Ecuador y las «universidades garage»: bien por la clausura, pero ¿y el resto?

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En materia de educación (púbica o privada) las cosas no pueden realizarse de la noche a la mañana. Hay tal cantidad de actores que las buenas intenciones pueden quedarse en eso. Y no hay que olvidar que de buenas intenciones está empedrado el camino que conduce al infierno. | ALBERTO MALDONADO S.

 

En tratándose de un tema tan fundamental, de ayer, hoy y siempre, las enmiendas no pueden darse de la noche a la mañana. De manera especial, porque esos actores se niegan a reconocer sus defectos; y solo creen (o están seguros) que el malo es quien quiere lo mejor. Para eso sus papitos pueden pagar. Lo que sea pero “mijito (ta)” tiene que estar en el mejor “colegio secundario”. No puede estarse codeándose con la chusma, que para eso están los colegios fiscales.

 

Y hablando de actores, podemos reconocer algunos: los propios alumnos (nas) de un colegio; los profesores, las autoridades, los programas de estudio o quienes los hacen; los padres y madres de familia; y, por último (o en primer lugar) la sociedad. Dijo alguna vez algún Presidente de la República que un país va a dónde vayan sus universidades. Y es cierto

 

Hace décadas, la Universidad Central del Ecuador (UCE) promovió una investigación entre los alumnos de los primeros años, de distintas facultades universitarias; y descubrió que buena parte de ellos y ellas habían llegado a lo que hoy se denomina la educación académica, sin saber leer y escribir, bien, ni su nombre; peor, mucho peor, asuntos realmente académicos.

 

El rector de entonces pensó promover que la universidad ecuatoriana no podía hacerse cargo (sin beneficio de inventario) de semejante situación. Y pretendió poner las barbas en remojo, llamando a una sesión de trabajo a los rectores de los principales colegios de la capital, públicos y privados. Porque daba la coincidencia que el mal estaba en todos los colegios secundarios, mantenidos por el fisco o de financiación privada. La principal razón: son los mismos profesores los que daban clases (profesores taxis) en las universidades y lo colegios públicos y privados.

 

No hace falta decir que a la tal reunión de trabajo, convocada por el rector de la Central, no concurrió nadie. No sé si me equivoco; pero de lo que recuerdo, se esperaba que concurrieran los propios rectores de los colegios fiscales, municipales y privados; y que expliquen por qué “seguían siendo buenos”. Pero no fue nadie. Ahí se quedaron las buenas intenciones, si es que las hubo.

 

En otras palabras: quiero decir que el problema educacional, en el Ecuador, es muy complejo. Por algún lado había que comenzar. Saludo, desde este punto de vista, que se hayan cerrado 14 de las llamadas universidades, casi todas privadas o como se decía antes: “de garaje”. Y que 8 hayan quedado en una especie de limbo, a ver si, en el corto plazo, se componen.

 

Yo (que sigo siendo mal pensado) lo dudo; pero, en este país, hay que dar todas las oportunidades (las aconsejadas y las que no) a fin de que nadie se queje. Sin embargo, ya he escuchado quejas de los cerrados; especialmente de sus alumnos. Y si hay un poquito de lógica, los primeros en agradecer por esta medida, deberían ser los estudiantes y quienes pagan las cotosas pensiones mensuales (los papás, las mamás o sus representantes). Porque de eso se trata. Tanto las universidades como los colegios privados tienen esa característica. Por algo se dice (y no sin razón) que en algunas universidades y algunos colegios privados, no existen alumnos (nas)sino clientes. Es decir, no importa lo que digan o hagan; lo importante es la pensión. Solo falta que “los chinos” salgan a respaldarlos, que para eso han quedado.

 

Y este triste episodio me recuerda otro, igual de triste pero mucho más caro: a una ex alumna mía (de las pocas que sabía manejar más que bien, su idioma) quería conchabarle para que vaya a dictar redacción periodística, en la Facultad de Comunicación Social de la Central.

 

Me dijo mas o menos lo siguiente: “Vea Alberto, llega tarde, porque ya estoy dictando en una universidad particular la misma materia; y es muy posible que en poco tiempo me vaya becada a algún otro país”.
¿Y qué tal te va? atiné a preguntarle.
Más o menos. Tengo un curso de no más de 10 alumnos(nas)
¡Ah!, exclamé, con pocos alumnos el profesor (profesora) puede arreglarse mejor. En la Central te vas a enfrentar a 50 u 80 estudiantes, en un curso.
No, me contestó. Los 10 que tengo son unas bestias. ¡Quién sabe en qué están pensando, en clases!. Yo trato de animarles, que hagan tareas concretas; pero ni modo.
¿Entonces? —fue mi argumento.
Pues no faltó un alumno que, frente a mis exigencias, me dijo un día, que si no pagaba la pensión a la Universidad, no podían pagarme el sueldo. Y que en esa universidad (no doy el nombre) “no joda ni exija mucho” porque la que puede quedarse sin chamba es la profesora.

Ya que si los y las alumnas se oponían, el que podía irse era el profesor.

 

Y, es la pura verdad. Si los y las alumnas no pagan una remuneración mensual, entonces ¿de qué vive esa universidad? El problema está en que es un gran negocio, de unos pocos, para satisfacer (conste que no digo salvar) a unos muchos. Recuerdo otro caso (no por eso soy nostálgico) ¿Recuerdan que hasta hace poco funcionaba en Quito y algunas otras ciudades de Ecuador, una universidad (autorizada por el Congreso) que se llamaba Universidad Cooperativa de Colombia?

 

Pues, en esa universidad (que en Ecuador, en paz descanse) le regalaban a uno el título de lo que sea. En 6 meses “semi presenciales” era capaz de titular a Doctores en Auditoría que, desde luego, pagaban por ese título. Y algunos deben exhibir esos cartones, en sus “consultorios o en sus casas” sin ningún pudor. Y lo más cómico fue que esta universidad firmó con la Asociación de Auditores de la Contraloría General del Estado un convenio. El asunto (que fue hace años) se quedó en eso y no pocos auditores del principal centro de control que tenemos los ecuatorianos, deben seguir en sus puestos; que para eso son “titulados”

 

Sobre los asuntos educacionales, hay cómo decir bastante. Con lo dicho, basta. Y como por algún lado hay que comenzar, pues está muy bien que 14 universidades garaje hayan sido clausuradas. Y no puedo ser “agorero fallido” si digo que en la hoy llamada Asamblea Nacional (antiguo Congreso) aparecerán los y las defensoras de las universidades clausuradas. Pregunto, con cierta inocencia: ¿y si cierran esas y otras universidades y colegios privados, cómo van a tener su cartón, fulanito (ta) y sutanito (ta)?

 

Veo y oigo que la ministra de Educación se propone, a corto plazo, cortarle las alas también a los colegios garaje. Y yo digo ¡qué bien! Al fin estamos entrando en razón ya que no solo las universidades son culpables de semejante debacle; son también, y en buena medida, los colegios. No sé (porque no conozco) que las escuelas públicas, fiscomisionales y privadas, igual. Pero, si los colegios también, ¿por qué no las escuelas?

 

En esta parte me acuerdo de un viejo amigo (ya fallecido) que era de los viejos maestros-maestros, de esos que parió el Juan Montalvo, hace ffuuu. Ese profesor me decía que parte de la culpa la tienen los expertos internacionales que han hecho y deshecho de la educación nacional. Me decía este profesor que llegan al Ecuador (los “expertos”), a descubrir el huevo; y cómo no tienen qué hacer (o muy poco) pues, por ahí alguien les manda “lo último” en materia de programas educacionales. Y estos, como gran cosa, logran que el ministro (o la ministra) se luzcan metiéndole al país esos programas.

 

Agreg aba mi viejo amigo: “son programas que seguramente son buenos para otra realidad, no para la nuestra. Pero se lucen”

 

Digo yo (que no me considero un experto sobre tan delicados temas) que, en el caso de la educación pública, hemos retrocedido. La “vieja” educación, sin duda, era mucho más productiva; los viejos profesores (especialmente los que egresaron del Montalvo, del Manuela, del Rita Lecumberry) sin duda “eran mejores” que los actuales.

 

Como dice el presidente Correa, los mejores deberían estar en la educación pública y privada. Pero si en estos días, ser profesor no es sino una forma de salir de la desocupación. Hay muy pocos que se preocupan por ser realmente profesores (de primaria, de secundaria, de universidad) Y esa fue “una conquista” del MPD, interesado en “militantes” más que en educación. Si hasta llegaron a suprimir algunas materias (lugar natal, cívica, ética y moral, etc.) porque decían que esas eran de “la burguesía” y que no servían para nada, en la vida pública y/o privada.

 

Vuelvo al principio. La clausura de ls 14 universidades (si podían llamarse tales) y el limbo de las 8 restantes, que solo sea un principio de algo que nunca termina: las reformas y la actualización de la educación. Y las Universidades que han quedado, que no se crean que ya. Que no tienen que hacer reformas. Las que fueron calificadas con la letra A requieren de reformas, porque hay facultades y facultades.

Si no, que hablen sus ex alumnos. Verán lo que dicen de ellas.
——
* Periodista.

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