Venezuela contra la economía de la especulación y la histeria compradora

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Néstor Francia.*

Durante el primer día de ejecución del Plan Nacional de Fiscalización, funcionarios del Indepabis sancionaron 70 comercios por especulación. Entre los establecimientos clausurados se encuentran ventas de repuestos para vehículos, tiendas de electrodomésticos, expendios de alimentos y un par de peces gordos, como los supermercados Cada del estado Anzoátegui, además de las sucursales del hipermercado Éxito en Caracas y Zulia. Eso está bien, y puede actuar inclusive como un disuasivo.

Lo primero es entender que esta labor de vigilancia no puede detenerse por ahora. Probablemente los especuladores se replegarán, pero estarán listos para volver por sus fueros si se baja la guardia.

Por otro lado, hay que entender  que el fenómeno de la especulación responde a taras estructurales del sistema de comercio capitalista. No podemos desterrar abruptamente el comercio capitalista por decreto, nadie ha podido hacerlo. Ni en Cuba, ni en China, ni en los países del mal llamado “socialismo real” del siglo XX. Pero sí se le puede controlar, por ejemplo con leyes más severas, que castiguen duramente el acaparamiento, la especulación y todas las manifestaciones delictivas del comercio donde solo impere el afán de lucro.

Que un comerciante tenga que pensarlo dos veces antes de ponerse a robar a los consumidores. Que ese tipo de delitos contemplen penas que pudieran significar la cárcel o la ruina para los especuladores y los acaparadores. Frente a estas manifestaciones de los acendrados vicios capitalistas no se puede ser débil. Si un pobre puede terminar enterrado en una cárcel por sus delitos ¿por qué no va a pasarles los mismos a estos mercaderes? Ya que según y que somos cristianos, no olvidemos que Jesús echó a patadas del templo a los mercaderes.

La directora de Fiscalización del Indepabis, Valentina Querales (izq.), hizo un llamado a la ciudadanía a que “tengan cordura y no realicen compras nerviosas, pues el Estado garantizará, a través de su intervención en el comercio, productos a precios justos”.

No es fácil que ese llamado sea escuchado. Hay un sector de la clase media que es refractario a todo razonamiento, que actúa por instinto. No se le puede pedir “peras al olmo”. Ayer veíamos por Globovisión una señora, típica “momia” de la clase media antichavista, entrevistada en un escenario de compras nerviosas. Dijo estar dominada por la rabia y añadió que “menos mal que esto se acaba el 26 de septiembre”.

Otros no son tan radicales, pero piensan con el bolsillo, pues carecen de toda conciencia colectiva. Claro, esta gente es, sin proponérselo, cómplice de los especuladores, gracias al materialismo, el pragmatismo, el consumismo, todo estas taras inyectadas por la cultura capitalista que nos bombardea desde todos los flancos.

La camarada Querales está en la obligación de decir lo que dijo, pero no nos hagamos muchas ilusiones, pasará mucho tiempo para que la mayoría de la gente privilegie el ser sobre el tener.

Por su parte, el ministro de Comercio, Eduardo Samán, dijo que este año se prevé colocar en el mercado 60.000 vehículos (en convenio con China e Irán) calculado el dólar a 2,60 bolívares fuertes, lo que empujaría los precios a la baja. Lo mismo expresó en referencia a línea blanca, neveras, lavadoras, cocinas, televisores.

Insistió el Ministro Samán que la experiencia del 2009 sirvió como referencia para vencer la especulación en algunos sectores: “trajimos juguetes y los pudimos vender a un precio estable en el mercado, también tuvimos la feria escolar, para que el precio que nosotros pongamos empuje hacia abajo el mercado”.

Pero aquí volvemos al tema de los prejuicios sembrados en la población. Para muchos, los productos solo son buenos si provienen de Estados Unidos, Europa o Japón. Otros se preocupan por experiencias como las de los carros rusos Lada, que después no tenían repuestos.

No va a cambiar la gente de un día para otro, así que, repitamos, no nos hagamos muchas ilusiones con las reacciones de la clase media, aunque está bien que no nos olvidemos de ella. Pero hay que seguir confiando sobre todo en los más pobres y trabajar sobre todo para su beneficio. De allí la virtud de medidas como el cambio dual, que privilegia ventajas para alimentación, salud, educación, o como la creación del Fondo Bicentenario.

Las clases sociales no son iguales ni hay comunidad de intereses entre ellas, por eso es que luchan entre sí.

Entretanto, siguen los “expertos” de la oposición multiplicando argumentos. Según el presidente de la Academia de Ciencias Económicas, Pedro Palma, la devaluación era impostergable, ya que el tipo de de cambio a 2,15 bolívares fuertes, establecido desde hace 5 años, ya no tenía sentido. Sin embargo, considera Palma que no debió hacerse de “forma violenta”, sino de forma paulatina, en línea con el diferencial inflacionario

¿Cuál forma violenta? Es una devaluación más bien moderada, ya que en los rubros más importantes para la mayoría del pueblo, se hizo en un porcentaje bastante bajo. No se puede decir lo mismo de la otra franja más alta, que afectará más a la clase media, pero había que establecer prioridades, como es lógico. Y para que no dejara de vérsele las costuras, Palma recomendó al gobierno crear algún tipo de subsidio para la empresa privada, aunque duda que eso se acepte, pues según él, el gobierno se ha caracterizado por atacar al sector privado a través de las medidas de confiscación, intervención y amenazas. Es cosa del punto de vista desde el cual se considere a la sociedad. Esto es y será así, ni modo.

El chileno en el Departamento de Estado

En otro orden de ideas, habrá que sacarle punta a una significativa declaración del secretario de Estado adjunto de Estados Unidos para América Latina, Arturo Valenzuela, durante una rueda de prensa ofrecida en la embajada norteamericana en Chile: “Hay que tener cuidado de que, de repente, pueda surgir un incidente” entre Colombia y Venezuela. Valenzuela admitió que la administración de Barack Obama “monitorea con gran atención” la “compleja y difícil situación” por la que atraviesan las relaciones entre Bogotá y Caracas.

Esto es la misma posición que ha expresado la administración de Obama con respecto a Honduras y al tema de las bases militares: sustraerse de sus responsabilidades aduciendo que hay “dos partes” en el conflicto, no siendo Estados Unidos, por supuesto, una de ellas.

Al mismo tiempo, se prepara un escenario donde una posible intervención gringa solo sea para ayudar a poner orden entre las “partes”. Es la formalmente “nueva” diplomacia imperial para el mundo entero, y señaladamente para América Latina.

* Analista de asuntos políticos.

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