El acuerdo nuclear Argentina – Brasil: ¿energía o geopolítica?

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Gerardo Honty*

Los presidentes de Brasil y Argentina anunciarán el próximo 6 de setiembre en Recife (Brasil), la creación de una empresa binacional de energía nuclear. La nueva empresa, no sólo se dedicaría a la producción de energía eléctrica sino también al reprocesamiento de uranio, usos médicos y agrícolas y eventualmente su utilización en submarinos atómicos, de acuerdo a informes de prensa argentinos. Esta empresa no se limitaría al área geográfica de estos dos países sino que espera ampliarse a toda Sudamérica donde según el gobierno brasileño se estarían construyendo entre 12 y 15 centrales nucleares antes de 2030.

El presidente de Industrias Nucleares de Brasil, Alfredo Tranjan Filho, dijo al periódico O Estado de San Pablo que “sería más eficiente crear una empresa binacional amplia, dedicada no solo al enriquecimiento de uranio sino también a otras oportunidades y necesidades de los países y del mercado ampliado de América del Sur en las áreas de salud, agrícola y radiofármacos”. La compañía se posicionaría como uno de los proveedores mundiales de uranio enriquecido, uno de los objetivos del gobierno brasileño, según Tranjan. “Además de los planes de Chile, Uruguay, Perú y Venezuela de instalar centrales nucleares, Argentina cuenta con dos usinas en operación, pretende concluir Atucha II y planea construir otras dos usinas. Brasil mantiene Angra I, Angra II, construirá Angra III en 2014 y otras 6 usinas hasta 2030”

La idea de esta empresa binacional fue uno de los 17 acuerdos alcanzados en el encuentro de los dos presidentes el pasado 22 de febrero cuando se creó el Comité Binacional de Energía Nuclear (Coben). Sin embargo la asociación no cuenta con el beneplácito unánime de las autoridades brasileñas, particularmente de la Marina: "No existe ninguna directriz Brasil-Argentina en la que esté involucrada la Marina de Brasil” respondió el Centro de Comunicación de la institución militar al periódico Estado de Sao Paulo. Sugestivamente, también se hizo referencia al acuerdo que Brasil estaría programando con Estados Unidos, para asegurar las nuevas reservas de hidrocarburos halladas en el Atlántico, a ser patrulladas con nuevas embarcaciones, entre las que se menciona el submarino nuclear brasileño en fase de desarrollo.

El gobierno de Lula no sólo tiene problemas con la Marina con sus planes nucleares. Mientras varios estados se disputan la localización de las nuevas plantas, el IBAMA (Instituto Brasileño de Medio Ambiente, agencia encargada de otorgar las autorizaciones ambientales) ha dictaminado que Angra III recibirá la autorización –entre otras condiciones- cuando haya encontrado una solución definitiva para almacenar el residuo nuclear producido en las usinas. El ministro de energía Edison Lobão por su parte ha afirmado que ese es un problema que no se ha solucionado aún en ningún lugar del mundo: El ministerio del “medio Ambiente no puede pedir una solución que no existe todavía. Brasil no está haciendo nada inferior o superior a lo que se hace con las 440 usinas nucleares esparcidas por el mundo entero” replicó Lobão. Es decir: ya que hay 440 problemas sin resolver, no tiene importancia agregar alguno más. La Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN) y Eletronuclear se comprometieron a encontrar una solución antes de 2010 para almacenar los residuos nucleares de manera segura “por 500 años”, una insignificancia si se considera que los residuos permanecen radiactivos por decenas de miles de años. El Ministro de Medio Ambiente Carlos Minc, aún no dio su acuerdo a la solución pero todo hace prever que será aceptada. Lula dio 60 días para resolver la cuestión de la licencia ambiental de Angra III, mientras que el cronograma establecido por el gobierno indica para el año 2014 su puesta en funcionamiento y las presiones hacia el IBAMA son enormes. En Europa entre tanto, la única nueva usina en construcción después del desastre de Chernobyl, Olkiluoto 3 en Finlandia, lleva un atraso de dos años y estima un costo cien por ciento mayor que el previsto inicialmente. Por otra parte los accidentes nucleares –o “incidentes” como le gusta decir a los representantes de la industria nuclear- ocurridos en lo que va del año han minado sensiblemente la imagen de seguridad que esta tecnología viene promocionando.

El pasado 5 de abril era denunciada una fuga de contaminación radioactiva en la central nuclear de Ascó (Tarragona, España), que al parecer se habría producido durante la última recarga de combustible nuclear, en octubre del año anterior. El 4 de junio, la Comisión Europea activó nuevamente el sistema comunitario de alerta nuclear, tras un incidente en la central eslovena de Krsko, al suroeste de aquel país, debido a una fuga de 10 mil litros de refrigerante, y que obligaron a parar la central inmediatamente. El 7 de julio en la región Roman-sur-Isère en el sureste de Francia, se produjo un vertido de 74 kilos de uranio. Once días después, la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) francesa detectó nuevos vertidos radiactivos en la misma usina. El 29 de julio esa planta nuclear reporta la tercera fuga radiactiva en menos de un mes. Los problemas en Tricastin llevaron al ministro galo de Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo, a reconocer que se registraron unos 115 incidentes menores en las 59 centrales nucleares del país. Finalmente el pasado 24 de agosto en la central nuclear de Vandellós II en Tarragona, España, se produjo un incendio que motivó la declaración de prealerta del Plan de Emergencia Interior (PEI).

En este contexto en anuncio realizado por los presidentes de Brasil y Argentina resulta preocupante. Más a la luz de la propia experiencia que han debido afrontar estos países en la construcción de sus plantas, Atucha II y Angra III, que han estado detenidas por más de dos décadas. La única explicación plausible es que, en realidad, la apuesta de Brasil esté más vinculada a una estrategia geopolítica, orientada a ingresar en el “club” de las potencias nucleares pensando más en fines militares que energéticos. No en vano Brasil incluye en el paquete nuclear una planta de enriquecimiento de uranio, instancia necesaria para la alimentación de las armas atómicas.

*Publicado en Rebelión. G. Honty es analista de información en temas de energía y cambio climático en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social), Montevideo, Uruguay.

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