Sexualidad / ¿Quién hace de mujer?

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En otra parte explicábamos por qué no existe la “elección” u “opción” sexual.[1] Se trata de uno de los tantos mitos sobre la sexualidad de los que nos ocuparemos cada tanto Hoy queremos hablar de otros que tienen que ver con una misma confusión: algunas personas no entienden que a los gays nos gustan los hombres y a las lesbianas, las mujeres.| BRUNO BIMBI.*

 

Parece obvio. Sin embargo, ya escuché muchas veces esta pregunta, referida a una pareja gay: ”¿Quién hace de hombre y quién de mujer?”. Yo a veces respondo, lo más serio que me sale: “¿Y con tu novia cómo hacen? ¿Ella hace de hombre o vos de mujer?”.
¿Eh?

 

Es que, razonando con la misma lógica, yo debería suponer —porque a mí me gustan los hombres— que la única explicación para que otro hombre esté en pareja con una mujer es que ella haga de hombre. Si no, ¿cómo es posible?
Pero no es así, porque hay otros hombres a los que les gustan las mujeres.

 

Sí, aunque usted no lo crea. Y haciendo de mujeres, sea lo que sea que eso signifique para cada uno.

 

Preguntarse quién hace de mujer en una pareja gay es querer interpretarla partiendo de la imposibilidad del deseo homoerótico, como si, para que a un hombre le guste otro hombre, uno de los dos deba ser, de algún modo, femenino. Lo mismo vale para quienes piensen que, en una pareja de lesbianas, una de las dos “hace de hombre”.

 

Más: un repaso rápido por páginas de levante gay sorprendería a más de uno: están llenas de avisos que ponen el acento, a veces bastante estereotipado y machista, en la masculinidad. “Macho busca macho”.

 

En una pareja gay, los dos “hacen de hombre”, sea lo que sea que eso signifique para cada uno; “masculino” y “femenino” son dos categorías del lenguaje, como “hétero”, “homo” y “bi”, con las que tratamos de encasillar un universo mucho más complejo, lleno de grises y, sobre todo, de colores. Pero dejemos esa parte de la historia para otro día.

 

Lo que queremos dejar en claro hoy es que, en una relación entre dos hombres, no hay uno que “hace de mujer”, salvo que se trate de un juego o fantasía sexual, que también puede darse en una cama hétero, ¡vamos!

 

Y ya que hablamos de la cama, aclaremos que todo lo anterior no tiene nada que ver con ser “activo” o “pasivo”. Creer que el que penetra es más hombre que el que es penetrado es, nuevamente, querer entender una relación homosexual como si fuera heterosexual, es decir, con un solo pene — y sin imaginación—. Los roles en la cama no tienen nada que ver con la identidad de género ni le hacen ganar o perder masculinidad a nadie. Un amigo mío dice, a veces: “Yo no soy puto. Yo me cojo a los putos”. Pero lo dice en joda, claro.

 

Además, ¿quién dijo que los roles en la cama deben ser fijos, estables y excluyentes? Otra vez, algo básico y simple: cuando dos hombres se van a la cama, hay dos penes. Y los dos pueden ser usados, de distintas maneras. Suponer que uno de los hombres debe anular automáticamente su pene para ir a la cama con otro es querer, otra vez, heterosexualizar una relación que no es heterosexual.

 

Y, ¡vamos!, que entre un hombre y una mujer también pueden pasar muchas otras cosas. Para eso se inventaron los juguetes que se venden en los sex shops y la naturaleza, sabia, nos puso cinco dedos en cada mano. Eso sin tener en cuenta a las travestis, que tienen pene e identidad de género femenina.
El mundo de la sexualidad es más complejo que nuestros diccionarios.

 

Por último: la versión más radical de la confusión que queremos tratar aquí es la de quienes creen que los gays, en el fondo, quieren ser mujeres. Otra vez: no pueden dejar de vernos con anteojos heterosexuales. Como si la única explicación para que nos gustaran los hombres fuera que, en algún lugar de nuestro ser, nos imaginamos del sexo opuesto. Siempre tratando de reconstruir, de una u otra forma, el molde chico+chica.

 

Lamento decepcionarlos. Me gustan los hombres y me gusta ser hombre. No puedo siquiera imaginarme como mujer. Y lo que me gusta de otros hombres es su masculinidad, aunque, claro, eso es una cuestión de gustos.

 

¿Ya fueron al cine a ver La piel que habito, última joya del maestro Pedro Almodóvar?

 

Los hombres que la hayan visto me van a entender. Cuando Antonio Banderas dijo: “vaginoplastía”, sentí la misma impresión que ustedes. Casi les diría que me dolió.

 

Y entre Vera y Vicente, elijo a Vicente, que, por qué no decirlo, está bárbaro.

 

1] La opción sexual.
——
* Periodista.
En http://blogs.tn.com.ar/todxs

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