Cortoplacismo imperial

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Solemos pensar que el Imperio es infalible y que tiene unos tanques de pensamiento bien nutridos y mejor entrenados en gimnasios biónicos.
Pues no. Recuerda sus numerosos desastres. Con excepciones, como el derrocamiento de Allende, impecable, porque todo hay que decirlo. O la Guerra del Golfo ejecutada y frenada por Bush Padre. O las confortables invasiones de países pequeños como Granada y Panamá.
Hay desatinos que pasman. La oposición venezolana, que no hace nada sin permiso de la Embajada, se lanza contra la banca. Algún burócrata en Washington dispuso que con eso Chávez cae. Y si no cae, se debilita. Pero lo que debilitan es a sus bancos, algunos de los cuales financian golpes, paros, guarimbas, peladeras de nalgas, ignominias mediáticas y otras esmeradas prácticas democráticas.
Ahora reinvaden a Afganistán. El escandaloso cenagal de mentiras que rodea esa y otras invasiones es ignorado minuciosamente por los think tanks: aumentó la producción de heroína; no han capturado a Ben Laden, pretexto de la invasión; el conflicto ya se está rebosando hacia Paquistán, donde hay bombas atómicas –ellos, que tanto se preocupan por las de Irán; no han logrado controlar el territorio; varios imperios se han estrellado en esas montañas; en fin. Nada de eso se menciona en las declaraciones de los irresponsables que justifican esto, empezando por el Premio Nobel 2009.
Propongo despejar el misterio pillando que el aparato industrial-militar presiona para ampliar allí uno de sus mercados-nichos en cuyo microclima se venden armas, que hay que reponer constantemente y para reemplazarlas con mayor eficiencia es necesaria una guerra. Y para prolongar el negocio es necesario crear el empantanamiento en que están Colombia, Palestina, Iraq, Afganistán, Paquistán. Es increíble: si la ganancia es abundante no les importa que mañana se hunda Manhattan por el recalentamiento de los polos. Lo que les vale es vender las armas ya, ya, ya, sin considerar consecuencias inminentes, como encharcar a un país con poder nuclear como Paquistán.
No debemos descuidarnos por esos disparates porque para perder son capaces de destruir países, incluyendo el tuyo…

Roberto Hernández Montoya

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