Fin de una era: de la alquimia financiera a la química petrolera

Alfredo Jalife-Rahme*
Se consuma el prospectivo axioma multidimensional de Bajo la Lupa externado desde la primavera de 2004, cuando se supo que la dupla anglosajona era incapaz de controlar por la vía bélica los pletóricos yacimientos de hidrocarburos en Iraq: la relación inversamente proporcional entre el dólar unipolar con los dos binomios geoestratégicos multipolares, el petróleo/gas y el oro/plata.

Ya no es noticia para nuestros lectores alertados desde hace cinco años: hoy el "oro negro" ha regresado por sus fueros y se ha recuperado enormidades para ubicarse en más de 81 dólares el barril, mientras el "oro amarillo" está a punto de atravesar la barrera sicológica de mil 100 dólares la onza y la plata de perforar el umbral de 20 dólares la onza.

La excepción trágica del planeta lo representa el "México neoliberal", que, pese a poseer las dos joyas geoestratégicas del momento (hidrocarburos y plata), fincó su destino fatal en el modelo globalizador del Titanic y la alquimia financierista de Estados Unidos, controlado por la quebrada banca israelí-anglosajona .

Ahora que la prestigiada editorial argentina Libros del Zorzal me solicitó una nueva introducción (que valió su publicación íntegra en el periódico argentino El Clarín) para la segunda edición del libro agotado Fin de una era: turbulencias en la globalización (Buenos Aires, 2007), al releer el texto, casi tres años más tarde, me percaté que no había prácticamente nada que alterar o corregir –lo que expone el carácter estructural irreversible de las tendencias geopolíticas, geoeconómicas y geoenergéticas abordadas (ahora más diáfanas)–, por lo que me permito compartir con los lectores  el previo contenido:

“Nuestro mundo evidencia desde hace algunos años una serie de cambios estructurales cuyo alcance habrá de sentirse por generaciones. Podríamos decir que asistimos al fin de una era. No obstante, su modelo omnipotente de globalización financiera ya venía averiado desde años atrás: para los técnicos, desde la quiebra del fondo de inversión LTCM en 1998; para los leguleyos, desde 2000, con el desplome bursátil del índice tecnológico Nasdaq.

“Tal como vine señalando en artículos publicados en La Jornada, la alquimia financiera, manejada estupendamente por la dupla anglosajona –Estados Unidos y Gran Bretaña–, que controla los mercados de la globalización desregulada, sólo podía pervivir gracias a la eventual transmutación del ‘oro negro’ en ‘papel-chatarra’, concretamente el dólar.

“Un virtual triunfo militar de Estados Unidos en Irak –con el consiguiente control petrolero– hubiera prolongado la alquimia financiera otra década más. No sucedió así.

“La derrota de Estados Unidos en su aventura militar en Irak, que no pocos analistas lúcidos de su establishment catalogan de ‘catástrofe’, enterró el proyecto fantasioso de la unipolaridad con su política de ‘guerra preventiva’ que pretendía cambiar los regímenes sentenciados de ‘enemigos’ bajo el mote teológico de ‘eje del mal’.

“En 2003, después de haber literalmente pulverizado a la antigua Mesopotamia desde los cielos, el ejército más poderoso del planeta con sus 150 mil efectivos no pudo derrotar a 20 mil insurgentes sunitas ni controlar sus pletóricos yacimientos petroleros. Fue justamente el año siguiente cuando emergió lo que podríamos denominar ‘la ecuación del siglo XXI’: declive del dólar y auge de dos binomios tangibles, el petróleo/gas y el oro/plata.

“Las consecuencias geoestratégicas de la derrota militar de Estados Unidos en Irak son infinitamente superiores a su descalabro en Vietnam, crisis de la que la URSS no supo sacar provecho. La dupla Nixon-Kissinger reaccionó rápido y requilibró sus posiciones mediante tres movimientos exitosos en el tablero de ajedrez mundial: 1) el viaje a China (seducida como nueva aliada frente a la URSS); 2) el golpe de Estado pinochetista contra Allende en Chile (ese otro 11 de septiembre, de 1973), y 3) un mes más tarde, la victoria de Israel en su guerra contra los países árabes limítrofes.

“Hoy, a más de tres décadas de esos acontecimientos, el cuadro es bien diferente. La derrota de Estados Unidos en Irak exhibe cinco consecuencias mayúsculas:

“1. Se derrumba la ‘contención de China’ –estrategia delineada en 1992 por la Guía de Política de Planificación del Pentágono bajo la firma de Paul Dundes Wolfowitz, subsecretario de Dick Cheney–; al revés de lo planeado, Beijing se asienta actualmente como una nueva potencia de primer orden;

“2. Se sacude la globalización financiera, abriendo paso al proceso de ‘desglobalización’;

“3. El dólar pierde su hegemonía y desnuda la vulnerable realidad geofinanciera y geoeconómica de Estados Unidos, el único imperio deudor en la historia de la humanidad;

“4. La multipolaridad, que a nuestro juicio se expresa en un ‘nuevo orden hexapolar’ (Estados Unidos, la Unión Europea y el BRIC: Brasil, Rusia, India y China), y

“5. Emerge la teocracia de los ayatolás de Irán como la nueva potencia regional en el Golfo Pérsico: un efecto totalmente indeseable para el trío conformado por Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, derrotado por la ‘guerra asimétrica’ desde de la frontera china con Afganistán, pasando por los países ribereños del Golfo Pérsico, hasta la costa oriental del mar Mediterráneo.

“Actualmente es más diáfano el trayecto del nuevo orden multipolar: la globalización financiera, de corte trasnacional privado, se encuentra en proceso de desintegración (o de ‘desglobalización’), mientras crece la influencia de la globalización petrolera, de corte estatal y geopolítico. ¿Se trata de una revancha de la química petrolera contra la alquimia financiera?”

¿Qué varió tres años más tarde? Muy poco: cuando los procesos enunciados se han consolidado.

Los sucesos geoestratégicos relevantes desde agosto de 2008 que explaya el portal europeo De Defensa (19/10/09) –“la crisis de Georgia (…), la crisis financiera, la nueva política de Obama y el abandono de los antimisiles: todos esos eventos y todas esas iniciativas trastocaron el paisaje europeo de la seguridad”– ya se encontraban escritos en el muro.

Difícilmente existen eventos sueltos cuando concurren y/o colisionan los intereses geoestratégicos de los hidrocarburos y las geofinanzas. "Todo" se ha concatenado a partir de la catástrofe militar de Estados Unidos y Gran Bretaña en Iraq, al unísono de la insolvencia de la banca-israelí anglosajona, lo cual gestó en su conjunto el ascenso prodigioso del BRIC y el nuevo orden multipolar.

Lo que sucedió en la segunda mitad de 2008, ya no se diga en 2009 y lo que sigue el restante del siglo XXI, ya se había escrito en el nuevo muro babilónico desde la primavera de 2004 con la derrota militar de la dupla anglosajona en Iraq, que le propinó la "guerra asimétrica" de la insurgencia sunita árabe

*Analista internaiconal mexicano, columnista de La Jornada

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