Integración: el importante relanzamiento de la CELAC
Con una reunión de cancilleres y vicecancilleres de 29 países de los 33 países de América Latina y el Caribe, México asumió el miércoles 8 de enero el compromiso de relanzamiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con la intención de fortalecer ese organismo y consolidarlo como el instrumento de cooperación más poderoso de la región.
La sesión inaugural, en la que México asumió la presidencia protémpore de la Celac para 2020, contó con la presencia de todos los organismos de cooperación e integración de la región y la ausencia de Brasil, del régimen de facto de Bolivia y de dos países más que no pudieron llegar por dificultades climatológicas.
El canciller mexicano Marcelo Ebrard señaló que “fue una reunión cordial, de mucho respeto”, centrada no en los temas políticos, “que ya son discutidos en otros foros e instancias” sino en aspectos concretos en los que hay acuerdo e interés común. El hecho de poder reunirnos y escucharnos, después de bastante tiempo sin hacerlo, es en sí mismo un éxito, declaró.
Ebrard delineó los 14 ambiciosos proyectos que deberán cumplirse bajo la presidencia anual de México como es crear una propia metodología de la Celac contra la corrupción, fortalecer la cooperación internacional y aeronáutica, llevar a cabo compras consolidadas en común, gestión sustentable de los recursos oceánicos e impulsar una Acción Turística Común.
Además, generar importantes ahorros para los países de la Celac a través de compras consolidadas en bloque, formar equipos regionales en materia de gestión integral de riesgos y desastres, avanzar en lo relativo a la Ciencia y Tecnología y avanzar en un monitoreo sobre la resistencia a los antimicrobianos.
Uno de los proyectos más complejos tiene que ver con la cooperación aeroespacial de forma de enviar un satélite latinoamericano y caribeño al espacio en 2020. México propuso, asimismo, la realización de un Foro Ministerial Celac-China, la creación de un órgano de gobernabilidad y del Premio Celac contra la desigualdad y la pobreza, además de la concertación política regional e intervenciones conjuntas en los foros multilaterales.
Frente al panorama de quiebre de lazos intrarregionales de acuerdo a los intereses de Estados Unidos, de recolonización e imposición de programas económicos y sociales a la medida del capital trasnacional, y en medio de una ola de sublevación contra las medidas neoliberales, el rescate de la Celac reabre la posibilidad de pensar y actuar juntos a los países latinoamericanos y caribeños, en un foro donde no participan Estados Unidos ni Canadá.
Un espacio en el que se maximicen las coincidencias entre los países de la región, más allá de sus divergencias, para proyectarlas en el plano internacional y fortalecer al Caribe y a Latinoamérica en el mundo. .De allí el acuerdo de encontrar una agenda común hacia la semana de alto nivel de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que tendrá lugar en septiembre de este año.
El expresidente colombiano y exsecretario general de Unasur, Ernesto Samper, señaló que la Celac es un punto de llegada muy importante para todos los procesos de integración de la región.
“Se trata de organizar a través de una política de convergencia, que todos estos esfuerzos terminen bajo la sombrilla grande de la Celac que, para ponerlo en términos gráficos, es una OEA sin Estados Unidos y Canadá. Es lo nuestro, nuestra casa, el concepto original de la ‘casa grande’”, indicó.
Volver a la zona de paz
Hace cinco años, la CELAC, reunida en su segunda Cumbre en La Habana, declaraba a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, y racalcaba el propósito de la integración como medio hacia un orden internacional justo, promoviendo una cultura de paz que excluyera el uso de la fuerza y los medios no-legítimos de defensa, entre ellos las armas de destrucción masiva y, en particular, las armas nucleares.
Entonces se destacaban principios como la “obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos”, el respeto al “derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones”.
Mucho ha cambiado en la región en el último lustro y los principios enunciados entonces fueron desoídos e invisibilizados por una Organización de Estados Americanos (OEA) al servicio de las estrategias e intereses de Estados Unidos, en especial en lo referido al derrocamiento de gobiernos progresistas (Brasil, pro ejemplo) y la eliminación del “virus bolivariano”.
La estrategia de Washington fue desarmar el entramado de organismos de integración y cooperación de la región, como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y el debilitamiento total del Mercado Común del Sur (Mercosur). Y cuando no alcanzó la OEA, el gobierno de Estados unidos creó el Grupo de Lima (de sus gobiernos aliados-cómplices), con las baterías puestas contra el gobierno constitucional de Venezuela, pero también los de Cuba, Nicaragua y Bolivia.
La “democracia” a la estadounidense trató, asimismo, de crear gobiernos paralelos en países donde no logró derrocar a los constitucionales, a través de las figuras de presidentes autoproclamados, como el venezolano Juan Guaidó o la boliviana Jeanette Añez, a los que brindó apoyo logístico y financiero.
Estos hechos se encuadran en una guerra multidimensional contra los proyectos populares de emancipación, en la que Estados Unidos, otrora indiscutido hegemón del Norte, enzarzado en una lucha sin cuartel por no perder su primacía, ha emprendido un ataque furibundo contra mecanismos de integración regional como la Unasur, ALBA-TCP, PetroCaribe y la Celac, recordó el Foro de Comunicación para la Integración.
*Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)