El internacionalismo proletario del gran empresariado y la izquierda chilena

 

 Casi como si estuvieran enarbolando las mejores tradiciones del socialismo, el gran empresariado y el gobierno se preparan para elevar de 15 a 30% el límite de trabajadores extranjeros que las empresas chilenas pueden contratar. Esta es una de las medidas contempladas en el proyecto de Ley Miscelánea de Productividad y Emprendimiento recientemente enviado al Congreso.

 La propuesta de modificación del artículo 19 del Código del Trabajo presentada por el gobierno se hace eco de una sentida aspiración del gran capital, especialmente en rubros como el agro, la explotación forestal y el comercio, entre otros.

 Dicha medida es uno más dentro de la serie de hechos paradojales que el revuelto escenario político del nuevo período del capitalismo chileno viene mostrando, y que bien podrían tomar por sorpresa a cualquier observador desprevenido.

 Sin embargo, ya había indicios previos que esto era algo que se veía venir. Evópoli, partido político de derecha, había propuesto un par de meses atrás aumentar a 50% la proporción de trabajadores extranjeros con que las empresas podrían contar en sus planillas, siempre y cuando estas tuvieran más de 200 trabajadores.

 En este sentido, la cifra de 30% del gobierno queda corta con respecto a la propuesta de Evópoli, pero se sitúa por encima de la que había formulado el anterior gobierno de la socialista Bachelet. En agosto del año pasado este había presentado la propuesta de aumentar a 25% el límite de trabajadores extranjeros.

 Ahora bien, ¿cómo explicar tamaña paradoja? Precisamente el que sean expresiones políticas burguesas, especialmente de la derecha chilena, las que aparezcan impulsando medidas que derriban las barreras que separan a la clase trabajadora. Y, ¿cuál debería ser el posicionamiento correcto desde una perspectiva socialista por la izquierda chilena frente al emplazamiento de las clases dominantes?

 Las condiciones del crecimiento económico y el pragmatismo político de la burguesía chilena

 Cabría empezar mencionando que para el capital le es en principio indiferente la procedencia del trabajador, así como también su color de piel, su acento, su género… solo cuenta para él su capacidad laboral, su actividad creadora que genera ganancias.

 En dicho sentido, no hay ninguna razón “técnica” que justifique la existencia de una cuota que límite la contratación de trabajadores extranjeros. Por lo demás, así lo corroboran los mismos economistas del establishment burgués.

 Por otra parte, uno de los principales objetivos que se ha propuesto el actual gobierno es el de recuperar el dinamismo económico. Hay distintos elementos que dan indicios de que la economía chilena estaría creando paulatinamente, después de un prolongado letargo, las condiciones para una reproducción ampliada capitalista… esto si el nebuloso panorama internacional u otra circunstancia no dicen lo contrario. Entre estos elementos están la recuperación de las tasas de crecimiento, el aumento de las importaciones de bienes de capital, los grandes proyectos de inversión públicos y privados en carpeta, etc.

 Dentro de las condiciones la reproducción ampliada del capital demanda no está solo el factor objetivo, está también -y principalmente- el factor subjetivo: la fuerza de trabajo. Para ampliarse el capital no solo necesita de medios de producción y materias primas, requiere también de una mano de obra a disposición para ser explotada. La necesita como materia dispuesta para sus fines.

 En este aspecto, el estancamiento que exhiben los sueldos y la creación de empleo asalariado, la precarización de las condiciones laborales, los grados de informalidad, los despidos producto del cierre de fábricas y reorganizaciones empresariales, el continuo y gran aflujo de población migrante al país, son todos elementos que dan señales de que el factor subjetivo de la acumulación capitalista en escala ampliada se está recomponiendo también.

 No por nada, ni tonta ni perezosa, la patronal, a través de sus organizaciones gremiales, se manifestó en su momento mayoritariamente a favor de la propuesta de la agrupación liderada por Felipe Kast. De hecho, esta es mucho más radical, mostrándose derechamente partidaria de abolir toda restricción a la contratación de extranjeros. Es como si el gran empresariado nacional hubiera. inscrito en sus banderas las famosas consignas de: ¡Abajo las barreras nacionales! ¡Proletarios de todos los países, uníos!

 Para un posicionamiento de la izquierda chilena

 Frente a este emplazamiento frontal de la clase política burguesa, ¿cuál debería ser la posición de la izquierda chilena? ¿Hay que rechazar la propuesta solo porque viene de la derecha? De hecho, hay sectores en la izquierda que adoptan dicho criterio como parámetro para la determinación de sus posiciones. Cabe recordar que precisamente este fue el que en 2012 usó el diputado comunista Hugo Gutiérrez al momento de rechazar una norma clave de la Ley del Tabaco.  Según sus propias declaraciones en aquel entonces, su criterio era sencillo: «votar todo en contra de lo que vota la derecha, entonces cuando la derecha dice sí, digo no»[1].

 ¿Se podría la izquierda permitir tamaña irresponsabilidad frente al límite de trabajadores extranjeros? ¡No! Pese a ser impulsada por un gobierno de derecha, y todo el apoyo que la patronal le presta con cínicos argumentos de “aporte y enriquecimiento cultural” que traería aparejada, la medida es en sí misma progresista (¡no hay que tener miedo a decirlo!) y debe ser levantada también por la izquierda, ya que crea las condiciones de la integración y unidad política de la clase trabajadora. Además, instala una excelente tribuna para desplegar una política socialista entre los trabajadores, especialmente en el aspecto del internacionalismo: tanto como principio y como de estrategia política de clase.

 Difícilmente las antinomias de la política burguesa, derivada tan claramente de la necesidad de explotación del capital, puedan dar mejor tribuna en lo inmediato a la izquierda para llegar conjuntamente a los trabajadores y la población migrante del país.

 Ahora, ¿qué elementos debiese contener el posicionamiento de la izquierda chilena frente a esta problemática específica?

 Un posicionamiento de izquierda debe tener siempre por norte el aumentar la cohesión organizativa y elevación de los grados de conciencia de las clases trabajadoras. La izquierda debe llevar a cabo un ejercicio sistemático y metódico de educación política entre las clases trabajadoras para que estas avancen en el reconocimiento de sus intereses históricos y enemigos de clase, y que finalmente la impulsen a su acción colectiva autónoma en el escenario nacional.

 Así, en primer lugar, hay que posicionarse firme y sin ambages por la completa derogación de las restricciones a la contratación de extranjeros. Es inaceptable que la ley consagre diferencias de este tipo entre los trabajadores. No es posible que el Código del Trabajo, un cuerpo legal concebido para atenuar –mas no eliminar– los abusos y resguardar a los trabajadores frente a las acciones de la patronal, niegue a una amplia y cada vez mayor proporción de habitantes del país su derecho al trabajo, que en el caso del Chile actual no es sino el derecho a ser explotado por el capital. Una conquista histórica de la clase trabajadora chilena no puede prestarse para este tipo de cosas.

 En segundo lugar, hay que luchar por hacer extensibles las reivindicaciones al plano de los derechos políticos y sociales, por más vacíos y escuálidos que estos sean en el contexto del Chile actual. En dicho sentido, hay que atar la reivindicación por la derogación del límite de contratación de trabajadores extranjeros al inmediato reconocimiento de plena ciudadanía para estos, esto es: derecho a elegir y, ¡sobre todo!, a ser electo para todos los cargos de elección popular. La nacionalidad de los miembros de la clase trabajadora en Chile no puede ser criterio para definir la calidad de sujeto político en la vida pública del país. La izquierda debe levantar el potente mensaje de que la patria es la clase trabajadora, la ciudadanía viene dada por la mancomunión de estar bajo el mismo régimen de explotación, y no por la circunstancia totalmente contingente y azarosa de haber nacido en tal o cual parte del planeta.

 Exactamente el mismo criterio debe primar para los derechos sociales. Todo trabajador extranjero y su prole deben tener la misma capacidad de acceso, en completa igualdad de condiciones, que los chilenos a los beneficios sociales (atención de salud, subsidios habitacionales, gratuidad y becas de educación, entre otros).

 Estos son al menos los contenidos mínimos que una posición de izquierda con perspectiva socialista debiese contemplar ante el emplazamiento inmediato que el sistema político burgués realiza frente a la cuestión del límite de trabajadores extranjeros. Esta contiene reivindicaciones realistas. No requieren ninguna revolución para ser llevadas a la práctica. Son plenamente realizables en el marco político actual, contribuyendo a cohesionar organizativamente y elevar los grados de conciencia política de la clase trabajadora en Chile.

 Naturalmente esta plataforma no resuelve todos los problemas de la población trabajadora migrante. No es posible hacer alquimia social en un régimen fundado en la explotación y miseria de los trabajadores. Lo que busca simplemente es poner en igualdad de condiciones a la población migrante, en cuanto a derechos políticos y sociales, para que se integre plenamente a las luchas de la clase trabajadora en Chile. Que las miserias que enfrente en nuestro país sean solamente las propias de la que sufre esta clase, y que no sumen a estas otras derivadas de arcaicas restricciones legales que no hacen sino lumpenizarla. Ya con la carga de los prejuicios y arbitrarias discriminaciones que pesan sobre ella se tiene más que suficiente.

 Nota

[1] Véase http://www2.latercera.com/noticia/gutierrez-explica-polemica-frase-analizo-los-proyectos-pero-tengo-una-gran-desconfianza-de-la-derecha-chilena/
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