La educación, fines y realidades
La educación que ha prevalecido hasta ahora en Venezuela, es superflua, mediana, e incompleta. Solamente produce seres que, en algunos casos, pueden ganarse la vida, pero no entrega ninguna introversión de la existencia en sí misma, porque esta basada en los valores de la competencia.
Cualquier tipo de rivalidad es de raíz violenta. Todo el esfuerzo educacional tiene como objetivo conseguir un nombre, fama, notoriedad, prestigio, reputación, toda clase de ambiciones. Por tanto, naturalmente, los «educados» viven para luchar y el resultado es estar en conflicto con ellos mismos. Esto aniquila sus alegrías y no permite la amistad.
Hasta ahora el sistema de enseñanza ha sido dirigido hacia una meta: lo que aprendes no es importante, lo trascendente es el examen. Considera más al futuro que el presente. Sacrifica el ahora por el mañana. Y esto se convierte en nuestro estilo de vida, estar siempre privándonos por algo que no es del momento.
A estas alturas no debería existir la prueba como parte de la instrucción, pero cada hora, cada día, los profesores observaran a
sus alumnos. La vigilancia a través del semestre decidirá si el educando aprueba. Y la idea de desaprobar produce una herida profunda de inferioridad, pero el éxito engendra una clase diferente de enfermedad: la superioridad.
El educador tuvo -y conserva- una inmensa inmportancia. Ha superado todos los exámenes y acumuló conocimientos. Sólo que, y éste es uno de los problemas, la realidad se transforma, pero nuestras respuestas y actitudes suelen permanecer tal como lo eran antes.
La explosión de los conocimientos es tan extensa y rápida, que no se termina de escribir un texto científico, cuando ya está obsoleto: nuevos antecedentes, modernos descubrimientos lo harán muchas veces inútil.
El profesor se educó hace dos o más décadas y en este lapso todo ha cambiado. Pero por lo general continúa enseñando según se formó. Está desactualizado, formando discípulos fuera de tiempo.
Los aspectos sociales y culturales de la instrucción suscitan, sin embargo, problemas más trascendentes. La pedagogía se contenta con transmitir las ideas del pasado. No enseña que un diploma nunca se termina de adquirir; es necesario ponerlo a prueba todos los días. La enseñanza debe ser integral, permanente, y es esencialmente un trabajo de largo aliento y mucha voluntad. La resistencia imposibilita a las personas, ajustarse al presente y partiendo de éste,
abrirse al futuro. Vivimos consolidados en un reino inmóvil.
El mundo contemporáneo exige una adaptación rápida e incesante. Ya no se puede esperar pacientemente la desaparición de las grandes directrices anquilosadas.
El verdadero propósito de la educación no es que el hombre y la mujer que sean cultos, ganen dinero o consigan un puesto elevado. Su fin es ampliar el espíritu, ensanchar la mente, estimular la percepción y capacidad de asombro, dar una visión y comprensión nueva del mundo, avivar el intelecto y despertar las facultades dormidas para satisfacción
del que las posee. Es decir: difundir nuevas perspectivas de conocimiento y comprensión a fin de incrementar la dicha de vivir.
————————–
* Periodista. Egresada de la Universidad Central de Venezuela.