La OMC, el comercio, o la crónica del virus… neoliberal
El comercio mundial de servicios se mantuvo muy por debajo de la tendencia en el segundo trimestre de 2020 debido a la situación económica causada por la Covid-19, señala un nuevo estudio del Barómetro de la Organización Mundial del Comercio (OMC). No obstante, también muestra aumentos moderados en algunos sectores clave, lo que parece indicar cierto grado de resiliencia frente a la pandemia.
Si bien la lectura del 17 de septiembre (95,6) es la más baja que ha registrado este índice, y significativamente inferior a su valor de referencia de 100, las mediciones del Barómetro en conjunto están superando las tendencias recientes del comercio real de servicios, hecho que, en anteriores ocasiones, ha precedido a un cambio positivo en el impulso del comercio.
El transporte de pasajeros por vía aérea (49,2) ha sido el más afectado por la pandemia, siendo su declive el mayor jamás registrado por un componente del barómetro, lo que refleja la rápida caída de los viajes relacionada con la pandemia y con los esfuerzos para impedir su propagación.
La contracción en este sector ha sido suficientemente fuerte como para lastrar el comercio mundial de servicios en su conjunto, aunque recientemente parece haberse estabilizado. Los índices correspondientes al transporte marítimo de contenedores (92,4), la construcción (97,3) y el Índice mundial de gestores de compras de servicios (97,0) también presentan señales de reactivación. Merece especial mención el repunte observado en este último, puesto que es el componente más prospectivo del barómetro sobre los servicios.
Mientras tanto, el índice de servicios de tecnología de la información y las comunicaciones descendió a 94,6, pese a la gran demanda de esos servicios durante la pandemia. A mediados de septiembre, el único componente del barómetro que se mantenía en tendencia era el índice de servicios financieros (100,3).
El índice de actividad del comercio de servicios, que ofrece una medición aproximada del volumen del comercio mundial de este rubro, registró un declive interanual del 4,3% en el primer trimestre de 2020, menor que los que se observaron hace un decenio durante la crisis financiera, cuando el comercio de servicios se redujo un 5,1% en el primer trimestre de 2009 en comparación con el año anterior, antes de registrar una caída aún mayor, del 8,9%, en el segundo trimestre.
El crecimiento del comercio de servicios se había ralentizado en la segunda mitad de 2019, y la reciente contracción en este comercio refleja tanto un ritmo cada vez más lento del crecimiento económico mundial. Si bien se espera que el índice continúe por debajo de la tendencia en el segundo semestre del año, la recuperación del transporte de pasajeros por vía aérea representaría una gran contribución a un cambio de tendencia.
El Barómetro sobre el Comercio de Servicios pone de relieve los puntos de inflexión y las pautas cambiantes del comercio mundial de servicios. Al contrario que su equivalente en el ámbito de las mercancías, el indicador de servicios registra fluctuaciones que coinciden con los movimientos de las corrientes comerciales reales, no los anticipa.
Según los datos publicados el 23 de septiembre, el volumen del comercio mundial de mercancías disminuyó un 14,3% en el segundo trimestre de 2020 con respecto al período anterior, ya que las medidas de contención de la Covid-19 afectaron a las economías de todo el mundo. Esta contracción es más pronunciada que la reducción del 10,2% registrada durante la crisis financiera entre el tercer trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2009.
Más allá de barómetros, el neoliberalismo y sus guerras comerciales
En el rincón de las tertulias económicas sin fin, frente a los artículos de miles de analistas financieros o en las explicaciones de los organismos internacionales, los economistas se erigen en los indiscutibles sabios de la pandemia. Pero obnubilados, por los efectos de la Covid-19, tienen tendencia a olvidarse de la genética de la crisis, una amnesia que permite no vincular los procesos, anteriores al virus, que profundizaron las diferencias.
En el mes de agosto de 2019, daba comienzo a un nuevo episodio de la guerra comercial que impulsó Estados Unidos contra China. Por decisión del presidente Donald Trump el Departamento de Comercio anunció que elevaba al 25% los aranceles de 279 productos de las industrias química, petroquímica y automotriz, lo que suma 16.000 millones de dólares a los 34.000 millones ya afectados con medidas similares sobre otros 1.300 productos en vigencia desde julio pasado.
Con la medida actual el volumen sancionado alcanza los 50.000 millones de dólares de importaciones de EU de productos chinos. Mientras, el portavoz del Ministerio de Asuntos exteriores chino afirmaba que “La posición de China es firme y clara. El chantaje y la presión de Estados Unidos nunca funcionarán con China, y si toman medidas que empeoren la situación, devolveremos el golpe de forma inevitable para mantener nuestros legítimos derechos e intereses”.
El aumento de las tensiones entre las dos principales economías mundiales tiene raíces en la profunda crisis crónica del capitalismo, cuyo crack reciente más significativo se produjo en 2007-2009 con consecuencias que se expresan incluso diez años después.
¿Cuáles son las razones que provocan esta guerra comercial o, dicho de otra manera, este brote de “proteccionismo”, que, al contrario de revertirse amenaza con continuar desarrollándose, agudizando el nuevo capítulo de crisis que se ha abierto en la economía mundial?
La actual ola proteccionista no es la única en la historia del capitalismo industrial, y tampoco es original. Puede ser explicada por las leyes que gobiernan la economía política del sistema capitalista. Para comprender la anatomía de la actual “guerra comercial” lo mismo que su dinámica, para esos es imprescindible estudiar la historia.
Pero el hecho es que desde 2007 el crecimiento aparentemente imparable del comercio internacional se detuvo, y la apertura económica se estancó e incluso retrocedió. De los datos surge que hubo dos periodos de expansión del comercio mundial y consecuentemente dos periodos de estancamiento.
El actual, que se desarrolla a partir de 2007 sería el tercero en que la “globalización” comercial retrocede, donde el proteccionismo crece y el comercio internacional cae, lo mismo que el flujo de capitales. Desde entonces la tendencia es a un incremento del proteccionismo, o, dicho de otra forma, a la reversión del proceso de globalización. Esta (in) evolución era anterior a la Covid-19.
La falsa “locura de Trump” es la racionalidad del capitalismo
La “guerra comercial” desatada por Trump, que a los ojos de los economistas y analistas del capital aparecen como los delirios de un loco, no es más que la necesidad del principal país imperialista de superar los límites que encuentra en el sistema.
A diferencia de los periodos anteriores de crisis, cuando su estado era vital y enérgico, debe hacerlo en el marco de su extrema decadencia y decrepitud. Cuando Estados Unidos reemplaza en la hegemonía mundial a Gran Bretaña lo hace sobre la base del agotamiento del liderazgo de esta última para el mundo capitalista y de haberse impuesto en la Segunda Guerra Mundial.
Desde el punto de vista del comercio internacional, la administración estadounidense fue perdiendo el liderazgo alcanzado. La búsqueda de recuperar ese liderazgo debe hacerla en un momento de alta vulnerabilidad por su propia debilidad relativa y por la aparición de potencias desafiantes como China.
Lo que parece delirio o locura es apenas la máscara grotesca del arlequín de un imperio decadente y senil que no puede ocultar su vocación depredadora y que está dispuesto a llevarla a un nivel no visto hasta ahora. Los conflictos que vienen en el polarizado mundo actual nos muestran toda la feroz dimensión de esa vocación, y su peligrosidad.
Se puede seguir llenando páginas enteras analizando esquemas, cuadros y barómetros de la OMC, pero sabemos de antemano que ésta ha sido condenada por la actual administración estadounidense.
Pero no hay objeto del otro lado del espejo, solo hay el reflejo de la especulación, en el cual, un puñado de jugadores a la baja se habrá enriquecido en estos meses de pandemia, mientras que el mal se transparenta en toda la población y la pobreza se extiende como una plaga, fundamentada en la perplejidad del síndrome de desempleo masivo.
No hablaremos de fracaso del neoliberalismo. Sirvió durante años a los intereses de las trasnacionales y los grandes grupos económicos. Fue y sigue siendo, la base política e ideológica del contubernio entre las clases dominantes de los países dependientes y la globalización. Es aun el instrumento conceptual seudocientífico que predomina en los organismos internacionales de crédito y es además el fundamento de la política de la OMC.
Lo que si ha pasado es que se ha derrumbado la idea de que el mundo podía ser únicamente de la forma en que la globalización lo estaba definiendo, y nos encontramos que no hay civilización sino crisis de civilidad, no hay crecimiento imparable sino crisis económica, no hay futuro cierto, sino inestabilidad.
La nueva economía y sus promesas han sido desmentidas de la forma más clamorosa, su verdugo un virus, la encrucijada a la que se enfrentan es salvar vidas o salvar dinero.
*Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)