EE.UU. no confía en la oposición: megaelecciones con crisis y amenazas de intervención externa y terror interno

La pregunta que está en la boca de todos -políticos y candidatos, analistas, encuestadores, gurúes, pueblo en general- es si el ganador de las elecciones presidenciales del 20-M podrá arreglar la principal preocupación de los venezolanos, la grave situación económica del país.

Estas elecciones no son una “fiesta democrática”, sino una batalla, y la pregunta que se hacen todos es si se está en la víspera de una espiral de violencia terrrorista de cara a la elección presidencial, a sabiendas de que existen deseos y planes para ellos de sectores de la derecha financiados y guionados desde el exterior.

El ex gobernador del Estado de Lara Henri Falcón fue el director de campaña del candidato opositor Henrique Capriles Radonski en la última elección presidencial de 2013. Con un 30% de intenciones de voto en los sondeos, es hoy el candidato de oposición en la mejor posición. El presidente Nicolás Maduro recibe un 52% de las intenciones de voto, pese a que las coberturas mediáticas de los medios nacionales e internacionales lo invisibilicen.

No se debe olvidar que los principales partidos de la autodisuelta Mesa de Unidad Democrática (en desbandada) prefirieron abstenerse de participar en las megaelecciones, siguiendo guiones de Washington, Madrid y Bogotá, conscientes de su descrédito y credibilidad. Y lo cierto es que Falcón, pese al apoyo del establishment financiero trasnacional, no tiene la confianza ni el apoyo explícito de Washington.

¿Chavismo o madurismo? Desde la asunción de Maduro se ha desatado un proceso de deschavización y hoy vemos cómo la figura del líder –a quien intentan endosar todos los errores-  ha desaparecido hasta de la publicidad electoral. Hugo Chávez planteó el socialismo del siglo XXI, la democracia participativa, comunal, feminista, con el desarrollo de formas sociales de propiedad sobre los medios de producción…

El analista Marco Teruggi indica que ante una grave situación económica, el gobierno se encontró con dos caminos posibles: una respuesta de defensa y conservación, con posibles retrocesos de conquistas, cercana a la visión históricamente alejada de la vía comunal, y otra, de profundización de los cambios iniciados, con, por ejemplo, la “ampliación de los campos de acción y decisión del poder popular”. Parece haberse optado por la primera opción, fortalecer el acuerdo con el empresariado y desandar la apuesta comunal.

¿Dónde está el socialismo? Lejos, expresado en experiencias concretas territoriales que cargan esa potencia, en disputa como proyecto al interior de los chavismos, amenazado por la asfixia impuesta por la guerra de desgaste y por las tendencias burocráticas que descreen del sujeto histórico y creen en… ¿En qué creen?, añade Teruggi.

Chávez impulsó la democracia participativa del pueblo. Hoy al pueblo se le participa que tiene que votar a Maduro.

Elección o intervención, esa es la cuestión

Resultado de imagen para venezuela eleccionesLas operaciones psicológicas o guerra de cuarta generación -ininterrumpidas desde 1999- tuvieron como meta imponer en el imaginario público internacional un cambio de régimen por la fuerza tras la elección de una Asamblea Constituyente, el 30 de julio de 2017. Lo cierto es que la posibilidad de un ataque militar nunca había sido tan propicia, y el presidente de EE.UU., Donald Trump no lo excluyó, y le toca al sistema cartelizado de terror  mediático convencer a la opinión pública de la pertinencia de una intervención extranjera.

Las excusas son varias: una intervención para restablecer la democracias, una contra un Estado canalla (rogue state) o fallido (failed state) y/o una “humanitaria”. El fugado exalcalde capitalino Antonio Ledezma, que había llamado a derrocar a Maduro, declaró que “más que ayuda humanitaria, lo que necesitamos es una intervención humanitaria”.

El tema de la crisis humanitaria es alimentado por toda una serie de ONG con objetividad dudosa -y financiamiento cierto- y retomado por el sistema mediático hegemónico para legitimar una intervención militar extranjera “con fines humanitarios”.

Siguiendo el mismo argumento de la crisis económica, el gobierno de facto brasileño ordenó un despliegue militar en la frontera con Venezuela, mientras Colombia, decidió construir campamentos para refugiados en las ciudades fronterizas

La opositora María Corina Machado, una de las favoritas de Washington, publicó un audio promoviendo la premisa “Dimisión es la salida por la fuerza 2018”, donde afirma que “está clarísimo para la gente y para la comunidad internacional que Maduro no saldrá con votos, el régimen cerró la vía electoral cuando impuso la Constituyente cubana y cometió el megafraude denunciado por sus socios de Smartmatic”.

Por las redes se lanzó una convocatoria a la violencia preelectoral, con manifestaciones a partir del 14 de mayo (lunes antes de las elecciones), a nivel nacional, con el objetivo de suspender las elecciones, con un paro contundente nacional e indefinido; lograr la renuncia de Maduro y de su gobierno en pleno, y la convocatoria a un gobierno de transición que decrete nuevas elecciones con reglas claras y órgano electoral confiable.

El analista y constituyente Oscar Schemel advierte que un candidato único de la oposición podría disputarle a Maduro, realmente, la reelección, pero eso hasta ahora no es más que una hipótesis, y los escarceos por la coalición entre Henri Falcón y el pastor protestante Javier Bertucci no lograron avances.

El constituyente Julio Escalona afirma que el gobierno tiene serias deudas con el pueblo y debe pagarlas (…) “El problema es la quinta columna, que tiene más poder que el que nos imaginamos y es a ella a la que hay que desenmascarar y derrocar. Hay que asaltar ese cuartel general y eso es de la mayor urgencia”.

Se vienen acumulando diversas decepciones, por la corrupción, por la tolerancia del gobierno con los especuladores, por la complicidad de los cuerpos de seguridad con los “bachaqueros” (contrabandistas), complicidad que viene de arriba, por los problemas en los hospitales, en el transporte público, en la seguridad pública, por dramas que vuelven a aparecer en las calles, en el barrio, con niños y niñas… pero, ¿absteniéndonos o votando por los que proponen la dolarización resolveremos algo?, añade Escalona.

Lo monetario

¿Cuántos venezolanos, potenciales votantes por Maduro, creen que existe una guerra económica, responsable de los altos precios y, en general, de la difícil situación económica del país? No existe ningún estudio, investigación, o incluso, ninguna encuesta que permita saberlo, pregunta el director de Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.

En la falta de confianza y de credibilidad en las explicaciones que se le ofrecen al país, y en la ininterrumpida y brutal alza de los precios, están las motivaciones para que muchos venezolanos tengan dudas sobre esa guerra, y hasta de su existencia… se explica por la deficiente información suministrada, fraccionada y circunstancial, añade.

Lo cierto es que en lo referente a las propuestas electorales, lo monetario subsume todo lo programático, partiendo del supuesto de que votantes racionales, de acuerdo a la situación económica, premian o castigan la gestión de gobierno. Se formulan y ofrecen medidas tratando de influir en la percepción y las emociones y no al raciocinio del ciudadano.

La socióloga Maryclén Stelling indica que son de especial importancia las narrativas que manejan los factores políticos en torno a las causas de la crisis económica al igual que de la crisis humanitaria, esta última bandera nacional e internacional de la oposición.

En una esquina, el candidato-presidente Nicolás Maduro apuesta a El Petro y al Bolívar Soberano, y también al Petro-Oro (¿usted sabe de qué se trata?), y en la otra esquina el binomio dolarizador Henry Falcón-Francisco Rodríguez. El portal 15yultimo señala que para ambos, superar la coyuntura actual, pasa por instalar primero un “nuevo tiempo monetario”. Y lo usan como punch propagandístico, totalmente reduccionista de la realidad-real.

Nadie duda de la necesidad imperiosa de políticas monetarias coherentes, pero los graves problemas de fondo del país no se arreglan así no más. Maduro aseguró que a partir de su  reelección arranca la nueva prosperidad económica para el país (¿cómo?) mientras que Henri Falcón promete dolarizar los sueldos, como el remedio mágico para todos los males. Es muy seductor afirmar que todos tendrán posibilidad de manejar dólares, ¿no?

Más allá de su pobreza, este tipo de propuestas electorales son una falta de respeto, un desprecio a un pueblo, al que se les solía explicar cada proyecto, cada medida. Eran épocas cuando se consideraba al pueblo como sujeto de políticas y no solo objeto de ellas, formas que seguramente los sesudos asesores extranjeros, repetidores de fórmulas fallidas en sus democracias declamativas, ni siquiera imaginan.

El problema mayor es que la gente, el pueblo que antes se enteraba de todo por boca de Chávez, no sabe realmente cuál es el plan del Petro-Bolívar Soberano (¿habrá dualidad cambiaria y monetaria?) y el Petro-Oro, pese a que Maduro insista en lo importante debe ser el debate de ideas (que es precisamente lo que falta en el debate preelectoral). Ojo: mensajes confusos y contradictorios, resultan costosos en términos electorales.

Los economistas, incluso los chavistas, advierten que El Petro no está acompañado por un plan económico para acabar con la especulación y el bloqueo económico y financiero, con la escasez de efectivo, con el contrabando de extracción, con el colapso de los servicios públicos, con la ausencia de inversión productiva y con toda la larga cola de los problemas económicos sin resolver.

La dolarización, por su parte, es el slogan vendedor de un proyecto de fondo, el de la entrega del país definitivamente a los capitales especulativos y corruptos, sin distinción de que sean criollos o foráneos. La oferta al  venezolano medio, al trabajador, al 80% del país, es de unos cuantos dólares, mientras los grandes capitales se llevarán hasta las principales empresas del Estado, incluyendo Pdvsa. Muchos opositores al gobierno tampoco están de acuerdo con la dolarización, así a secas, sin proyecto, sin plan.

¿Qué hacer? La economista Pascualina Curcio señala que detener la hiperinflación es la tarea urgente, no solo porque pulveriza el salario real, también contrae la producción nacional; estimula el acaparamiento por las expectativas de aumentos de precios; alimenta el contrabando de extracción; hace insuficiente el presupuesto público.

Añade que es imprescindible y estratégico evitar la manipulación del tipo de cambio en los mercados ilegales y propone anclar el bolívar a la cantidad de oro que está en las bóvedas, cuyo precio solo se fija en el mercado internacional. Pero para ello no se debe vender el oro, ni en dólares ni en bolívares, guardarlo en las bóvedas y minas; y recuperar la producción de petróleo ya que cada 100.000 barriles diarios adicionales equivalen a $1.000 millones de dólares anuales. O sea, cerrar, de una vez por todas, las venas que aún siguen abiertas.

Canal humanitario

Desde que EE.UU. sigue presionando por la apertura de un canal humanitario en Venezuela, y “expertos” y “especialistas” como Cáritas Venezuela, representantes de la Universidad Central y el cardenal Baltazar Porras –autor de furibundas posiciones antichavistas , quien apoyó el golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002-, ofrecieron sus opiniones en la OEA, obviando todos el bloqueo estadounidense y europeo. No estuvieron presentes todos los países, apenas los doce que siguen los dictados de Washington.

En 2005, Porras ofreció a Estados Unidos todos los servicios sociales y programas de la Iglesia Católica en los barrios de Venezuela para desestabilizar al gobierno venezolano, según un cable de la embajada estadounidense en Caracas desclasificado por WikiLeaks.

El representante de EE.UU. en la OEA, Carlos Trujillo, culpó al gobierno de Maduro de utilizar la distribución de medicinas y alimentos como un “método de control social” a través de los Consejos Locales de Producción y Abastecimiento (CLAP) y el Carnet de la Patria. El mismo guión fue repetido por el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en su alocución posterior al discurso de Trujillo.

Washington alienta, asimismo, los esfuerzos del Grupo de Lima y la Unión Europea para que brinden ayuda humanitaria a Venezuela a través de “acciones de contrabando, realizadas por los propios venezolanos”. Pero la ofensiva diplomática en la OEA carece por el momento de la fuerza necesaria para forzar una medida de este tipo por los canales institucionales convencionales.

El representante de Venezuela, Samuel Moncada, anticipó que en realidad, lo que busca esta ofensiva es generar un piso para una “operación más grande contra el país”, enfocada en desconocer las elecciones presidenciales en la próxima Asamblea General en julio y establecer a Venezuela como un “Estado fallido”, con la intención de continuar agrediéndolo con medidas violatorias de la legislación internacional, como un embargo petrolero y reconocimiento de un gobierno paralelo en el exilio.

Independientemente de la falta de resultados, no cesará la intensificación del cerco y asfixia contra el país con el claro fin de capitalizar una ruptura interna en el mediano y largo plazo.

La Eurocámara exigió el 3 de mayo la “suspensión inmediata” de la elección presidencial en Venezuela, al considerar que no reúne las condiciones necesarias para unas elecciones “libres, creíbles, transparentes e inclusivas” (por las dudas, Venezuela sigue estando en Sudamérica): “En las circunstancias actuales, el Parlamento Europeo no puede reconocer las elecciones que resulten de este proceso ilegítimo”.

En Caracas se interpreta ésto como una clara promoción de la violencia en el país que deslegitime los próximos comicios, al igual que las recientes acciones de la OEA y del Grupo de Lima. La injerencia neocolonial siguió: España puede liderar la presión iberoamericana contra el Gobierno venezolano, aseguró el diputado y presidente del partido derechista español Ciudadanos, Albert Rivera.

Presiones externas, abstencionismo de parte de la derecha a la espera de una solución foránea, amenazas de nueva violencia, dos candidatos de oposición que no logran una candidatura única, expectativas ante anuncios de intervención extranjera con diversos argumentos, y un presidente que quiere reelegirse en medio de la peor crisis económica del país, a la espera de las megaelecciones del veinte de mayo.

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