América Latina: los niños, la calle, la cárcel y la muerte

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoSegún estimó esta semana en Buenos Aires la Oficina Internacional Católica para la Infancia (BICE), unos 200.000 niñas, niños y adolescentes de ambos sexos menores de 18 años están detenidos o presos en América Latina. El cura ecuatoriano José Antonio López señaló que «hay centros de reclusión donde los jóvenes detenidos ven la luz del sol solamente una hora por día, y el resto pasan encerrados y hacinados en pequeñas celdas».

Para ellos, los niños pobres, abandonados, huérfanos, no hay educación, atención médica, comprensión. Junto con el Estado se desentendió de su suerte el resto de la sociedad, o casi; en todo caso no inspiran ningún un imperativo ético, político ni jurídico.

Son material gastable.

fotoTanto, que, siempre según la BICE, el número de niños presos no se puede calcular con exactitud -200.000 es una mera estimación-, puesto que no todos los gobiernos acceden a dar datos precisos y en algunos casos hasta prohíben la visita de los observadores y organizaciones de Derechos Humanos a los centros de reclusión, advirtió la BICE, que mantiene oficinas en 35 países.

El estudio realizado en once naciones latinoamericanas observó «con preocupación» las matanzas de niños y jóvenes marginados que se da en algunos países, como Guatemala, Honduras, Colombia y Brasil.

«Cuando no quieren poner soluciones los matan. Y hay riesgos de extenderse el problema a todo el continente. En estos países, los escuadrones de la muerte han actuado y actúan en un ambiente de violencia que se extiende peligrosamente», dijo el sacerdote.

De paso indicó que las estadísicas de diferentes sociedades «dicen que las edades de los delincuentes están entre 23 y 30 y no entre 16 y 20». Y criticó con dureza a aquellos que se enorgullecen de haber aprobado normas para evitar la cárcel y dictan leyes para la libertad asistida, porque «el joven anda suelto y nadie lo asiste».

Además puntualizó: «No es cierto que el aumento de la delincuencia esté directamente ligado a la pobreza de nuestros pueblos (…) Nunca se diga que pobre es igual a delincuente (…) Las cárceles están llenas de pobres porque la justicia es una justicia para pobres. Los sectores acomodados la eluden mediante el soborno o merced a su influencia».

El vientre de la represión juvenil

fotoCasa Alianza es una organización no gubernamental, sin fines de lucro, dedicada a la defensa y rehabilitación de los niños (de ambos sexos) en situación de abandono o abusados en América Latina. Es la mayor institución privada que trabaja con los niños y niñas de la calle, con programas en Canadá, EEUU, México, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Calcula en alrededor de 40 millones los chicos expulsados de sus hogares por la situación socio-económica familiar; por abusos, violencia, guerras y otras causas.

En América Latina, la tortura, la muerte y la indiferencia -señala Casa Alianza- han sido la eterna sombra de estos niños y niñas. «En Guatemala en 1990 fue asesinado Nahamán de tan solo 13 años de edad, cuatro Policías Nacionales lo patearon hasta la muerte; en Honduras más de 800 niños han sido encarcelados con adultos, han sido violados y hasta asesinados en las cárceles. En Nicaragua, Manuel de 14 años fue asesinado de un balazo por robar unas naranjas en el Mercado Oriental; en Costa Rica Jackeline e Ivette fueron descuartizadas y lanzadas por partes a diferentes ríos de la capital. Su asesinato continúa impune a pesar de los esfuerzos de las autoridades.

«¿Cuál era el común denominador de todos estos niños y niñas, qué habían hecho, cuál fue su pecado? Eran niños y niñas de la calle, de nadie mas».

En abril de este año, 2004, presentó a la Asamblea Nacional de Nicaragua el legislador Wilfredo Navarro Moreira, del Partido Liberal Constitucionalista, una ley contra «las pandillas juveniles». Normas semejantes existen en El Salvador y Honduras. Uno de sus objetivos es reducir la edad mínima legal para que una persona pueda ser encarcelada. Establece sanciones para los mayores de 12 años y menores de 18.

El cuerpo del proyecto de ley permite que la definición de pandilla pueda abarcar a cualquier grupo de jóvenes que se reúna habitualmente, establezca territorios o utilice señas o símbolos como medio de identificación o reconocimiento. Es decir, que se podría considerar a los boy scouts como pandilleros.

fotoFuentes del ministerio de la Familia de Nicaragua, indican que más de 830.000 niños y niñas están fuera del sistema escolar y que son 253.000 los menores de edad que trabajan.

La abrupta -pero no por ello sorpresiva- explosión social argentina en 2001 puso de manifiesto una realidad que las autroridades y medios de comunicación provinciales escondían. En uno de los países más ricos de América y de mayor desarrollo relativo, hay niños irremisiblemente dañados por falta de alimentación -y un buen número murió de hambre-.

En Chile ha quedado al descubierto, pese a las autofelicitacuones gubernamentales por la política educativa del Estado, que la educación pública no entrega a los alumnos de escasos recursos de los establecimientos primarios y secundarios las herramientas necesarias para acceder a estudios superiores ni los capacita para ingresar al mercado laboral.

En la mayor parte de los países latinoamericanos la generación de niñas y niños de hogares modestos a punto de entrar en la adolescencia no estará capacitada para trabajar cuando lleguen a la juventud -en el supuesto que para entonces exista oferta de trabajo-; sus niveles educacionales y su bajo nivel intelectual, producto de la falta de alimentación adecuada y bajos o nulos estímulos de aprendizaje los ha condenado aun antes de nacer a la marginalidad.

En Guatemala el «problema» de las incoductas juveniles lo resuelven policía y tribunales haciendo caso omiso de los derechos humanos. Los jueces de menores toleran largos períodos de detención preventiva, ignoran los derechos propios del debido proceso y el trato que reciben los jóvenes delincuentes depende de su situación económica y familiar. En ocasiones se encarcelan niños y niñas menores de edad en prisiones para adultos. Rara vez, si alguna, tienen acceso a la educación.

Como lo recordara la reunión del BICE en Buenos Aires: «los gobiernos no invierten un peso en planes de atención a niños y jóvenes».

Y encima los nuevos países-estrella del turismo sexual son latinoamericanos.

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Fuentes:

www.prensalibre.co.cr

www.casa-alianza.org

www.hrw.org

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