Aniversario: el general en su laberinto

Manuel Justo Gaggero.*

El 1º de julio, hace 36 años, fallecía el general Juan Domingo Perón, uno de los personajes mas controvertidos de la historia argentina del siglo XX. Integrando las fuerzas armadas participó en el golpe militar del general Uriburu que puso fin al gobierno de Hipólito Irigoyen. Simpatizaba con las ideas de Benito Mussolini y en su carácter de agregado militar en la embajada argentina acompañó al ejército alemán cuándo ocupó París, durante la segunda guerra mundial.

En 1946 fue electo presidente de la Nación, encabezando una formula, junto al radical renovador Hortensio Quijano, que derrotó a la coalición de radicales, conservadores, socialistas y comunistas, que bajo la sigla de Unión Democrática contaban con el apoyo de la embajada de los Estados Unidos.

En un contexto de postguerra y de ampliación de la hegemonía estadounidense en nuestro continente, inició un proceso de profundas transformaciones sociales y de recuperación del patrimonio, nacionalizando los servicios públicos, impulsando la industria nacional, y respaldando, con todo el poder del Estado, a YPF, Gas del Estado y Yacimientos Carboníferos Fiscales.

El Che Guevara, en carta a su madre desde Bolivia en 1953, observando el escenario de los gobiernos del continente, todos absolutamente sumisos a los dictados de Wáshington, dice, con la agudeza que lo caracterizaba, "…debemos reconocer que el gobierno de Perón es el único que hace frente a la Casa Blanca, en algunos aspectos, siendo como ‘una oveja gris’ en ese rebaño de ovejas blancas".

Milité en el peronismo desde los 14 años, por lo que sentía un particular afecto por el "viejo" que se fue diluyendo con el paso de los años, y ya en los comienzos de los 70 comencé a criticar su política pendular, y a su regreso en junio del 73, su clara decisión de girar el péndulo a la derecha favoreciendo a la burocracia sindical y al lopezreguismo.

El dos de julio de ese año 1974, bajo una persistente lluvia, miles de compatriotas velaban los restos del líder en el Congreso Nacional y en un bar cerca del cementerio de la Chacarita, nos reunimos Alicia Eguren, la esposa de John William Cooke, y yo con el negro Mauro (Carlos German), integrante del buró politico del PRT-ERP, para plantearle la necesidad de que suspendieran las acciones armadas en respeto al dolor de gran parte de la clase obrera argentina.

El intercambio de ideas tuvo momentos de tensión, pero el afecto que nos relacionaba a los tres logró que finalmente nuestro interlocutor se comprometiera a llevar nuestro pedido a la dirección del partido, que, sin dejar de criticar el rol de Perón, aceptó la sugerencia.

Mis sentimientos eran contradictorios, por un lado sentía cierta tristeza, como si un familiar con el que uno estaba distanciado desde hacia muchos años, pero con el que había tenido una fuerte relación afectiva, hubiere fallecido y por otro no me podía olvidar que el 29 de setiembre del año anterior un comando de lo que fue luego la triple AAA había colocado un fuerte explosivo en mi domicilio en Paraná, que nos podía haber costado la vida a mi, a mi compañera de entonces y a mis hijos..

Este "Somatén " argentino —organización represiva impulsada por José Antonio Primo de Rivera en España para asesinar sindicalistas, comunistas, anarquistas y republicanos— es sugerido por Perón luego de la masacre de Ezeiza en una conversación en la que estaba presente, entre otros, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain.

Meses antes, durante la primavera "camporista", los trabajadores y el pueblo estaban movilizados ocupando fábricas, oficinas públicas y centros de trabajo en reclamo de reivindicaciones postergadas durante 18 años. Las organizaciones revolucionarias habían suspendido su accionar armado, y se empezaba a generar un proceso de democracia participativa que comenzó a preocupar a la dirigencia sindical burocrática —Miguel, Rucci y Cia— y a los escribas del "establishment", Mariano Grondona entre otros, que sugerían poner "límites a los desbordes".

En ese contexto y luego de la renuncia del presidente Héctor Cámpora comienza a operar la denominada Alianza Anticomunista Argentina (AA) que cuenta con el apoyo de un sector importante del oficialismo y de las conducciones sindicales burocráticas. La integran oficiales de las policías provincial y federal, del ejército y de la SIDE.

El acta fundacional de esta organización criminal responsable de 1.500 asesinatos en el período 1973 a 1976 se firma el 1º de octubre en una reunión que preside el entonces presidente de la Nación interino Raúl Lastiri, el ministro del Interior Benito Llambí y el de Bienestar Social José López Rega.

Allí se reitera que el objetivo es combatir a los enemigos del gobierno y al "entrismo" de izquierda en el "movimiento". Y a los marxistas que pretendían convertir a la Nación, en una nueva Cuba —este es el discurso que hoy en los tribunales esgrimen en su defensa Videla, Menendez y Bussi.

En el mes de agosto de ese año 1973 se había empezado a editar el diario El Mundo. La dirección la ejercía Luis Cerruti Costa y la subdirección el que escribe estas líneas.

En diciembre me hice cargo de la dirección, recibiendo diariamente amenazas de muerte de la Triple A y siendo objeto, el vespertino y sus instalaciones de varios ataques con explosivos e intentos de copamiento armado.

En esos días se produce la primera Conferencia de Prensa del general Perón en Casa de Gobierno. La periodista acreditada por El Mundo, Ana Guzetti, cuando comienza la ronda de preguntas le inquiere al presidente "qué medidas adoptaría el gobierno para detener la ola de atentados fascistas perpetrados contra militantes populares, responsabilizando de los mismos a "grupos parapoliciales y paramilitares de derecha". Perón reacciona airado y le dijo a la reportera: "Usted se hace responsable de lo que dice. Eso de parapoliciales lo tendrá que probar". La periodista le contestó "de acuerdo". El presidente, dirigiéndose al edecán aeronáutico ordenó "Tomen los datos de esta señorita para que el Ministro de Justicia le inicie la causa correspondiente".

Días más tarde se radicó la querella en los Tribunales, de la que fuimos notificados al producirse un allanamiento a la redacción y la detención de 17 periodistas del mismo. Entre ellos Ana Guzetti.

El 14 de marzo de 1974, por decreto se clausura el Diario.

Quince días antes el secretario de Prensa de la Presidencia Emilio Abras nos había planteado la posibilidad de hacer un reportaje televisado al general conjuntamente con el director de La Opinión, Jacobo Timerman. Nos pareció interesante, ya que de esta forma se frenaría la ya anunciada clausura. Ésta no se concretó; luego Abras nos explicó que Lorenzo Miguel le exigió al Perón que clausurara el diario ya que alentaba la resistencia sindical en Villa Constitución y en Zárate.

No cabe duda de que el anciano y enfermo general, que regresa por tercera vez en Junio de 1973 y que asume como Presidente el 12 de Octubre de ese año, no era el mismo que había encabezado un movimiento de renovación social económica y cultural en la década de los 40, devolviéndoles la dignidad a los trabajadores y defendiendo nuestra soberanía nacional. Éste tenía en su laberinto en los 70 a personajes tenebrosos como Isabel Martínez, su esposa, López Rega, Lastiri, Villone, Osinde y otros.

La historia y ahora la Justicia tendrá que establecer y deslindar responsabilidades, sin dejarse amilanar por quienes intentan encubrir la verdad.

En el devenir histórico siempre existen personajes que muestran dos facetas. El Napoleón que intenta llevar a toda Europa las ideas de la Revolución Francesa es el mismo que, convertido en emperador, ocupa pueblos y naciones, sometiéndolas a su poder.

Todo esto está presente en este nuevo aniversario de la muerte del "viejo y anciano general".

* Periodista.

En www.argenpress.info

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