Gravísimo: amenaza el ministro con devolverlos a la cárcel y dejarlos morir

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Rivera Westerberg.*

Informaciones recibidas de la localidad de Victoria, Chile, en cuyo hospital fueron internados seis de los diez presos políticos mapuche en huelga de hambre confinados en el presidio de Angol —cumplen 84 días sin alimentarse— señalan que el médico ministro de Salud les insinuó que, de no levantar la medida, podrían ser devueltos a sus calabozos —donde morirán.

El gobierno chileno comenzó con las intimidaciones hacia los presos políticos mapuche de Angol, que han decidido continuar la huelga de hambre. Durante el fin de semana el ministro de Salud del régimen, el médico Jaime Mañalich , visitó el hospital de Victoria donde la mayoría de los prisioneros se encuentran en grave estado; allí los amenazó señalando que "daría la orden para que retornacen a la cárcel de Angol y que ahí los dejaría morir".

La amenaza fue pronunciada luego de no poder convencer a los comuneros para que desistan de la extrema medida, último recurso, y desesperado, que éstos encontraron para lograr que su voz —condenada al silencio en los medios de comunicación comerciales— se oyera tanto en el ámbito nacional como internacional. Para las autoridades y la prensa en general, los presos mapuche o son terroristas entrenados en el exterior o meros revoltosos, pasando por alto el nivel de solidaridad que reciben y son detenerse a analizar sus demandas.

Más allá de dos exigencias puntuales —que no se los juzgue (los únicos en Chile) bajo la llamada Ley Antiterriorista, herencia de la dictadura militar-cívica, y que no utilice para ello la figura de los"testigos sin rostro" (que se ha probado en varios casos reciben estipendios de la fiscalía)— las comunidades mapuche exigen un proceso de diálogo con representantes del Estado para ver modo de encontrar satisfacción a sus demandas, por lo demás históricamente —y en muchos casos jurídicamente— válidas  y legítimas según las leyes chilenas.

Pero no, tras la invasión a fines del siglo XIX de sus territorios ancestrales —reconocidos por la legislación y tratados entonces vigentes—, los sucesivos gobernantes han hecho oídos sordos a los reclamos de esta nación, abriendo sus fronteras a la colonización indiscriminada y a menudo violenta y, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, arrasando con flora y fauna nativa, para culminar en los últimos años con un avance sobre la costa con vertederos industriales y la práctica de la pesca de arrastre.

Las investigaciones del presunto terrorismo mapuche no ha logrado encontrar un solo muerto, un golpeado o herido con arma de ningún tipo por los mapuche —salvo en casos de defensa ante agresiones—. Por el contrario, son escuelas a las que acuden niñas y niños de cortos años, domicilios, predios los que son contínuamente allanados con lujo de fuerza, golpeados y vejados mujeres, ancianos y atemorizados  niños y jóvenes; más de una vez sus cultivos fueron destruidos, corridas las cercas perimetrales de las comunidades o simplementre asesinados y alguna vez "desaparecidos" muchachos por la policía.

Ante este cuadro sostener que el gobierno "está trabajando" para resolver armónicamente el conflicto no pasa de una brutal hipocresía; y la prueba de ello está en la aseveración ministerial: "daría la orden para que retornacen a la cárcel de Angol y que ahí los dejaría morir"

Tras dicha la amenaza, se produjo un altercado verbal y Mañalich se retiró sin terminar la evaluación de todos los mapuche. Posteriormente se informó que habría partido a la cárcel de Angol, para culminar su peregrinación negociadora y tratar de imponer la voluntad del gobierno de Piñera y hacer que la totalidad de los presos políticos mapuche en huelga de hambre se bajen de la movilización.

Los comuneros manifiestan que mantendrán la huelga indefinida hasta que no se retire la figura de los testigos protegidos de las imputaciones a Mapuche, ya que un solo testigo protegido mantiene a más de veinte comuneros encarcelados en la novena región.

No es la huelga de hambre el nudo del problema, el nudo es lo que la desató, los años y las generaciones viviendo entre y como los más pobres de Chile, sin tener derecho siquiera a opinar sobre los asuntos que les son vitales, forzados a una asimilación que no desean, que repugna a su modo de vida, o a la integración al Estado que no les ofrece nada a cambio, salvo otro modo de servidumbre y otro pasaje a su extinción como cultura, primero, y etnia después.

Y esa es la lectura que los prohombres y promujeres en la cima de la pirámide social y política chilena no quieren hacer. O no quieren se sepa que ya la hicieron.

* Fuente: Comunidad Autónoma Temucuicui (sobre la visita ministerial).

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