La luz que nos enceguece

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El modo de vida contemporáneo está enchufado a las fuentes de energía, no podemos concebir nuestro habitar nocturno sin una fuente lumínica. Las luces que irradian las ciudades, incluso visibles desde el espacio, nos impiden apreciar las estrellas en la noche y rompen ciclos de vida, en animales, insectos y personas.

“Y hágase la luz…”, frase que daría un sentido bíblico a la vida, actualmente refleja la expresión de dependencia humana con su estilo de vida. La luz artificial expresa en sí misma elementos culturales del estilo de vida: deslumbrante, llamativa, estimulante; expresión del desborde. Desde inicios del siglo XX, las ciudades que ocupan espacialmente poco, albergan más de la mitad de la población total del planeta. No solo esto, consumen más de tres cuartas partes de recursos de todo tipo que demanda su funcionamiento vital, y generan el mismo porcentaje en residuos. La vida urbana es fuente de contaminación, en el caso lumínico, agudizado por la mala disposición del alumbrado público, no solo el callejero sino también el que resalta en las fachadas de monumentos, en los edificios, así como en la iluminación de vallas publicitarias y escenarios deportivos; una luz desaprovechada y desperdiciada que está por encima de la vista horizontal.

Es una realidad contaminante que sugiere que la actividad individual de los millones que habitan una urbe no es la principal causa de la oscuridad del cielo nocturno. La contaminación lumínica es el brillo, o resplandor de luz en el cielo nocturno generado por procesos de reflexión y difusión de luz artificial producida por bombillas de gases, luminarias inadecuadas y excesos de iluminación.7 beneficios de la tecnología led para alumbrado público

En estas circunstancias, la principal fuente de contaminación en las ciudades procede de los focos del alumbrado público, zonas deportivas, puertos, aeropuertos, fachadas de edificios, etcétera, donde parte del flujo de luz es enviado directamente sobre el horizonte, desperdiciando energía lumínica al utilizar lámparas de gran voltaje. Lámparas de 400 a 2.000 W, puede significar que un sólo proyector produzca más luz que una población iluminada de 1.000 habitantes. Las lámparas consideradas muy contaminantes son aquellas de vapor de mercurio a alta presión de luz blanca, utilizadas en zonas peatonales y jardines, y que tienen una elevada emisión  ultravioleta. Lámparas de halogenuros metálicos de corta vida que tienen una fortísima emisión ultravioleta, luz blanca utilizada para eventos deportivos  y espectáculos que requieren un elevado rendimiento cromático.

Como metrópoli, Bogotá demanda un enorme gasto energético, de tal dimensión que su resplandor se alcanza a percibir desde Girardot o Villavicencio, fenómeno por un halo luminoso producto de la dispersión de la luz por la presencia de pequeñas gotas de agua o partículas en el aire.

La luz artificial enviada hacia el cielo puede dividirse en tres partes: directa o desde la propia fuente de luz; por reflexión en superficies iluminadas y adicionalmente por refracción en las partículas del aire. La contaminación lumínica se ha duplicado en menos de 10 años (ver mapa), por lo cual cada vez es más difícil ver estrellas y aquellas que hasta hace pocos años se percibían en el firmamento a simple vista ahora son pocas, todo ello por el sobreconsumo de electricidad. Esto significa que en los próximos años en Bogotá ya no veremos ni una estrella.

    Mapa comparativo de luz obtenida a través de satélite*

Rueda, Kennet; Guerrero, Andrés; Vargas, Santiago y Vinasco, Mauricio (2023) “Iluminando la amenaza: análisis de una década de contaminación lumínica en los principales centros urbanos de Colombia mediante imágenes satelitales” en Revista colombiana de Ciencia exactas físicas y naturales. https://doi.org/10.18257/raccefyn.1867
Impactos en el medioambiente

Este desborde de luz artificial afecta procesos fisiológicos de varios seres vivos que están determinados por ciclos diarios o estacionales, en todo caso relacionados con la luz. Según la investigación del docente Santiago Vargas, astrofísico y profesor de la Universidad Nacional, la contaminación lumínica de la ciudad ha influido en la reducción de los hábitats de luciérnagas y su reproducción. Un suceso que no sólo ocurre en los centros urbanos sino también en las áreas rurales, con impacto en insectos, tortugas, aves, peces, reptiles, entre otras especies, con alteración en sus comportamientos.

Las aves nocturnas son una de las especies que más sufren por la excesiva iluminación de las ciudades, especialmente las pequeñas crías en su primer vuelo que son deslumbradas por las instalaciones lumínicas, muchas mueren en zonas urbanas al estrellarse contra paredes, vidrios o edificios. Por ejemplo, los cálculos del número de aves muertas por año en América del Norte, indican que estas pueden alcanzar hasta 1.000 millones. El Servicio de Peces, Fauna y Flora de EU calcula que entre 5 y 50 millones de aves mueren cada año al chocar contra torres de comunicación.

Otro ejemplo dramático producido por la luz artificial, esta vez en ciudades costeras, son los trastornos en el comportamiento de las tortugas marinas. Cuando estas playas se iluminan de noche con brillantes luces, las hembras pueden sentirse desalentadas a anidar y vagan desorientadas hacia carreteras o calles cercanas, donde corren el riesgo de ser arrolladas. Las luces en la playa propician que las tortugas recién salidas del cascarón se enfilen hacia la fuente de la luz sin encontrar nunca el mar.

En otras especies, como las ranas, se inhiben sus llamadas de apareamiento cuando están expuestas en la noche a una luz excesiva, lo que reduce su capacidad reproductiva. La luz artificial también altera el comportamiento alimentario de los murciélagos. Los investigadores culpan a la contaminación lumínica de la disminución de mariposas nocturnas, entre otras comunidades de especies.

Impactos en la salud humana

En el caso de conductores, la iluminación artificial reduce su capacidad de percepción producto del deslumbramiento. Por ejemplo, en el paso de una carretera muy iluminada a otra con poca luz. El deslumbramiento, además, provoca cansancio visual, incluso produce somnolencia o dolor de cabeza.

Frente a los impactos en la salud humana existen alteraciones en el ciclo circadiano, que es el reloj biológico del sueño. Los genes reloj llevan las instrucciones genéticas para generar productos proteínicos que controlan el ritmo circadiano de 24 horas del día y la noche. Las dificultades para ajustar el reloj circadiano pueden dar lugar a diversos trastornos del sueño. Estos procesos incluyen patrones de las ondas cerebrales, producción de hormonas, regulación celular y otras actividades biológicas. El trastorno del reloj biológico se relaciona con otros trastornos como depresión e insomnio, incluso con la prevalencia de enfermedades cardiovasculares y el incremento del riesgo de cáncer.

Bombilla De Luz Permanente Que Brilla Intensamente En El Tablón De Madera, Estilo Del Color Del Vintage Fotos, retratos, imágenes y fotografía de archivo libres de derecho. Image 53747486La luz permanente afecta la producción de melatonina, una hormona que el cuerpo debe secretar normalmente en oscuridad. La melatonina es el disparador de una gran cantidad de actividades biológicas, entre las que posiblemente se incluye una reducción nocturna de la producción de estrógeno. Estudios de laboratorio demuestran que la exposición a la luz durante la noche puede trastornar la fisiología circadiana y neuroendocrina, acelerando el crecimiento de los tumores. La exposición permanente a iluminación, sobre todo LED puede repercutir en problemas de memoria, alzhéimer, demencia senil.

Los problemas asociados con la contaminación lumínica son muchos, tanto para el ambiente como para nuestra salud. No obstante, a la humanidad poco le preocupa, pues parece que el consumo no disminuirá en los próximos años, todo lo contrario se proyecta un aumento desbordante de energía y por ende su desperdicio o desaprovechamiento lumínico. Llegará el día que en tono bíblico “Hágase la oscuridad” será lo necesario para la salud humana y de la naturaleza, que como estado natural recuerde nuestra vulnerabilidad, pues lo que predomina no es luz sino oscuridad.

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