Gisela Ortega / Comunicar, comunicarse

La comunicación —el cómo y qué comunicar— es lo que distingue al ser humano del resto de las especies. Es un don, o una característica, como la inteligencia. Es lo que hace posible, la vida, el amor, tomar ánimo ante las dificultades cotidianas, porque las personas necesitan compartir lo que sienten. Es verdaderamente una cualidad, porque los seres encerrados en si mismos, que no se expresan, sufren y terminan aislados.

A los niños hay que enseñarlos desde pequeños a compartir tanto sus alegrías como sus penas. Una persona acostumbrada  a  manifestar  lo que siente será un individuo que tendrá una garantía en contra de los complejos y de esas soledades emocionales de los seres tímidos y de los introvertidos. Por eso tenemos la obligación de mirar siempre a nuestro alrededor para dar una mano a aquellas personas a quienes se les hace difícil la participación para mejorar su ambiente.

La comunicación cotidiana es la necesidad del prójimo de compartir con los demás sus penas, alegrías, intenciones, vivencias e intereses. Cuando se habla de los desastres matrimoniales, o que no marcha bien la relación de pareja, así como las familiares y de trabajo, hablamos de incomprensión, ésta se origina en la falta de información. Si no se dicen las fallas que existen, se van construyendo internamente muros.

La gente no se expresa  por miedo a ofender, y esto luego se revierte, todas las frustraciones y represiones que se hacen  por amor o delicadeza, para no herir a otros, se convierten en rencor, que termina con las bases de cualquier vínculo, así sea emotivo o laboral.

Todo lo que uno oculta tarde o temprano se esgrime contra el  otro que ha causado esa opresión, lo cual es injusto, ya que somos nosotros los que equivocadamente hemos estado frenando nuestras necesidades como un supuesto gesto de amor o afecto.

Por eso es necesario tener una comunicación asertiva. La asertividad  es un comportamiento, consciente, congruente, claro, directo  y equilibrado cuyo objetivo es transmitir nuestras ideas, experiencia y sentimientos, defendiendo nuestros legítimos derechos, intereses o necesidades, sin agredir  ni someterse a la voluntad de otras personas, manifestando nuestras convicciones mientras se defienden nuestros derechos, sin la intención de herir o perjudicar a los demás..

Una persona asertiva suele ser tolerante, segura de sí misma, honesta, directa; acepta además los errores, defiende sus derechos personales, sabe decir “no”, e impide ser manipulado en cualquier aspecto. Es un factor decisivo en la conservación y aumento de nuestra estima, que mejora y fortalece las relaciones en el ser humano en todos los niveles.

La buena comunicación fortalece los lazos personales y sociales.

Gisela Ortega es periodista.

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