El acuerdo entre Rusia y Venezuela

1.079

Gabriel Castillo-Herrera.*

El viernes pasado, en Moscú, se concretó un acuerdo entre Rusia y la República Bolivariana de Venezuela mediante el cual el primero construirá una planta nuclear en el país sudamericano. Tal acuerdo, aunado al hecho de que otro país del continente, Brasil, forme parte del BRIC, viene a poner de manifiesto el augurio de un cambio en la política global.

Este cambio trasladaría la agudización de las contradicciones del capitalismo —al menos una buena parte de ellas— al sitio que durante todo el siglo pasado fue considerado el “patio trasero” de los Estados Unidos de Norteamérica.

En fechas anteriores, muy recientes, hemos podido ser testigos de la vehemencia con que la potencia anglosajona ha tratado de impedir que Teherán continúe desarrollando su programa nuclear utilizando todos los medios a su alcance, inclusive la amenaza velada de invasión, la mentira, etc., tal como lo hizo contra Iraq, en contubernio con Inglaterra, la España aznarista, los gobiernos sometidos del área, su policía israelí  y con el desentendimiento de la ONU.

Siendo que desde antes de el acuerdo de este viernes el gobierno de Chávez no resulta ser —como tampoco el de Evo, el de Correa ni el de Lula— del agrado de la plutocracia norteamericana ni del Pentágono —para lo cual tiene a su policía colombiana con siete bases militares y a su títere, mico de cilindrero, Calderón en su frontera sur— es de prever que en lo mediato se presente un escenario álgido.

Tenemos un antecedente: cuando en plena Guerra Fría se presentó la crisis de los misiles en la Cuba revolucionaria; sólo que hoy la situación es distinta: a Rusia ya no se le puede acusar de estar promoviendo el comunismo internacional ni Venezuela está a tiro de piedra de sus costas. Ni se la puede aislar, como lo hizo con Cuba: requiere, con todo, de su petróleo.

Así que el dilema para los militarotes —y la paranoia— norteamericanos está en buscar un pretexto para impedir la construcción de la planta nuclear en Venezuela, lo que de primera instancia causará un choque interno entre los sectores más conservadores del congreso norteamericano y el propio presidente Obama; entonces veremos de qué está hecho.

Hoy sabemos que el gobierno de México no se situará del lado de sus hermanos de origen, puesto que desde algo más de 25 años se pegó a la cola de Estados Unidos; pero una buena parte de Suramérica ya no está dominada por dictaduras militares sometidas al imperio del norte del Río Bravo.

* Escritor.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.