Egipto: Oh hermano, ¿dónde estás?

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Todo el mundo árabe, en realidad todo el mundo, estaba ansioso por saber qué diría el recién elegido presidente de Egipto, el cuadro de la Hermandad Musulmana (HM), Mohammed Morsi, sobre política exterior en su discurso de la victoria.
¡Hablando de un anticlímax! Mencionó brevemente que Egipto respetará sus “acuerdos internacionales” —código para el acuerdo de Camp David de 1979 con Israel—. Tel Aviv y Washington podrán haber sido asegurados. En cuanto a la calle árabe, ciertamente no.| PEPE ESCOBAR.*

 

El lacónico Morsi puede haber evitado la gran pregunta. Pero en este volátil entorno de facto controlado por el orwelliano SCAF (Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas) —el aparato de la dictadura militar— parece que la HM no quiso pensarlo dos veces antes de lanzar a los palestinos bajo un autobús en movimiento lento si significaba aferrarse al poder.

 

A pesar de todo, no fue suficiente para apaciguar al campo de derecha en EEUU, con los acostumbrados perros rabiosos pontificando sobre cómo el presidente Barack Obama había “perdido” Egipto y cómo el país será instantáneamente enterrado por una tormenta de arena de al Qaeda.

 

Una vez más el bloguero de Angry Arab, As’ad AbuKhalil, tuvo que suministrar una perspectiva muy necesaria. As’ad subrayó que “ahora, elecciones en el mundo árabe serán reducidas a una competencia entre dinero saudí y dinero qatarí”. Y el vencedor en Egipto fue la Casa de Thani de Qatar.

 

Siempre es importante recordar que la Casa de Saud y la HM están en extrema competencia respecto al significado del Islam puro. La política exterior oficial de Qatar es apoyar cada vez que sea posible a la HM. Desde el punto de vista de Doha, es algo inmenso: un islamista es ahora presidente de una nación árabe crucial. Todo islamista comprometido del Magreb a Bengasi, y de Teherán a Kandahar, también tendrá motivos para regocijarse.

 

Al mismo tiempo, el candidato oficial de EEUU, la Unión Europea, Israel, la Casa de Saud y del Antiguo Régimen de Egipto —el ex general de la Fuerza Aérea Ahmad Shafik— había perdido. Por lo tato, en teoría, la contrarrevolución egipcia había perdido.
No realmente. Todavía no.

 

Solos los incurablemente ingenuos creen que el orwelliano SCAF gobierna de facto Egipto sin consultar a Wáshington y a la Casa de Saud en cada una de sus acciones. Antes de que Morsi fuera ungido como vencedor, tuvo que haber un acuerdo interno —como informó Ahram Online. [1]

 

El acuerdo SCAF-HM se resume en que Morsi fue obligado a trabajar “dentro de los parámetros fijados por el SCAF”. Eso significa que el aparato de la dictadura militar ciertamente prevalecerá por sobre Morsi y el aparato legislativo. Morsi fue “legítimamente anunciado como el presidente electo” después del cierre de ese acuerdo.

 

Maldita sea, apostamos al caballo equivocado

 

La Casa Blanca felicitó debidamente a Morsi – así como al SCAF, aparentemente sin tomar partido. Pero Wáshington tuvo mucho cuidado en subrayar que el gobierno egipcio debe “seguir cumpliendo el rol de Egipto como pilar de la paz, seguridad y estabilidad regionales”; lo que es código para “que ni se les ocurra renegociar Camp David”. La Casa Blanca también prometió “estar junto al pueblo egipcio”. Con amigos como estos, el “pueblo egipcio” —en su mitad muriendo prácticamente de hambre— puede contar con un futuro brillante.

 

Obama llamó salomónicamente a Morsi y Shafiq, a la HM y al SCAF. Solo los incurablemente ingenuos creerán que EEUU albergaba temores de que Shafik —su candidato preferido— sería finalmente proclamado presidente. A propósito, Shafik tuvo que huir de Egipto en la infamia el martes —después de que el procurador general de Egipto inició una investigación de sus sospechosos tratos durante los ocho años que pasó como ministro de aviación civil bajo Mubarak.

 

Por lo tanto se puede decir que, desde ahora, Egipto tendrá dos políticas exteriores: la de la HM y la del SCAF. El equilibrio de fuerzas dependerá de si la HM puede restaurar el parlamento dispuesto; o puede sacar tantos votos en una segunda vuelta de elecciones parlamentarias como en la primera (anulada). También existe el hecho de que nadie sabe qué poder tendrá un presidente egipcio: la nueva constitución ni siquiera ha sido escrita.

 

Desde el punto de vista de Wáshington, pase lo que pase no debe estremecer el dau real: apoyo ciego a todo lo que haga Israel; disfrazado apenas por todo lo que hagan la Casa de Saud y el CCG (incluida la dura represión de etapas de la Primavera Árabe en Arabia Saudí, Bahréin y Omán); y si alguien nos desafía, lo bombardearemos o atacaremos con drones hasta la muerte.

 

Desde el punto de vista de Wáshington, la HM bajo Morsi puede ser interpretada como fácilmente controlable. No se atreverá a enfrentar a Israel. Es muy probable que Morsi se comporte como un Erdogan —como el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan—: potentes protestas contra el brutal gulag en Gaza impuesto por Tel Aviv; fuerte apoyo para Hamás, pero manteniendo las relaciones diplomáticas y comerciales. En última instancia eso podría llevar a que la dirigencia israelí termine por aceptar a los palestinos como seres humanos. Pero no hay que apostar a que así sea.

 

Queda por ver, en este escenario de “dos tipos de política exterior”, qué lado prevalecerá a largo plazo, la HM o el SCAF. Irán es el test definitivo. Morsi, si tiene alguna libertad de acción, no seguirá a ciegas a Wáshington en su obsesión por incapacitar Irán como Iraq fue incapacitado durante los años noventas; el largo preludio antes del cambio de régimen. Una señal de lo que nos espera es que Morsi dijo a la Agencia Noticiosa Fars que quiere que las relaciones entre El Cairo y Teherán vuelvan a ser normales. Luego hubo un desmentido casi inmediato, que sólo podría haber sido orquestado por el SCAF.

 

El profesor en el Instituto Universitario Europeo en Florencia, Olivier Roy, advierte correctamente respecto a Egipto: “Fue una revolución sin revolucionarios. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes son la única fuerza política organizada… Su agenda política corresponde a una sociedad conservadora, que podrá apreciar la democracia pero que no se volverá liberal.” Desde el punto de vista de Roy: “no habrá una institucionalización de la democracia sin los Hermanos Musulmanes”.

 

¡Hablemos de un largo camino empedrado! Morsi tendrá que responder no sólo ante el SCAF sino también ante la dirigencia extremadamente conservadora de la HM; después de todo hasta ayer no era más que un oscuro cuadro. Sabe que enfrentar al SCAF significa enfrentar a Wáshington.

 

Si hace alguna cosa más atrevida, bastará con que actúen como si lo estuvieran matando lentamente; pero ¿qué pasará si logra movilizar a millones en las calles? No hay nada imposible respecto a lo que se propone realmente este Hermano.
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1]. Se podría llegar a un acuerdo para terminar la actual confrontación: SCAF, fuentes de la Hermandad. Ahramonline, 22 de junio.
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* Periodista, ensayista.
En www.rebelion.org —traducción de Germán Leyens— que cita como fuente a www.atinmes.com (© Asia Times Online (Holdings) Ltd.).

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