“Es inexplicable que la Fundación Neruda se haya opuesto a la investigación y se dedique a desacreditar testigos”

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Carolina Rojas (1978) habla de su reportajes para la Revista Ñ ¿Quién mató a Neruda? y La sombra de Neruda: “Fue acosado tras el golpe militar y su círculo más íntimo perseguido y torturado. Por qué no investigar si se nos contó que Pablo Neruda había muerto de cáncer y hoy al menos sabemos que no murió producto de su enfermedad. Luego decidí escribir el segundo artículo sobre el corrector y gran amigo del poeta, Homero Arce, asesinado en 1977, ¿cuánta gente sabía que su amigo y corrector fue secuestrado? Muy poca, creo que eso prueba que los cercanos a Neruda fueron acorralados”.| MARIO CASASÚS.*

 

Durante siete años trabajó en La Nación Domingo, actualmente escribe para la revista Paula y otros medios chilenos. Carolina Rojas cursó un taller en la Fundación Nuevo Periodismo de Gabriel García Márquez y el año pasado fue seleccionada para el Premio Nuevas Plumas con la historia de Homero Arce:

 

“Fue el corrector y mejor amigo de Neruda, fue secuestrado golpeado hasta que le hundieron el cráneo y murió de una manera muy cruel, estamos hablando de un hombre que ya era un anciano y que fue secuestrado mientras cobraba su jubilación, lo interrogaron ¿qué le habrán preguntado? Eso es algo que nunca sabremos.

 

—La Revista Ñ salió por primera vez el 4 de octubre de 2003, la nota de tapa era: Tras los pasos de Neruda; 8 años después, el 6 de septiembre de 2011, publicaste el reportaje: ¿Quién mató a Neruda? ¿Cuál fue la reacción de los editores de Ñ al presentarles la noticia del presunto asesinato de Neruda?, ¿cómo armaste el rompecabezas de tu nota?
—La revista, como suplemento cultural siempre ha estado interesado en este tipo de temas; he escrito algunas crónicas y reportajes sobre Víctor Jara, Violeta Parra, y otros temas de derechos humanos.
«En el inicio del caso, el interés de los editores fue inmediato y el que se merece una figura de la talla de Neruda. La propuesta la hice yo, con la certeza que en Argentina existe un interés mucho mayor del que hay acá —es lamentable que lo diga— por publicar investigaciones sobre derechos humanos.
«Tras las primeras declaraciones de Manuel Araya, le propuse al editor de literatura del suplemento, la idea de profundizar los dichos del chofer de Neruda. Primero partí por la revisión de documentos para hacer la reconstrucción de los hechos y luego empecé realizar las entrevistas con la idea de conseguir nuevas declaraciones de alguna enfermera o doctor que tuviera su versión. Quedamos en eso con el editor y en un una «dead line» determinada, pero nunca pensamos que daríamos con las declaraciones de Sergio Draper, el doctor que administró los últimos medicamentos a Neruda, Dipirona según la versión oficial.
«La primera parte de la investigación fue revisar documentos, fotografías, archivos de prensa, su certificado de muerte. Ahí aparecieron las primeras conexiones.
«El certificado decía que Neruda se encontraba en estado de caquexia y este hecho se podía contrastar con una fotografía de Neruda cuando ya estaba muerto, a simple vista aparece robusto, aún en buena forma. Las imprecisiones de la misma prensa de ese tiempo, los diarios que servían a Pinochet cometen errores garrafales: mencionaron el shock y posterior paro cardíaco producto de calmantes y otro día escribían otra cosa.
«Luego siguieron las entrevistas a sus cercanos y hablé con su sobrino Rodolfo Reyes, con Manuel Araya, y con el abogado querellante del caso, Eduardo Contreras.

 

—¿Cómo recibieron los lectores en Chile el reportaje: Quién mató a Neruda, ¿te enviaron cartas, indicios o te presentaron alguna fuente?
—No sé si hubo reacciones en Chile, más que los interesados y la alta lectoría del artículo; insisto, por alguna razón que no manejo, los medios chilenos no están muy interesados en el caso Neruda, pero lo que si pasó fue que el reportaje que escribí para Revista Ñ se incluyó en la investigación del juez Mario Carroza y Draper fue llamado a declarar. Para el abogado querellante Eduardo Contreras fue un gran avance en el caso.
«Nadie me contactó para darme algún dato, pero seguí investigando, no sé si me corresponde resolver el caso, pero sí probar que aquí hubo al menos negligencia, persecución y no lo digo yo, lo dice Manuel Araya, y su historia fue corroborada por Matilde Urrutia en su libro, lo dicen otros testigos y mi trabajo es ese, comprobar con hechos que Pablo Neruda fue acosado tras el golpe militar y su círculo más íntimo perseguido y torturado.
«Por qué no investigar si se nos contó que Pablo Neruda había muerto de cáncer y hoy al menos sabemos que no murió producto de su enfermedad. Luego decidí escribir el segundo artículo sobre el corrector y gran amigo del poeta, Homero Arce, asesinado en 1977, ¿cuánta gente sabía que su amigo y corrector fue secuestrado? Muy poca, creo que eso prueba que lo cercanos a Neruda fueron acorralados. Además de que se echó tierra a sus historias.

 

—Entrevistaste a Sergio Draper, médico de turno en la Clínica Santa María el 23 de septiembre de 1973 y te dijo el nombre del analgésico que ordenó inyectar a Neruda: “si mal no recuerdo fue una dipirona”. ¿Fue fácil ubicar al doctor Draper y convencerlo de conceder la entrevista?
—Fue fácil ubicar a Sergio Draper, su esposa me dio su correo y él acepto a hablar conmigo y entregar su versión, que es lo que hizo, conversamos más tiempo de lo que aparece en el artículo, pero por cosas de extensión no se publicó en su totalidad y algunos datos serán parte de un próximo artículo.
«Los periodistas a los que nos gusta la investigación sabemos que hay un momento, un punto en que la suerte puede darnos una mano. Draper contestó mis correos, la entrevista no se dio en las circunstancias que yo hubiese esperado: el doctor se ofuscó mucho, subió la voz muy alterado, pero en todo momento no dejé de preguntarle si él le había administrado o no los calmantes a Neruda, si él había sido o no la última persona que había visto a Neruda con vida.
«Él estaba dispuesto a entregar su versión de los hechos, pero con las contrapreguntas sucedió lo que como periodista sabemos que puede suceder: se pudo haber ido sin contestar nada. Si bien fue una situación difícil, la parte en que uno se siente intimidado son gajes del oficio.
«Después de calmarse, él dijo que sería la última vez que hablaría del tema y cumplió su palabra. Por supuesto, todas las preguntas se las hice como era debido, con mucho respeto; él quería contar su versión que se contradecía con las declaraciones de todos los testigos, también defendió a la Clínica Santa María, es su derecho, eso fue lo que hizo, me gustara o no su tono».

 

—Después de la exclusiva de Ñ, el doctor Sergio Draper se niega a conversar con la prensa, Associated Press intentó establecer comunicación, sin éxito, con Draper llamando a la clínica y al Colegio de Médicos de Chile” (AP 13/01/2012). ¿Volviste a entrevistar al doctor Draper?, ¿leíste sus dos declaraciones judiciales y el reportaje de “La Tercera” en septiembre de 1975?
—No traté de conversar con él, hay una parte de la entrevista que me he guardado para otro artículo, leí recientemente su reportaje de 1975, mi conclusión por el momento me la guardo; para todos los artículos trabajé con hechos, declaraciones y documentos.
«Pero lo supuestamente obvio aquí no existe, trabajo por sobre todas las cosa con la presunción de inocencia, siempre. Lo que a mí me corresponde es seguir investigando y trabajando, como decimos los periodistas: ‘estar encima del tema’. Mi conclusión tras mis investigaciones y la parte que puedo mencionar, es que por lo bajo hubo dolo en el tratamiento de Neruda.
«Matilde Urrutia menciona en algunos párrafos de su libro que hay algo raro en el tratamiento que les dan, se siente observada y sospecha de ese trato negligente. En un momento el cuerpo de Neruda queda abandonado en la oscuridad y Urrutia comienza a sentir esa desesperación del abuso de poder y apunta con el dedo a la Clínica, eso sin mencionar que fueron acosados desde Isla Negra a Santiago por los militares quien en días anteriores ya habían allanado su casa.
«Tras el 11 de septiembre, Isla Negra quedó bajo la gobernación de Manuel Contreras, quien quedó a cargo de la zona Tejas Verdes y Melipilla ¿Es de extrañarse que los persiguieran? No. La verdad es que muerto Allende una figura Importante era Neruda, todo pudo pasar en medio del golpe de Estado y sus días posteriores, estamos hablando de uno de los capítulos más terroríficos de nuestra historia».

 

—¿Sería necesaria la exhumación de Neruda para buscar dipirona, metales pesados, veneno y la metástasis del cáncer?
—Creo que sí, tras lo que he podido recabar, los chilenos merecemos conocer las verdaderas causas de la muerte del vate, también lo merece su familia. Si bien eso se encuentra en manos del Servicio Médico Legal, que hasta el momento opina que la exhumación no es necesaria, existe el informe de un especialista canadiense que cree que con la actual tecnología y a pesar de la cercanía del cuerpo al mar, si es posible obtener conclusiones importantes.
«!Lo que jamás se puede presumir es la buena fe de los agentes de la dictadura y sus colaboradores, y eso obliga por conciencia a que se realice una investigación lo más diligente posible en todos los casos y ni qué decir de un hombre de tanta importancia y además militante comunista».

 

—El 31 de julio, publicaste un nuevo reportaje en Ñ: La sombra de Neruda, sobre Homero Arce, el secretario del poeta. ¿Por qué extendiste la investigación al resto de los colaboradores de Neruda que fueron torturados en dictadura?
—Creo que esto de algún modo refuerza la duda de si Neruda fue un objetivo militar o no, pero mi labor es dar a conocer algunos hechos, son los lectores los que formarán su propia opinión.
«Homero Arce fue el corrector y mejor amigo de Neruda, fue secuestrado golpeado hasta que le hundieron el cráneo y murió de una manera muy cruel, estamos hablando de un hombre que ya era un anciano y que fue secuestrado mientras cobraba su jubilación, lo interrogaron ¿qué le habrán preguntado? Eso es algo que nunca sabremos.
«Este suceso ocurre en febrero de 1977, cuando la represión estaba en su punto más alto. Por otro lado, el chofer de Neruda estuvo prisionero en el Estadio Nacional y Jaime Maturana en Villa Grimaldi, digamos que al menos hubo un ensañamiento con el círculo más cercano de Neruda.

 

—Localizaste en Recife (Brasil) a Alejandra Arce, la sobrina nieta de Homero Arce dio a conocer que investigó —en 1992— el asesinato del secretario de Neruda y la trágica muerte de Laura Arrué. ¿A qué resultados llegó Alejandra Arce con sus pesquisas?, ¿tiene sentido para Alejandra Arce la teoría del asesinato de Neruda?
—Sí, ella tiene sospechas, como la mayoría de los cercanos a Neruda y Homero Arce; Alejandra Arce hizo su propia investigación donde confirmó que su tío abuelo, Homero Arce, fue secuestrado, brutalmente golpeado y después abandonado en el jardín de su casa.
«Esto también lo confirma Laura Arrué de manera más sutil en su libro Ventana del Recuerdo y los vecinos de Homero Arce. Para ella Homero fue perseguido por su amistad con Neruda.

 

—Alejandra Arce declaró: “Los que la seguían y aún siguen a Matilde Urrutia me parecen fieles al comercio y no a la literatura” (Ñ 31/07/2012). El 5 de mayo se cumplió el centenario de Matilde Urrutia, ¿no te parece un buen pretexto para desmitificarla o revisar su rol en la actual administración del legado de Neruda?
—A la historia de Homero Arce no se le ha dado el lugar que merece, pero la historia a veces está hecha por personas llenas de egos, intereses económicos e individualismos, muerto Neruda, se borró a Homero Arce de sus memorias, desconozco los motivos que tuvo Matilde Urrutia para hacerlo.
«No sé si es momento para criticar la labor de Urrutia, quien ha sido criticada también por no haber investigado las verdaderas causas de la muerte de su esposo. ¿Pero quién podría haber tenido el valor de hacerlo?
«Estamos hablando de una viuda, cuyas casas habían sido saqueadas y destrozadas por los militares, apenas pudo enterrarlo en un funeral lleno de agentes de Pinochet vigilando la concurrencia de militantes comunistas para dejarse caer. Que ella hubiera tenido el valor de hacerlo era una sentencia de muerte.
«Más que revisar su labor y desmitificarla me gustaría ver a la Fundación Neruda como parte querellante en este caso. Mi opinión es que la Fundación no representa el legado de Neruda, pero en eso no voy ahondar más».

 

—Matilde Urrutia heredó al abogado Juan Agustín Figueroa la presidencia vitalicia de la Fundación Neruda en 1982, recientemente el abogado declaró: “La exhumación de Neruda sería un verdadero acto de profanación” (Radio Bío-Bío 05/12/2012). ¿Qué te dice la negativa de la Fundación Neruda para esclarecer la muerte del poeta?
—Creo que al menos deberían considerar las circunstancias en las que se dio su muerte, apoyar la investigación ahora que las sospechas están dadas. Neruda es una de las figuras que tuvo mayor proyección internacional en nuestro país, no sólo por el Premio Nobel, sino también por su solidaridad y ayuda humanitaria incansable. Si se han sembrado dudas por qué no apoyar una investigación, sobre todo cuando sabemos cómo han terminado las investigaciones de Eduardo Frei Montalva, José Tohá y recientemente el general Alberto Bachelet.
«Hoy ya sabemos que Neruda no murió de cáncer, insisto, ni estaba agonizando como hasta hace un tiempo ignorábamos. Más que bueno o malo, creo que es inexplicable que la Fundación Neruda se haya opuesto a la investigación y se dedique a desacreditar testigos.
«Estuve con Manuel Araya y me parece una persona absolutamente confiable. Todos sus dichos los pude corroborar en las memorias de la propia Matilde Urrutia, las declaraciones a la prensa de la época y contrastar con otros testigos quienes apoyan completamente su versión, además de que tiene una memoria prodigiosa.
» Tras tratar de conocer el paradero de los miles de detenidos desaparecidos, hoy es el momento de sacar estas historias a la luz, como la de Neruda, Alberto Bachelet y las que seguirán apareciendo, es la única forma de terminar con las heridas abiertas en Chile.
«¿Qué discurso corre para la Fundación si niegan esta historia o banalizan los hechos? No lo entiendo».

 

—Finalmente, ¿escribirás un libro sobre el presunto asesinato de Neruda?
—Tengo las ganas, pero no he visto mucho interés de algunas editoriales chilenas de publicar esta historia, me encantaría dedicarme a investigar por completo lo que aún queda por contar para un trabajo de largo aliento. Tengo la convicción que estos temas se deben escribir.
«A pesar que nuestra generación ya está absuelta de toda culpa y de las omisiones de nuestros abuelos o padres, estamos marcados por las atrocidades cometidas en dictadura. Hay un libro muy bueno sobre el nazismo de Bernhard Schlink que se llama el “El lector”, allí hay una frase que dice: “el pasado que nos marca y con él debemos vivir” y otra que dice: “lo que sentimos no es importante, lo único que importa es lo que hacemos”.
«El punto es que seguiré escribiendo este tipo de temas y Revista Ñ es un medio prestigioso para ello.
«En Chile no se puede escribir de derechos humanos sin dejar ronchas, menos cuando aún hay torturadores libres vestidos de alcaldes u otros cargos. Ojalá con esta entrevista alguna editorial se interese. Esperemos, quién sabe.
——
* Periodista.
publicado originalmente en www.elclarin.cl —se reproduce por gentileza del autor.

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