Bolivia estuvo (¿está?) al borde del abismo
Luego de casi un mes de bloqueos, toma de cuarteles, toma de rehenes y decenas de detenidos y procesados, el expresidente boliviano Evo Morales inició una huelga de hambre que fue levantada a los cuatro días de haberse iniciado, tras el anuncio de sus seguidores sobre el inicio de un diálogo con el gobierno de Luis Arce, para resolver el conflicto panmasista.
La derrota parcial del evismo será analizada en el «ampliado nacional de emergencia» convocado por el Pacto de Unidad, este 10 de noviembre, en la sede de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba en el municipio de Lauca Ñ. Es un tácito reconocimiento de un parcial fracaso en el intento de detonar un levantamiento espontáneo alrededor de su figura.
Legisladores del “evismo” agredieron este viernes al vicepresidente David Choquehuanca, le lanzaron ramos de flores, tomates y causaron algunos destrozos en el hemiciclo. Como consecuencia, se suspendió la sesión en la que el presidente Luis Arce debía brindar su informe por los cuatro años de gestión. De inmediato, el gobierno suspendió el diálogo con el “Estado Mayor del Pueblo” afín a Evo Morales.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, apeló a la unidad de los bolivianos a un año de que finalice su primer mandato y en medio de las disputas con el que fuera su aliado antaño, el expresidente Evo Morales. «Hermanas y hermanos bolivianos, tengan la certeza de que cada obstáculo que hemos superado y cada logro que hemos alcanzado son el resultado de la unidad y la determinación de todos y cada uno de ustedes», ha escrito en su cuenta de X.
El conflicto estalló luego que el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) emitió un auto constitucional en el que dispone que no puede haber reelección continua o discontinua en el cargo de Presidente. De esta manera, Evo Morales, ya no puede ser candidato a la presidencia de las elecciones generales 2025.
La puja deja en evidencia que la creciente debilidad de las diversas fracciones en disputa (que incluye la interna dentro del MAS entre Morales y Arce, y también la debilidad de la derecha), y dificulta que alguna pueda imponer su propia salida al conflicto, prolongándose en el tiempo y profundizando la crisis social, económica y política ante la suba de precios de los alimentos, medicinas y escasez de combutibles.
El cerco judicial contra el expresidente, con las acusaciones que enfrenta, se va cerrando poniendo en riesgo no solo una eventual candidatura presidencial sino incluso su misma libertad. El golpe de estado del 2019 fue “legitimado” en las clases medias mediante un discurso centrado en la lucha por la democracia y contra los esfuerzos reeleccionistas de Morales que el 2016 había desconocido un referéndum constitucional para habilitarse electoralmente mediante una sentencia judicial realizada a “medida”.
La intervención y asalto a tres unidades militares en el Chapare cochabambino, tomando como rehenes a los efectivos militares de los recintos y la apropiación de armamento y munición propia de las Fuerzas Armadas, muestra el extremo al que ha llegado la supuesta movilización social evista que mantuvo cercada a la ciudad de Cochabamba durante 19 días.
Asimismo ocasionó un casi incontrolable incremento en los precios de los productos de la canasta familiar, en particular de carnes de res, de cerdo y de pollo, de productos agrícolas como la papa, las hortalizas y otros, creando serios problemas en la economía de las familias. También se vio afectado el abastecimiento de combustibles en varias ciudades, lo que determinó que el servicio de transporte público urbano se viera mermado, así como la circulación de vehículos particulares.
Luego de las elecciones del 2020 y el triunfo de Arce con más del 50% de los votos, sectores de la oposición de derecha y los renovadores del MAS acariciaron la agenda que les permitiría tener posibilidades de excluir al evismo de cualquier proceso electoral mejorando así sus posibilidades de retener el poder del Estado.
El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) reafirmó que Evo Morales ya no puede ser candidato para el 2025. Desde la fiscalía y el órgano judicial se reactivaron viejos procesos penales contra Morales mientras se activaban otros como el que lleva adelante la fiscalía de Tarija por los delitos de trata y tráfico de personas.
La confrontación entre los líderes del Movimiento al Socialismo (MAS) alcanza cada día nuevas cotas de destemplanza que profundizan la grieta al interior del progresismo boliviano y la crisis económica que afecta a todo el país.
Sin embargo, llama la atención que el movimiento desestabilizador tuvo el rechazo casi unánime de los diferentes sectores de la población boliviana, y no recibió la adhesión de ninguna organización social, ni ciudadana. El conflicto no ha terminado, pese la derrota sufrida por los seguidores del evismo. Quedan temas pendientes de gran importancia, entre ellos el estatus del Chapare, la presencia estatal en esa región y la sanción judicial a los responsables de los daños causados.
Tres semanas atrás los simpatizantes del expresidente Evo Morales escalaron sus protestas de bloqueos carreteros a la invasión de cuarteles de las fuerzas armadas y la toma de uniformados como rehenes, mientras el gobierno de Arce ordenó desbloquear las vías mediante operativos policiales y militares que en algunos casos se tornaron violentos, en el transcurso de los cuales hubo al menos un centenar de detenidos.
Mientras se culpa a los bloqueos por todos los problemas económicos que atraviesa el país, es palpable que los
cierres carreteros han exacerbado la escasez de alimentos y combustibles, lo que ha llevado a la parálisis a sectores que ya se encontraban afectados. Las pérdidas económicas por los cortes viales que aislaron la provincia de Cochabamba durante 24 días se estiman en hasta dos mil 100 millones de dólares, una cifra brutal en un país cuyo producto interno bruto asciende a 45 mil millones de dólares.
El choque también se ha judicializado con la orden de aprehensión contra Morales –hasta ahora no ejecutada– por presuntas agresiones sexuales. Si bien los manifestantes evistas decidieron desalojar los caminos, son inflexibles en que no habrá diálogo con las autoridades en tanto no se desechen las causas penales y se abra la vía a la candidatura presidencial de Morales en 2025.
El resultado de estos desencuentros –la guerra de los Egos, la llama la gente– es que hoy el conflicto se encamina a un punto sin retorno, en el que las desavenencias terminarán por destruir el proyecto de nación que ambos ayudaron a construir desde inicios de siglo.
Si Evo y Lucho fracasan en resolver sus diferencias y deponer su enemistad, los únicos beneficiarios serán Washington y las derechas racistas que nunca han renunciado a volver al poder –incluso por la vía de la violencia, como ya demostraron en el golpe de Estado de 2019– y en constantes intentos de desestabilización.
El Chapare ¿tierra de nadie?
Preocupa a los bolivianos lo que está pasando en la zona del Chapare cochabambino. La escalada de violencia que registra, más allá de la situación coyuntural, debiera empezar a preocupar no solo al gobierno, ya que allí se han establecido grupos delincuenciales dedicados a la producción de droga a partir de la coca excedentaria en la zona, instaurando regímenes de violencia en contra de quienes intentan oponerse a su ilícita actividad, habiéndose registrado secuestros, ajustes de cuentas y la comisión de múliples delitos.
Existe una serie de coincidencias entre lo que pareciera estar sucediendo en la región cochabambina con lo ocurrido en países como Colombia, México o Perú, precisamente en regiones vinculadas con la actividad del narcotráfico, que se han convertido en verdaderas tierras de nadie, sin leyes ni autoridades que no sean las propias mafias.
Más allá de los reclamos de los partidarios de Morales, detrás de las movilizaciones se esconden intereses que no solo persiguen la desestabilización del gobierno, el adelantamiento de elecciones o la renuncia del Presidente y del Vicepresidente, sino la consolidación de un territorio libre de control estatal allí, señala La Época.
*Sociólogo y periodista bolivano, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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