América Latina”, región que muestra “el mayor grado de desigualdad en la distribución del ingreso”. Al referirse al tema principal de la cumbre –Migración y Desarrollo–, señaló que sólo en el 2005, América Latina y el Caribe generaron el 13% de los emigrantes del mundo, con 26 millones de personas. Cabría preguntarse cuántos millones de seres humanos han salido de América Latina y el Caribe, en los últimos 20 años, hacia otras latitudes en busca de una vida mejor.

Tal vez por eso, el titular de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), el ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, expresó en la apertura de la Cumbre que emigrar “es un componente esencial en el espacio iberoamericano” y que “migrar forma parte del proyecto de vida de las personas que desean progresar”. Su mensaje no puede ser más pesimista: para progresar hay que emigrar de América Latina y el Caribe hacia el mundo desarrollado. Si no, hay que conformarse con lo que nos depara el destino en un país subdesarrollado, en adelante con un muro en la frontera de Estados Unidos con México que, desde luego, no resuelve los problemas que generan la emigración ilegal ni la va a detener del todo.

No por gusto tres presidentes –incluido el de México, Vicente Fox–, un vicepresidente, un canciller y hasta el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, alzaron su voz contra la idea de instalar una doble valla, con sofisticados equipos de detección, aprobada recientemente por el presidente norteamericano George W. Bush. Y es que ese intento de impedir la llegada de ilegales a Estados Unidos, procedentes de América Latina, y también de otras latitudes, volverá más peligrosa la aventura, pero no por eso cesará.

Kofi Annan lo dijo: “América Latina es la región del mundo donde existe el mayor grado de desigualdad en términos de distribución del ingreso”. Traducido al lenguaje común significa que es la parte del mundo en la que las diferencias entre los niveles de vida de ricos y pobres es mayor. O sea, es la más injusta como resultado de la aplicación del modelo neoliberal y la explotación de las transnacionales y las burguesías locales. Mientras esa situación se mantenga, la emigración será un fenómeno irreversible. En una región donde, como promedio, entre el 60 y el 70% de los habitantes de cada país viven en la pobreza y alrededor de un 35% en la miseria, es imposible detener el éxodo de seres humanos en busca de otras oportunidades, como claramente señalara el presidente boliviano Evo Morales.

Cambiar la situación que genera la migración de decenas de millones de personas es posible y sería mucho más humano que construir muros. Pero eso no parece estar en el pensamiento imperial de la actual administración estadounidense ni de la elite de poder mundial. El mundo podría transformarse, por ejemplo, si se dejaran de utilizar más de un billón (un millón de millones) de dólares anuales en armamentos que solo sirven para matar otros seres. De esa enorme cantidad de dinero, solo Estados Unidos consume el 48%. Pero, también, si proliferaran gobiernos como los de Venezuela y Bolivia, cuyos mandatarios buscan una distribución más equitativa de la riqueza, sin provocar grandes perjuicios a los que detentan la riqueza nacional, ni siquiera a las transnacionales. Cosa que, vista a mediano o largo plazo, conviene a los propios intereses de Estados Unidos y a la elite de poder mundial.

En su discurso ante la cumbre, el vicepresidente cubano Carlos Lage señaló: “Emigrar es un derecho que debe ser respetado. Tener que emigrar, que abandonar la patria y la familia para garantizarles la alimentación, la salud y la educación a los hijos, es injusto y cruel”. Y agregó a continuación: “Remesar dinero a las familias es un noble empeño que debe ser facilitado. Que una nación tenga que vivir de las remesas, es una humillación”. Tiene razón. Lo único que eso se ha convertido en algo tan usual en América Latina que resulta natural. El principal ingreso de Honduras, El Salvador y Nicaragua, son las remesas que envían los emigrantes a sus familiares. Fue, en los momentos del período especial, el primer ingreso de Cuba. Es el segundo de México, una nación petrolera.

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En otra parte de su discurso, el vicepresidente cubano se refirió a la selectividad de la emigración por parte de los países desarrollados. “Los médicos, informáticos, maestros, enfermeras y otros profesionales y técnicos, son estimulados a emigrar con todas las facilidades… Alrededor de 240 mil profesionales universitarios latinoamericanos emigraron el pasado año. Formarlos costó no menos de cinco mil millones de dólares. Debieran indemnizarnos y propongo que hagamos esa demanda”. Es evidente que este robo de cerebros afecta el desarrollo de América Latina desde hace muchos años.

“El libre intercambio –agregó Lage– de mercancías que se quiere imponer y el libre flujo de capitales que se exige son una trampa si no están acompañados del libre tránsito de personas”. Espero que el presidente mexicano, Vicente Fox, no se haya sentido aludido. Porque, en pago a sus servicios al gobierno norteamericano, le están construyendo un muro. Peores cosas veredes, Sancho.

Al hablar del tema migratorio en relación con Cuba, Lage señaló que en este como en otros asuntos se “expresa la hipocresía y la doble moral del mundo en que vivimos”. Y añadió: “Un latinoamericano que va a vivir a los Estados Unidos es un emigrante. Si es cubano se dice entonces que es un exiliado político que huye del régimen comunista”. Cuba, sobra decirlo, no está exenta de pobreza aunque sus ciudadanos estén protegidos por un sistema de salud, educación y seguridad social que no tiene comparación con ninguno de la región. Por otra parte, Cuba es el único país que sufre desde hace 47 años un sistemático bloqueo por parte de la principal potencia mundial. Pero, además, los cubanos tienen el “privilegio” de la llamada Ley de Ajuste Cubano, que les permite llegar ilegalmente a Estados Unidos y ser recibidos en la mayoría de los casos. Miles de cubanos han muerto en las aguas del Golfo de México, como consecuencia de esta ley.

Volviendo a la cumbre, me parece obvio que la mayoría de los acuerdos que se tomaron no pasarán del papel, pues resulta imposible cambiar la actual correlación de fuerzas a nivel mundial. Y, para ser exactos, hay muchos gobernantes latinoamericanos que son absolutamente partidarios del neoliberalismo, aunque se den cuenta de que sus países se encaminan al caos. La XVII Cumbre Iberoamericana se celebrará en Chile en el 2007, a propuesta de la presidente Michelle Bachelet. Estará dedicada a la cohesión social. ¿No les resulta familiar el tema? ¿No lo han oído en cumbres anteriores, cuando los jefes de Estado y gobierno discutieron sobre gobernabilidad, democratización y desarrollo?

Los asuntos se repiten con diferentes nombres, porque los problemas que los causan siguen sin resolverse. A pesar de todo, las cumbres iberoamericanas no mueren. Esa es una señal importante de que los gobernantes –cada uno a su modo– se dan cuenta de la gravedad de la situación y buscan soluciones, dentro de sus posibilidades, en la región más injusta del mundo.

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* Publicado originalmente en Progreso semanal (www.progresosemanal.com).

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