Golpe contra Juan Bosch y Manuel Zelaya
Luis Britto García*
El intelectual y el exilio
¿Cómo se me ocurrió mi primer cuento? Era yo un niño, y en la playa de Macuto vi a Juan Bosch, echado en la arena y mirando hacia el horizonte marino, tras el cual se escondía su isla natal. Inventé un mal relato sobre un exiliado que planificaba el regreso. La historia real era mucho mejor y menos creíble. Nacido en 1909, a los 27 años Bosch es un narrador que escribe cuentos y novelas en lenguaje diáfano sobre las bellezas y los males de su país.
El dictador Rafael Leonidas Trujillo, hombre cruel pero inteligente que sabe lo que vale un intelectual, intenta incorporarlo a su Poder Legislativo. Don Juan prefiere la democracia, que a veces en nuestros países es escoger el exilio, elige fundar en La Habana el Partido Revolucionario Dominicano, decide lanzar en 1947 una invasión naval garibaldina desde Cayo Confites, que es interceptada y lo lleva a una prisión y una larga huelga de hambre en La Habana hasta que son liberados sus compañeros. El dictador Trujillo no será eliminado por un desembarco, sino por un atentado conocido y quizá permitido por la CIA. Tras un cuarto de siglo de exilio, Juan Bosch puede volver a su obra.
El intelectual y la Democracia
Pero la obra del escritor latinoamericano y caribeño se confunde con la pasión del pueblo. En diciembre de 1962 Juan Bosch triunfa en las elecciones como candidato del Partido Revolucionario Democrático. El pueblo, que sabe mejor que un tirano lo que vale un intelectual, lo elige con casi el 60% de los sufragios y más del doble de votos que los otros candidatos.
Casi medio siglo después el Presidente electo de Honduras, Manuel Zelaya, es hecho prisionero por militares golpistas por intentar convocar una Constituyente. La antesala del derrocamiento fue un golpe judicial del Tribunal Supremo de Honduras, que se pronunció contra la convocatoria. Más peligroso que el golpismo es un tribunal contrario a la soberanía. Atención, Venezuela.