La lucha será ardua y prolongada

Néstor Francia.*

En las distintas versiones de la película King Kong, unos gringos capturan al gran gorila en una isla perdida en los mapas, y se lo llevan a Nueva York para exhibirlo y ponerlo a su servicio. Pero el supersimio se rebela contra sus captores y se libera enfurecido, lo cual termina por provocar su eliminación en una secuencia apoteósica que se desarrolla en la cima del Empire State Building (¡el Edificio del Estado Imperial!). Algo parecido le está ocurriendo a Estados Unidos con su gorila de turno, Roberto Micheletti.

Lo decíamos: “Paradójicamente, es ese gobierno de facto el que ha hecho que no se complete la tercera fase del plan imperial pos-golpe que hemos denunciado acá varias veces, al evitar que se consolide la solución de compromiso propuesta por Arias”. Y también:

“Seguramente (los imperialistas) se encuentran en un dilema nada fácil: al rechazar la propuesta de Arias, el gobierno de facto dificulta la posición política estadounidense en la coyuntura y los lleva a una encrucijada nada fácil de resolver”.

Aunque no han dado ninguna declaración oficial, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Philip Crowley refirió una llamada “muy dura” que hiciera Hillary Clinton a Micheletti. Al margen del tono de complicidad que implica una llamada privada de una especie de “panita” que está molesta, no hay duda de que la Secretaria de Estado norteamericana está ejerciendo presión sobre los usurpadores que le están aguando la fiesta y tirando por la borda su plan de un acuerdo, que ha sido aprobado por Zelaya pero que es rechazado por el pueblo hondureño, sobre todo porque aleja la oportunidad de una Asamblea Constituyente, además de mandar al infierno el acuerdo de la OEA que plantea una restitución incondicional de Zelaya.

Según Crowley, Clinton recordó a Micheletti el “impacto significativo en términos de ayuda” y “las eventuales consecuencias a largo plazo para las relaciones” bilaterales que podría tener la “no aceptación de los principios de Arias” (es decir de Estados Unidos). Ignoramos cuál será el final del King Kong hondureño y si el imperio decidirá finalmente su eliminación a través de un aumento decisivo de las presiones y el retiro del apoyo evidente que le da en la práctica.

Pero el caso es que el gorila anda suelto y haciendo desastres que prometen ser peores. El gobierno de Obama, como dijimos, ha sido puesto en una encrucijada. Entretanto, la política de doble cara del imperio bajo el mandato de Obama sigue dando muestras de resquebrajare y hacerse cada vez más evidente.

El acuerdo con Colombia para el establecimiento de bases militares en su territorio es una muestra de ello. Una vez más el presidente Chávez ha hablado “claro y raspao” ante esta amenaza patente que cobra mayor significación ante la arremetida de la derecha internacional, con el apoyo de los cipayos internos (verbigracia la reunión de Ledezma y compañía con Insulza), que ha recrudecido después del golpe en Honduras.

El líder venezolano expresó que revisará las relaciones con Colombia ante el agresivo acuerdo neocolonialista: “Ahora los yanquis quieren montar en Colombia cuatro bases militares. (Ellos dicen) que no son bases yanquis, sino bases colombianas, pero van a estar ahí permanentemente, lo cual nos va a obligar a revisar las relaciones con Colombia” y además que “Les están abriendo la puerta a quienes nos agreden constantemente, y a quienes preparan nuevas agresiones en contra de nosotros”.

La derecha mueve sus fichas a lo interno de varias maneras: profundiza el terrorismo mediático, desafía a la revolución ante la legislación revolucionaria en materias como la educación, la propiedad social y el manejo del espectro radioeléctrico, compra funcionarios (como el caso de la jueza Alicia Torres), y extiende el sabotaje económico y la conflictividad artificial, mientras a nivel internacional se acusa a Venezuela de narcoestado, de vínculos ilegítimos con las FARC, de injerencia en otros países, como en la situación de Honduras.

Se trata de un plan imperial y oligarca de largo alcance. Hay que prepararse para una lucha ardua y prolongada.

* Analista de asuntos políticos.

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