Ecuador: aniversario y héroes ignorados

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A pesar del tiempo transcurrido (23 años) los y las ecuatorianas no olvidamos a ese Presidente Constitucional de la República, que aparecía tan bravo (por algo se llamaba León) que a uno de sus captores, en el no menos recordado “Taurazo” le dijo: “Y dónde más tengo que firmar” Y recordarán también que todos los complotados (comandos de la FAE) fueron detenidos, dados de baja y, por lo menos, un año de cárcel; hasta que el Congreso de la República (Presidencia de Rodrigo Borja Cevallos) les concedió la amnistía. ⎮ALBERTO MALDONADO S.*

Y recuerdan ese otro Presidente Constitucional de la República, al que le faltaron piernas en el aeropuerto para alcanzar el avioncito que le llevó al exilio. En este caso, como el Comandante General del Ejército fue uno de los que le retiró el apoyo y la logística, no hubo enjuiciados. Pero que el valeroso jefe militar, devenido en político, corrió, corrió.

Ni olvidamos a un Salvador Allende, ese Presidente Constitucional de Chile, que supo morir en su puesto; pero que no corrió a los “jimenes” de Pinochet. No les dio gusto de que lo maten. El mismo se dio un tiro de gracia antes de que le detengan. Y con él murieron peleando, algunos de sus más cercanos colaboradores, como Augusto “El Perro” Olivares (periodista) que era el equivalente de los que hoy se llaman “secretarios de información”

Y tampoco podemos olvidar al Presidente Constitucional de la República, Rafael Correa, que ante la gendarmería alzada y en franco desafío, se aflojó la corbata, se abrió la camisa y les desafió: “Si quieren matar al presidente, mátenlo”. Por pura suerte no hubo ese
momento un “jimenes” cualquiera que le desarraje un tiro (estaban armados) por lo que el asambleísta Kléber Jiménez anda apenado hasta ahora. Y tampoco están enjuiciados y en la cárcel todos los que son, en especial los dirigentes políticos. Están enjuiciados penalmente unos cuantos policías, de moto o a pie, que para eso son simples policías y no merecen primeras páginas de la gran prensa ni informativos especiales de la Tv.

Tengo mis propias teorías sobre los héroes y los mártires. Pienso que los verdaderos héroes (de una causa, de una época) son los que corren riesgos, consciente o inconscientemente. Con un poco de dignidad y otro de capricho y una dosis de buena suerte, pasan a la posteridad porque supieron enfrentar con valentía y pundonor un momento determinado. No salieron correindoi. Y salieron con vida o al cementerio.

Entre los héroes y mártires ecuatorianos, recordamos especialmente a don Eloy Alfaro. Lo recordamos, por dos cosas: porque introdujo en el país el liberalismo radical (ese, que tantos bienes nos ha traído) y porque fue vilmente asesinado en el viejo Panóptico de Quito y arrastrado por sus calles. Es lo que los pelucones de ayer (los “jimenes” de hoy) hubieran querido que pase con el Presidente (Rafael) Correa, aquel septiembre 30 del 2010, cuyo primer aniversario no solo que recordamos sino que “celebramos”.

El problema es que, de hechos de esta naturaleza, se alimenta la historia de los países y regiones del mundo entero. Y como no es posible recordar a todos, pues pasan a la misma historia solo los jefes, los líderes, o los que tienen un especial significado.

¿Alguien recuerda, por ejemplo, a todos los héroes y mártires que libraron mil y una batallas por nuestra libertad política? Es, desde luego, un imposible físico; pero por ellos recordamos, todos los años, al libertador Simón Bolívar, al venezolano-ecuatoriano Antonio José de Sucre. Pero solo los historiadores reconocen que, sin el concurso libre y voluntario de miles de “nativos” no nos hubiéramos acercado siquiera a fechas tan significativas. En su reemplazo, los estudiosos nos recuerdan que fue el Marqués de Selva Alegre (Juan Pío Montúfar) de origen español y aliado del Rey de España (que fue exilado por un hermano de Napoleón) el que dio el primer campanazo libertario en lo que se llamaría el futuro Ecuador.

¿Nos acordamos con propiedad de todos los actores de las montoneras (batallas) que tuvo que librar el viejo Alfaro para imponer su liberalismo radical? Desde luego, la lista será larga e imposible. Pero, bien haríamos en recordarlos ya que, sin su concurso, libre y democrático, es que podemos ahora poner y bajar presidentes y más, sin llegar a las atrocidades, por ejemplo, de la vecina Colombia, o de México o de Argentina dictatorial.

De todos los que cayeron (en distintas lugares, a distinta hora pero por la misma causa) nos acordamos apenas de dos: el estudiante de Economía Juan Carlos Bolaños; y el cabo de la policía, Froilán Jiménez (hay que aclarar que, de lo que se sabe, tiene nada que ver con el asambleísta del mismo apellido). ¿Quién le disparó al joven Bolaños? De las referencias, alguien de la tropa policial sublevada. ¿Quién mató a Froilán? Igualmente, alguien no identificado. Probablemente nunca sabremos a ciencia cierta quienes mataron a Bolaños o a Jiménez; y si fueron 5 u 8, los muertos en el 30-S. Nadie duda que fueron más de 200 los heridos. La prensa sipiana (que todo lo sabe o lo averigua) no nos ha informado la suerte de los heridos y si todos se han restablecido y han podido recuperar su vida normal.

Pero el 30-S ya es historia. Ahora lo que corresponde es sacar conclusiones; unas conclusiones positivas, que le valgan para que el Ecuador salga de la pobreza y la miseria; salga de una rueda de molino que solo le exprime; salga de una falsa democracia que solo ha beneficiado a unos pocos en perjuicio de los más. Salga de una dependencia brutal y que permita que, en los hechos reales, el ciudadano la ciudadana y sus familias, no solo sirvan para votar sino para alcanzar la buena vida.

Otras preguntas “inocentes”: ¿sabía el joven Bolaños que un desadaptado en rebeldía le iba a matar de un tiro? Si hubiese sospechado siquiera lo que le iba a pasar, a lo mejor no iba en manifestación; o si iba, tomaba providencias por lo menos para defenderse de quienes supuestamente estaban obligados a proteger su vida. ¿Será una perversidad recordar al joven Bolaños, al año de su asesinato?

Ni qué decir del policía Jiménez. Si él formaba parte de un grupo armado y recibió la orden de integrar el grupo de policías que debía resguardar el vehículo en el que sacaban al Presidente de la República, ¿le era factible negarse? ¿podía decir n o? Pero, ante las cámaras de televisión del Ecuador y del mundo entero, Froilán cayó cuando corría y no pudo sino medio levantarse para morir. ¿Quién fue el autor del disparo fatal? ¿No es faltar al sentido común y a la sana razón asegurar que fue un amigo del Presidente que sacaban ese momento de su reclusión obligatoria en el hospital policial?

Bolaños, Jiménez, serán recordados cada 30-S, por lo menos unos diez años más. Hasta que, poco a poco, como es la historia de cada país, quede en solamente eso: un 30-S que unos golpistas mamarrachos ensayaron el 30 de septiembre del 2010. A propósito: ¿fue un golpe de Estado fallido o una simple rebelión policial por asuntos administrativos?

Yo comparto la tesis de que fue un ensayo de golpe de Estado, que les falló a los golpistas, por “shunshos” (mudos) Pienso además que botar a Correa era, desde hace rato (y sigue siendo) una esperanza de los que por ahora no tienen esperanza y se sienten perjudicados por el Gobierno Correa y su Revolución Ciudadana.

Pero también comparto la tesis de que se trató de una rebelión policial llevada a la máxima tensión social. Mi tesis es que los golpistas pretendieron aprovecharse de esa rebelión y dar el golpe de estado. Y lo que terminaron haciendo es una asonada en la que los subordinados de ayer le dijeron samba canuto al que quisieron (especialmente a los jefes) y que los golpistas no tuvieron ni las luces ni las agallas suficientes como para terminar bien la tarea.

No es descabellado pensar que tales aspiraciones vienen desde el norte brutal, como lo definió hace siglos nada menos que Simón Bolívar. Es que la CIA, la SIP, los Diarios de América, la peluconería continental, los oportunistas y los contreras, no saben ni cómo lidiar ni cómo salir de “enemigos” como Chávez (Hugo) Morales (Evo) y este Correa (Rafael) Si hasta Daniel Ortega les cae mal; y lo mismo la pobre Cristina. Y ahora los estudiantes chilenos y los del 15-M europeos (jóvenes indignados)

Para eso han montado en nuestros países toda una plataforma de pelucones que responden, como la vieja fábula del flautista de Harlem, a un solo ritmo. Antes (hace un par de décadas) por lo menos había un esfuerzo de objetivación, de buscarle una argumentación que parezca sólida. Pero aquello es de tiempos pasados.

Hoy en día, los medios comunicacionales y sus periodistas estrellas solo tienen que repetir un discurso; y ya. Según el viejo Goobels, la verdad es la mentira repetida cien veces. Y, en el caso El Universo de Guayaquil, nos quieren hacer creer que es una agresión contra la sagrada libertad de expresión y un desquite del malo de Correa y su equipo contra el  pobrecito de Palacio. En los del 30-S presumen que solo se trató de una rebelión policial (por premios y condecoraciones) y que el “impertinente” fue el Presidente Correa.

¿Y por qué no pensar —pregunto yo y preguntan muchos ecuatorianos— que si el Jefe de Estado no es “imprudente”, a lo mejor le sacan de Carondelet y hasta tenía que correr, como el fantasma que es y que no es, en todos estos episodios?

* Periodista.

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