En la vieja Europa algo se mueve

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En 1950 el Canciller francés Robert Schuman sostenía “Europa se hará por la economía o no se hará» A partir de esa consigna y luego de variados sucesos se llegó a la actual Unión Europea y al Euro como su moneda. Fue el paso necesario para consolidar aquel renacimiento de una Europa devastada por la guerra y restaurada por la ayuda de la potencia mundial emergente –Estados Unidos- mediante el Plan Marshall. Europa se reconstruyó bajo el formato de un paternalismo estatal que podría ser reconocido como Estado de Bienestar. La administración de ese “modelo”, destinado a garantizar la continuidad del sistema productivo occidental –conocido como capitalismo-, quedó en manos –fundamentalmente- de partidos social-cristianos y social-demócratas que, con algunas diferencias, se alternaron en el gobierno de Europa durante estos largos años.
Ahora los países del BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica) ofrecen un nuevo “Plan Marshall” para salvar a la vieja Europa. Lo hacen porque de esa manera aspiran mantener con vida uno de sus principales mercados para sus producciones. Algo parecido a lo que hace China respecto a los Estados Unidos. Aquellos países que eran los más “pobres” y “débiles” proponen ayudar a los que se habían constituido como “fuertes” y “poderosos”. Habrá que ver si la profundidad de la crisis mundial deja abierta esta posibilidad.
Una Europa, donde brotan algunos “indignados”, observa –preocupada- como “los políticos” de las fuerzas tradicionales, cada vez más débiles para aplicar “el ajuste”, dejan sus responsabilidades administrativas de gobierno en representantes directos del poder económico. Funcionarios del conglomerado financiero Goldman Sachs pasaron a ocupar los principales puestos de gobierno, comenzando por los países en estado más crítico (Grecia, Italia, España, Portugal). El ex “premier” griego Yorgos Papandreu intentó salvar su gobierno apelando a un referéndum popular. Pedir la opinión del pueblo fue tildado de “peligroso” y su inventor terminó de “patitas en la calle”. En Europa, los restos del Estado de Bienestar y de la democracia representativa pasan –lentamente- a formar parte del “baúl de los recuerdos”.
Los “expertos de la Unión Europea” consideran que la ausencia de un fuerte gobierno económico comunitario es una de las principales causas de la actual crisis. Mientras tanto, en los pueblos crece el “europesimismo”. Una encuesta realizada entre los 27 países miembros de la Unión Europea da como resultado que el 53% de los ciudadanos, de ese continente, considera que el euro es negativo es negativo para sus economías nacionales.
Esta situación comienza a tener complejos e impredecibles efectos institucionales. Ello se está haciendo cada día más visible en Hungría y con la posibilidad que se extienda a Francia.
En Hungría gobierna Viktor Orban, un nacionalista –ex futbolista semi profesional- que no forma parte de las tradicionales corrientes políticas  europeas, quien ya lo había hecho entre 1998 a 2002. Volvió en 2010 al ganar las elecciones con más del 50% de los votos. La Unión Europea comienza a discutir la suspensión de Hungría como miembro de la misma, mientras le pide al gobierno la derogación de una serie de leyes (sobre restricciones a la prensa, menor autonomía del Banco Central, adelanto de la jubilación a los jueces) que atentarían contra la “democracia” y los “valores” europeos.
En Francia los problemas parecen más lejanos aunque sus “riesgos”, de continuarse algunas tendencias, podrían ser mayores. Marine Le Pen, hija menor de Jean-Marie Le Pen fundador del nacionalista Frente  Nacional, sigue creciendo en las encuestas. En Francia se votará en abril y mayo (1ª y 2ª vuelta respectivamente) Las fuerzas en disputa son: Socialistas, el partido de centro derecha del actual Presidente Nicolas Sarkozy y el Frente Nacional de Marine Le Pen. Ésta, ascendiendo, se encuentra muy próxima a la fuerza de Sarkozy, en descenso. Su programa no tradicional, para muchos de tendencia “xenófoba y fascista”, se propone terminar con el Euro, parar la integración con Europa, restablecer la pena de muerte, cerrar las fronteras, sacar a Francia de la OTAN y estrechar vínculos con Rusia. Asimismo se opone a la existencia del FMI, Banco Mundial y la OMC (Organización Mundial de Comercio). Cuenta con una franca oposición entre los sectores medios urbanos y con el apoyo de más del 40% de apoyo entre los obreros y campesinos. Mientras la crisis paraliza a las fuerzas tradicionales ella encuentra allí su mayor potencialidad, al punto de recoger la simpatía de grupos anti sistema. Por lo que se ve, en Europa algo se mueve… destino impredecible.

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