José Dirceu, fundador del PT: «Subestimamos a la derecha y a las fuerzas contrarias a nosotros»
A pesar de la convicción de que sería arrestado en breve, José (Ze) Dirceu, ex ministro de la Casa Civil [Jefe de Gabinete] en el gobierno Lula y uno de los principales formuladores políticos del Partido de los Trabajadores (PT), se mantenía calmado cuando recibió a Brasil de Fato, el 14 de mayo pasado, para la última entrevista formal que daría antes de que se dictamine su encarcelamiento por segunda ocasión.
Dirceu se presentó a la Policía Federal (PF) en la tarde de este viernes (18) para cumplir la pena de 30 años y nueve meses de prisión, confirmada por el Tribunal Regional Federal de la 4ª Región (TRF4) el jueves último (17). Cuatro días antes del plazo para ser encarcelado una vez más, el petista expresó solo preocupaciones personales con relación a su familia. La grave situación no le impidió realizar una autocrítica con relación a los gobiernos en los que participó. Para él, las cuestiones centrales fueron “subestimar a la derecha” y la “poca politización y poca disputa política” por parte del PT. De otro lado, un diagnóstico optimista: “No es imposible derrotar a los golpistas en esta elección”. Para eso, es necesario tener “un candidato único en la segunda vuelta”. La conversación abordó también temas como junio de 2013, la relación del PT con los medios y las opciones políticas tomadas en los últimos años.
– La coyuntura actual está marcada por la caída de Dilma Rousseff. ¿Qué deficiencias de la izquierda permitieron que eso aconteciese?
– El golpe tiene razones estructurales. Si usted mira la historia de Brasil, va a verificar que de tiempo en tiempo –conforme el nivel de organización, politización y, principalmente, ocupación de espacios institucionales, en el sentido electoral, de gobierno y parlamentarios, como también de auto organización de las clases populares— siempre hay una interrupción del proceso. Fue así en 1964 y se repitió en 2016. En otros momentos hubo tentativas de golpe, como en 1955, la tentativa de impedir la posesión de Juscelino. En 1945, Getulio fue depuesto por un golpe de la cúpula de las Fuerzas Armadas, eligió a Dutra [para no exiliarse], volvió en los brazos del pueblo y fue “suicidado» en 1954.
El golpe fue dado por lo que representaban histórica y estructuralmente a medio plazo las transformaciones que estábamos haciendo y el empoderamiento político. Las clases trabajadoras crearon muchas veces partidos, entidades, movimientos, pero fueron abortados por la represión. Si usted mira la cuestión del Pre sal, de los bancos públicos, la política externa. La capacidad que Brasil estaba adquiriendo, de tener autonomía, soberanía y crecimiento. Las bases que estaban siendo creadas para un mercado interno, a través de la distribución de renta. Participación en los BRICS. Aquí la UNASUR. El proceso de crecimiento de gobiernos progresistas. Todo eso pesó en el golpe.
Estamos en una situación muy diferente de otros momentos. Tenemos un candidato que ganaría las elecciones, tenemos partidos políticos, movimiento social, sea rural, urbano o sindical. Hay un nivel de organización. La correlación de fuerzas nos es desfavorable, pero tenemos una base social y política, un legado. Hay un nivel de concientización razonable para trabar la lucha, incluso la lucha institucional. Tanto es que ellos, para hacer las elecciones, tienen que inhabilitar a Lula. Ya lo hicieron otras veces. Los militares cesaron a Jango [João Goulart], Juscelino, Jânio, Lacerda, Magalhães Pinto, Adhemar de Barros. Ellos perdieron las elecciones en 66 y perdieron de nuevo en 74, ante el MDB [Movimiento Democrático Brasileño]. Y perderían en el Colegio Electoral en 78.
En el caso particular, estuvimos en el gobierno un período mayor: 13 años y medio. Un proceso bien largo de hegemonía política. Ganar cuatro elecciones en un país como Brasil no es para aficionados. Nuestra debilidad tal vez haya sido no tener el nivel de organización y movilización para contraponerse al tipo de golpe que ha sido dado ahora en varios países, que es la movilización de clases medias, a veces de clases populares, mucho apoyo de los medios, a partir de razones muchas de ellas reales, mucha intervención externa y uso del Parlamento y del Poder Judicial. Fue el caso de Honduras, Paraguay y después Brasil. El golpe fue la salida que tuvieron para abortar la vuelta de Lula en 2018, que sería natural. En 2014, él debería haber sido el candidato, pero optó por no ser. Eligió a Dilma, pero podría haber sido candidato. Pero el nivel de concientización, movilización y capacidad de lucha de las clases populares fue de gran fragilidad, y continúa siendo hasta hoy.
Subestimamos mucho la cuestión de la lucha contra la corrupción. La historia de Brasil es la lucha contra la corrupción. Janio fue eso. Collor fue eso. El Golpe de 1964 era contra la corrupción. No nos preparamos para la posibilidad de tener un golpe. Desde 2005, en el llamado Mensalão [nombre dado al escándalo de corrupción política mediante compra de votos de parlamentarios en el Congreso de Brasil, que ocurrió entre 2005 y 2006], erramos en la evaluación de lo que estaba sucediendo. Fuimos reculando, fuimos perdiendo terreno. Por fin, ellos pusieron la cara. Ahora ellos están ahí, queriendo institucionalizar el golpe. De aquí a poco crean un sistema político electoral de mentira. Dejando de lado el Parlamento, en el que es difícil hacer mayoría –por eso hablan de semi presidencialismo a toda hora-, porque a la Presidencia de la República podemos llegar, si no fuera ahora, de aquí a cuatro años. Ellos no tienen como impedir que ganemos una elección presidencial.
Repito: la prueba de eso es la exclusión de Lula. ¿Por qué solo él está excluido? ¿Por qué ningún otro acusado «de corrupción»? Los procesos contra los políticos de otros partidos tienen un tratamiento y encauzamiento diferentes. ¿Cuantas veces ya salió que Roberto Jefferson recibió 40 millones de los hermanos Batista? Los otros partidos recibieron. Esos que financiaron las alianzas de Aécio. No están en la cárcel. No estoy queriendo decir que debería haber ilegalidades, pero la verdad es que no están. No hay ni proceso. De vez en cuando la prensa lo dice. ¿Y el tratamiento de Alckmin? El Trensalão [caso de corrupción en la construcción del metro de São Paulo] fue archivado en el Supremo Tribunal Federal. En São Paulo, las denuncias todas no tienen diputado, no tienen gobierno, no tienen políticos. Son solo empresarios y funcionarios de las secretarias. El Ministerio Público no investiga.
Eso fue un arma que fue usada contra nosotros. Eso no quiere decir que no haya corrupción y que no sea preciso tomar medidas para combatirla.
– ¿Cual es la justificación para la opción de no invertir en un proceso de mayor organización?
– El problema es que hicimos poca politización y poca disputa política a partir de los programas que teníamos. Esa es una realidad. Y no creamos ningún nivel de organización alternativa. Voy dar el ejemplo del [programa] Fome Zero [Hambre Cero]. Frei Betto lo propuso y quería instituir los consejos de Fome Zero, acabamos teniendo una discusión sobre su contraposición a las Cámaras Municipales y a los alcaldes. Podríamos haber hecho la mediación, pero no lo hicimos. Acabó no habiendo ninguna otra estructura en el Fome Zero o Bolsa Familia.
También subestimamos a la derecha y a las fuerzas contrarias a nosotros. En parte, porque gran proporción de los cuadros se fue al gobierno. Hay un cambio de guardia en el Partido, y no siempre se consigue encauzar varias tareas al mismo tiempo. Toda organización política, sea ella partidaria o social, se confronta con varios frentes de lucha y tiene que priorizar uno. Acabamos priorizando más la lucha institucional y electoral, más el acto de gobernar que la organización partidaria y aún [menos] la politización y movilización. Estamos viviendo ese problema en el combate a la prisión de Lula, en el combate a la criminalización del PT. Tenemos dificultad en dar un nivel de organización a esa lucha y de cambiar el sentido de la actuación política para ir al encuentro del pueblo.
Se tomaron decisiones políticas erradas con relación a eso. No priorizamos esa cuestión. Ni cuando la señal roja se encendió en 2013. Teníamos dos años para hacerlo. Es preciso tener un partido conversando con el pueblo más allá de la televisión y de los líderes parlamentarios. Hay que tener trabajo de barrio, de fábrica, en las escuelas, en la zona rural. Hay que tener instrumentos. Siempre quien resistió tiene un nivel de organización partidaria, sindical, popular u otra forma de confrontar las tentativas de golpe de la derecha. Si usted mira a Maduro, él no cambió el proceso en Venezuela por cuenta del apoyo de las Fuerzas Armadas. El lo cambió por causa de las movilizaciones populares y porque el pueblo fue a votar. El ganó también en las urnas. Aquí no. La derecha movilizó millones y nosotros no.
En la época de la Dictadura, el pueblo no hacía manifestaciones, el pueblo se manifestaba en las urnas. Lo que las investigaciones están indicando es eso. Además del voto nulo, banco y los indecisos, que cuando Lula no es candidato llegan a 46%, la mayoría que vota, vota contra ellos. Ellos no ganan las elecciones. Hay dificultades también, la clase media tiene mucha facilidad para ir a los lugares de manifestación el sábado y domingo, y tuvo mucha estructura y apoyo de los medios y de las empresas.
– ¿En el tema del combate a la corrupción, que faltó?
– Cuando digo que no dimos un tratamiento adecuado es que no tomamos en cuenta que esa bandera persistía en la mano de ellos e iba a ser usada. Cité dos casos: 1961 y 1989. Janio y Collor, las dos únicas veces que ellos ganaron las elecciones. Ellos solo pierden.
El gobierno dio tratamiento correcto en la agenda política. Todas las leyes todas que fueron aprobadas fueron aprobadas en 2013. Difícilmente se encuentra un alcalde o concejal del PT que sea corrupto. La mayoría salió de las elecciones llenos en deudas. Uno u otro caso que son excepciones.
El sistema político electoral estaba construido por donaciones de empresas y caja dos. Eso que denuncian que fue desviado de la Petrobras son todos números no comprobados. Lo que tienen en la Petrobras son los directores, pero no se halló con ningún petista, lo que se halló con Geddel Vieira. Deja a Antônio Palocci aparte. Ningún director petista – Gabrielli, Estrela o Graça Foster – que tenga, ganó un centavo fuera del salario de ellos. Las denuncias son todas de caja dos para la campaña electoral, supuestamente a partir de sobrefacturación y direccionamiento de licitaciones.
-Sobre 2013, ¿cuál es su evaluación de aquel proceso?
– En 2013, hicimos sociología con algo que era eminentemente político. 2013 comienza con reivindicaciones de transporte público, con grupos anarquistas, de izquierda, populares. Los medios y la derecha se dieron cuenta cuando las manifestaciones comenzaron a crecer por causa de la represión, y fueron cambiando las banderas. Rio fue el primer lugar donde la clase media antilulista bajó. Se transformó.
Como vimos en otros países del mundo, fue una ola de manifestaciones como si de un momento al otro se descubriese que el servicio público no funciona. La inflación estaba más baja que en el gobierno Fernando Henrique Cardoso. Fue un golpe político, no una revolución social. Tanto no lo fue que no se convirtió en reformas en el servicio público. ¿Mejoró el servicio público en el gobierno Temer? Lo poco que tenía fue desmantelado.
La única cosa que el gobierno Temer hizo fue bajar intereses, porque el desempleo y la recesión bajaron la inflación. Está casi yendo a la deflación. El no ajustó las cuentas públicas, porque gasta miles de millones para comprar votos en la Cámara y en el Senado, con beneficios para ruralistas y deudores de la Receita Federal [organismo recaudador de impuestos en Brasil].
Y sabemos lo que significa la reforma laboral: trabajar más y ganar menos. Trabajar de manera precaria de forma generalizada. Es una cosa violenta lo que está sucediendo. Quieren aumentar la productividad no por la reforma tributaria, bajando intereses o por la mejora de la infraestructura, sino sobre los ingresos del trabajo. Si la economía crece, si crece, va a ser solo para los de encima. Para los de abajo, vamos a ver lo mismo que en el período de la dictadura: la economía creció y cuando acabó el crecimiento, con las crisis de 73 y 78, era un escenario de favelas, desempleo, ausencia de saneamiento.
-Existe una evaluación de que los gobiernos petistas no enfrentaron la cuestión de la comunicación a satisfacción. Hay, inclusive, una historia contada por el senador Roberto Requião (MDB-PR) de que usted habría llamado a la Globo “aliada”. ¿Eso es verdad?
– El gobierno del PT no combatió –podría haber combatido a sangre y fuego, no se si tendría condiciones políticas. Lo poco que intentó hacer, tuvo que recular: la agencia reguladora de audiovisuales [ANCINAV] y el Consejo Federal de Feriodismo. Fue mal encausado. Ellos no lo permitieron. El gobierno intentó, tuvo que recular, porque no encontró apoyo. Reculó equivocadamente, porque dividió a la clase artística, intelectual. Podríamos haber movilizado al movimiento sindical. Podríamos haber dado la batalla, pero no lo hicimos.
El gobierno hizo un esfuerzo de distribuir presupuesto para los periódicos regionales, tanto es que todos los [grandes] periódicos hicieron un editorial en contra. El ministro Gushiken tomó una serie de medidas. Es verdad que el gobierno iba y venía conforme la presión de los propios medios.
Por otro lado, el gobierno invirtió en el sentido de fortalecer la EBC [Empresa Brasil de Comunicación, la empresa pública que controla los medios públicos], modernizar, poner recursos. Ahora, se necesita poner tres o cuatro veces más recursos.
Por fin, en la política, intentamos fortalecer algunos grupos empresariales que podrían tener una postura independiente del cartel de distribución y publicidad. La distribución es controlada por la Abril. Hay un dumping de publicidad. Eso en la actuación independiente en relación con el gobierno para crear alternativas.
Decir que el gobierno consideraba a los medios favorables no es verdad. Jamás le dije eso a Requião. Primero, que no era de mi atribución esa área. Segundo, ¿por que iría a hablar con él, habiendo sido afectado en febrero de 2004 con el caso Waldomiro Diniz, que fue una invención de los medios? Fue un caso en el gobierno Garotinho en 2001, no tenía nada que ver conmigo. Fue el primer gran escándalo, quería mi separación. Posteriormente se vuelve pública la grabación de Carlos Cachoeira, que era una farsa. ¿Por qué yo diría una cosa de esas? Todo lo que pasé en el Mensalão…
Quien conoce mi comportamiento sabe que no corresponde a mi posición política. El BNDES en el gobierno Lula no le prestó un centavo a la Red Globo. Lo que dije un día, al comienzo del gobierno Lula es que la cuestión de dejar empresas quebrar era un problema grave, debido a la situación del país.
– Las elecciones se están aproximando y las encuestas señalan a Lula como favorito. La libertad de Lula obviamente ayudaría en la disputa electoral, pero el resultado de las elecciones, ¿no puede ayudar también a que se conquiste su liberación? ¿Como se resuelve esa ecuación?
-Estoy totalmente en contra de cualquier idea de no participar de las elecciones. Hicimos eso en la dictadura – una parte de la izquierda, yo particularmente lo hice – y no resultó muy bien. Tenemos que ocupar todos los espacios en la disputa política, elegir diputados estaduales y federales, senadores, gobernadores y disputar la Presidencia de la República.
Tenemos que denunciar la exclusión de Lula. Denunciar cada vez que la Justicia sea usada contra nosotros. Después de 20 años, levantan un proceso contra Décio Lima, coincidentemente después de una semana en la cual él apareció con 20% en las encuestas.
Es muy importante el papel de un concejal, de un alcalde, de un diputado federal, de un senador, en la lucha social, política, en la construcción partidaria, en la formación de nuestra fuerza política y en la concientización de nuestro pueblo, entonces no veo por que no debemos participar.
Hay extremos en que usted no participa, pero no es el caso. Es una trinchera, un frente de lucha. Como es el frente de lucha popular, sindical, rural… Esos si tienen que ser nuestra prioridad en los próximos años. Porque este aquí [electoral], nos ocupamos bien, en el otro [popular] es que estamos deficitarios, en deuda con nuestro propio pueblo.
Tenemos que disputar, pero tenemos que tener como prioridad la derrota de los golpistas. Lula es el candidato que derrota a los golpistas, entonces es natural que él sea el candidato apoyado por las otras fuerzas políticas sociales en la segunda vuelta. Esas fuerzas, dada la situación de Lula, optaron por tener candidatos propios, lo que es legítimo y natural. Hasta porque son legítimas, como en el caso de Ciro Gomes – que fue gobernador, alcalde, ministro, diputado estadual, diputado federal y tiene una historia de servicio prestado al país. Usted puede no votar por el, pero él es legítimo. En el caso de Boulos [candidato del Partido Socialismo y Libertad – PSOL] más aún, y Manuela también [candidata del Partido Comunista de Brasil – PCdoB].
El Partido Socialista Brasileño (PSB) tendría candidato, entendí que ahora no va a tener y puede apoyar a Ciro [Gomes], también es su derecho. Nosotros vamos a tener nuestro candidato, que es Lula. La decisión que está tomada es que vamos hasta su inscripción, vamos a luchar por la homologación de su candidatura. Lo que el PT necesita hacer ahora es nacionalizar e internacionalizar la campaña Lula Libre. Darle un carácter más amplio. Tenemos que hacer un esfuerzo para mantener los gobiernos que tenemos. Porque es diferente tratar con el gobierno de Bahía, de Piauí, de Ceará, que tratar con el gobierno de São Paulo. Todos nosotros sabemos que es diferente. Para los movimientos, para la lucha política, para la educación, para la salud… Para aquello que interesa para el pueblo, que son las inversiones sociales.
Cualquier otro escenario va a depender mucho del momento. ¿Quién puede decir como va a estar de aquí a 90 días? Es un desierto por atravesar. No es fácil para el PT, para nosotros, para Lula, atravesar ese desierto, pero tenemos que defender la libertad de Lula, su derecho a ser candidato, hasta para mantener ese electorado con nosotros, para que ese electorado sea una garantía de que vamos a derrotar a los golpistas en la segunda vuelta. A no ser que haya algún factor externo, un choque político, económico en el país. A pesar de que la situación está deteriorando. Esa cuestión de Bolsonaro es más peligrosa de lo que parece. El ganaría en segunda vuelta, si, a varios candidatos.
¿No entregaron el poder a Temer, Padilha, Geddel y Moreira Franco? ¿No lo entregaron a Collor? ¿A Jânio? Jânio, imagina, muchacho, un populista, un demagogo. ¿Por qué? Porque nos quieren derrotar. Ellos ni se tapan la nariz para votar por Bolsonaro. Debemos tomarlo en serio. Entonces no es para subestimarlo, hasta porque él está con 20% de intención de voto. En 89, Lula fue con 17 y poco para la segunda vuelta, 0,7% más que Brizola.
– A partir de la mención de Bolsonaro, en escenarios de polarización siempre vuelve una cuestión para la izquierda: ¿radicalizar o moderar el discurso y el programa?
– Déjame decir una cosa: la polarización existe, la radicalización existe, porque ellos quebraron el pacto constitucional y político, rompieron la Constitución. Y las consecuencias son trágicas, los militares ya están en la vida política del país de nuevo. La declaración de Villas Boas y la foto del Estado Mayor asistiendo el juicio de Lula en el Supremo como quien dice: «estamos apoyando que se niegue el habeas corpus», eso es una tragedia para el país.
Recordando los documentos de la CIA ahora, la deuda que los militares tienen con el país, al contrario de lo que dice Raul Jungmann de que las Fuerzas Armadas son un «activo democrático», pero ellas están volviendo, empujadas, inclusive, por personalidades del Supremo, porque nadie levantó la voz para criticarlos, solo Celso de Mello los criticó, y es una cosa grave.
Grabé hoy unos pronunciamientos sobre la CIA y los documentos que comprueban lo que ya sabíamos. Eso exige que el Supremo revea la Amnistía, que las Fuerzas Armadas publiquen sus archivos, y exige una reparación moral y penal de quien practicó eses actos, incluso post mortem, como en otros países.
Ellos están introduciendo la violencia en la vida política del país de nuevo. El atentado a la caravana de Lula y al campamento. Ustedes saben como ellos ejecutan líderes: pla-ni-fi-ca-da-men-te. No es incidente. Una cosa es un incidente, usted ocupó, se chocó, viene la policía. Ellos marcan a los líderes y los asesinan. ¿Lo de Chico Mendes no fue así? ¿Margarida [Alves] no fue así? ¿Cuántos no fueron así? ¿Cuántos líderes del Movimiento Sin Tierra (MST) y de la CONTAG (Confederación Nacional de Trabajadores en la Agricultura) no fueron asesinados así?
Entonces, ellos introdujeron la violencia en el país, no fuimos nosotros, al contrario, ¡fuimos bien legalistas, bien pacifistas, en todo ese período! Disputamos las elecciones conforme las reglas, inclusive las peores reglas que tenían… ¡Organizamos el PT bajo las reglas de la dictadura! Sólo después de 1988 que llegó la libertad de organización, de manifestación, de huelga y tal.
– ¿Cuál debe ser el discurso entonces?
— Necesitamos hacer aquello que el país necesita. Porque cuando dicen que nosotros estamos radicalizando, es porque decimos que se necesita hacer una reforma tributaria, que la burguesía hizo en el siglo 19 en Europa, la reforma agraria, la reforma tributaria y la reforma política.
Hay que hacer una reforma tributaria en Brasil. Los impuestos son regresivos e indirectos. Quien paga impuesto de consumo es el pueblo. ¿El IPTU [impuesto predial] progresivo pasa en alguna alcaldía? ¿Se acuerda de Erundina [alcaldesa de São Paulo por el PT ]? La campaña de Marta [Suplicy, alcaldesa de São Paulo], llamada peyorativamente “Martasa”, era IPTU progresivo. Entonces, ni siquiera impuesto progresivo quieren pagar. Además del problema de los intereses, nosotros tenemos que enfrentarnos al capital financiero, bancario, porque ahora hasta la propia prensa comienza a hablar de la concentración… ¡es un cartel!
¡En Brasil hay dos bancos! Porque el otro no es brasileño. Y además quieren acabar con los bancos públicos. En Brasil, los bancos y el capital rentista se apropian de gran parte del ingreso nacional, que no va a para inversión, no va a para producción y no va a para consumo. Necesitamos desmontar el sistema político institucional que hay en Brasil hoy, que está quebrado, rechazado, y no funciona más, y crear una nueva institucionalidad, un nuevo sistema político, rever el papel del Judiciario. Tenemos que hacer una revolución social en el país, tenemos que poner la pirámide patas arriba.
¿Es un programa radical? Lo es. Pero si no fuera ese programa, ¿qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a financiar ese Estado de “bienestar social” que hay en Brasil? La Ley Orgánica de Asistencia Social, Bolsa Familia, Seguro de Desempleo, SUS [Sistema Unico de Salud], educación… Ellos quieren privatizarlos. En verdad, ellos están privatizando ahora la enseñanza técnica y la tendencia es de privatización de la salud. Brasil es un país que tiene una red de protección social y para mantenerla usted necesita tener una carga tributaria que sea distribuida, que los que ganan más, paguen más; y los que ganan menos, paguen menos, no como es hoy, al revés.
Y el problema de la reforma de las Pensiones. Usted necesita de una reforma de las Pensiones, pero una reforma del punto de vista del servidor público, no como querían hacer del rural, del trabajador urbano… Y el problema de la edad necesita ser discutido, evidentemente, si usted comienza a trabajar más tarde y vive más, usted no puede comenzar a jubilar a las personas a los 55 años. Pero usted no puede decir: ‘todo mundo ahora va a trabajar 15 años más y ganar menos en la jubilación’.
Entonces se necesita radicalizar el programa. ¿Como es que va a hacer? En el fondo, esa es la cuestión: la participación de la clase trabajadora en la vida social y política del país, la disputa por la riqueza, por la renta y por la propiedad y la disputa por el poder político. Es de eso que se trata.
– ¿Pero no se necesita atraer al centro?
-Se necesita atraer al centro, pero el centro no se ve afectado por esas medidas nuestras. Reducir intereses le importa a toda la clase media. Reducir los impuestos, porque pagar impuestos en Brasil debería ser solo encima del techo de las Pensiones, que es de US$1.464 [5.400 reales], hoy.
La carga tributaria en el gobierno João Goulart era 65%, el porcentaje del impuesto a la renta de Brasil. El porcentaje del IR en Brasil ya fue 50% por mucho tiempo, hoy es 27,5%. Entonces es así: yo gano R$ 30 mil [US$ 8.135], yo pago 27,5%, si yo gano R$ 300,00 [US$ 81], yo pago 27,5%, si yo gano 3 millones [US$ 813.500], pago 27,5%.
Fuera de la evasión, que ni es evasión, es elisión fiscal. Se evade legalmente, porque se crea una planificación tributaria, brechas en la ley. Por eso, no es ni que el programa es radical. Es un programa que Brasil necesita. Si queremos viabilizar un Estado de bienestar social y hacer que Brasil crezca, necesitamos hacer las reformas para eso.
-Usted presenció dos golpes y participó de la resistencia a ambos. ¿Qué paralelos traza? ¿Hay más perspectivas para la izquierda brasileña pos 2016?
– Nosotros tenemos base social y política. Tenemos legado y condiciones de construir un programa. Ahora, es preciso unir las izquierdas, la centro izquierda, tener un candidato único en la segunda vuelta, porque no es imposible derrotar los golpistas en esta elección.
Lo correcto, y quien tiene base para eso, es Lula, que está preso y están haciendo de todo para inhabilitarlo e impedirlo. Por razones obvias, vamos a hacer la lucha por su inscripción y por su candidatura, pero yo siempre digo: la unidad nuestra es la garantía de derrotar los golpistas y de continuar la lucha contra ellos. Por eso es que el Frente Brasil Popular fue tan importante… y el PT no le dio la debida importancia, podía haber hecho mucho más por el Frente.
Esa reunión de los partidos para construir un programa común, las tentativas de organizar la solidaridad con Lula de forma suprapartidaria, que creo que se necesitan. Y aquí dentro de Brasil también, podemos organizar una campaña mucho mayor, con mucha más diversidad de actos, actividades, ampliando ese espectro.
-Usted habló de deuda de la izquierda brasileña con el pueblo. ¿Qué necesita cambiar la izquierda en métodos y organización?
– Creo que la principal es ir al encuentro del pueblo, como Lula hizo. ¿Cómo salió de la defensiva y se consolidó? Con las caravanas. Claro que para él es mucho más simple, pero tenemos de traducir eso a nuestras bases, los directorios, las organizaciones, y hacer lo mismo.
En este momento, todos deberían estar haciendo caravanas en los barrios, como millares están haciendo, pero debe ser una forma de actuación permanente.
Si no elevamos el nivel de organización y de consciencia política en general, va a ser muy difícil en los próximos años enfrentar a la derecha, que ya mostró como actúa. El aparato policial judicial está volviéndose una policía política.
La actuación del Ministerio Público, de la Policía Federal y de sectores del Poder Judicial están, con el pretexto de combatir la corrupción, violando preceptos y garantías constitucionales, y van tomando poder político del Ejecutivo y del Legislativo. El Supremo ha tomado decisiones que usurpan poderes del Ejecutivo y Legislativo.
Creo que tenemos una deuda si, y esa deuda es, básicamente, no del punto de vista de los avances sociales, económicos, políticos, porque luchamos mucho por eso y tuvimos grandes conquistas en el gobierno Lula. Pero nuestra deuda es que tenemos capacidad de resistir, y hacer avanzar el proceso. Necesitamos de un nivel mayor de politización, de organización y de mayores instrumentos, como, en el caso, los instrumentos de comunicación.
Fuente: https://www.brasildefato.com.br/2018/05/21/brasil-or-subestimamos-a-la-derecha-y-politizamos-poco-la-sociedad-dice-ze-dirceu/Traducción: Pilar Troya, para Brasil de Fato.