La enorme trompa del C 5
RW
Cabe una pregunta: ¿puede un poema tremendamente subjetivo dar cuenta de la iniciación, del tránsito de un niño a hombre como si se tratara de una intervención quirúrgica? Si los tiempos de guerra no admiten más que victoria o derrota, el asunto es cómo definir algo que no sea la muerte.
Este poema trata de Chile, o tal vez de crecimiento lejos de Chile; se hace con retazos de recuerdos, con sarcasmo, con ira, con abandono, con voluntad. Es el lento peregrinar entre las piezas del rompecabezas que ya no se podrá armar, pero que sin intentar armarlo nos dejará fuera de los círculos del Cielo y del Infierno.
Esribe Amado Láscar:
"La mañana de mi primer sendero 11 de septiembre
no pude despertarlos,
volvieron con Radio Magallanes
que se escuchaba desde el cuarto de los trastos.
Mi madre enruidada en su sollozo
mi padre feliz, bailando tango solo,
Allende hablaba con las anchas alamedas. Teníamos 17 años".
El C 5 del título se refiere a un avión de transporte militar; suerte de metáfora no dicha del comienzo del exilio; largo viaje (que el tiempo convierte en periplo) entre la nada que resta y lo desconocido que aguarda. Y entonces, para que no queden dudas, se habla desde la verdad:
"En las fiestas toque a toque con mis amigos de Patria y Libertad
fornicábamos detrás de los sillones.
Las muchachas de buena raza
abrían sus albas piernas al son de lejísimos disparos.
Con la mañana tomaban sus Austin Mini, sus Fiats 125, sus Ford Falcon
o sus procéricos padres venían a llevárselas al cayo.
Los embarazos en el sagrado Chicle nunca nos causaron mayor inconveniente
médicos amigos ni siquiera nos cobraban".
Los 17 años pasan –es inevitable– y entre los vaivenes el tiempo el timón pertenecerá a la memoria: es el aprendizaje, que no será nada no si es adquisición de conciencia. En cierto modo La enorme trompa del C 5 es –además del recuento de una iniciación– el relato subterráneo de la conciencia emergente, de la conciencia crítica, pese a todo. Algo no muy común en el Chile posterior a 1990.
Acostumbramos a considerar política los dame-y-toma, los acuerdos, desacuerdos, ocultamientos y negociaciones entre los sectores que se disputan y reparten los oropeles del poder: nada más lejos de verdad. La política es la más alta actividad del ciudadano, como el consumo es el único refugio del alienado.
No hay política, entonces, cuando Láscar escribe:
"La flaca Alejandra fue quebrada como parrilla de superchuchas.
En República 517, La Escuela de Economía de la Chile cedió su sede a la CNI,
el Estadio Nacional reinventó un viejo deporte practicado en downtown Roma.
Tu vivías a cinco cuadras exactas de calle Belgrado
(en el 513 de otra Vicuña Mackenna)
la sede de la DINA".
Más bien es historia personal referida a otra historia, aquella enterrada, con demasiados guardianes para que sea fácil exhumarla –y exhibirla.
En suma: una poesía poderosa y torrencial que puede leerse aquí.
Amado J. Láscar
La enorme trompa del C 5
Ediciones del Leopardo, Santiago de Chile, 2007.