Las primarias opositoras en Venezuela

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Habíamos dicho: “En cuanto a los revolucionarios, no es bueno que estemos vaticinando con pretendida certeza que la participación electoral en las primarias será un fracaso. Eso es una posibilidad, sin duda, pero si pasa lo contrario, se verá reforzada la sensación de éxito de los escuálidos. Nosotros deseamos, por supuesto, que la participación sea baja, pues no nos alegra ni nos conviene ningún triunfo de la contrarrevolución. Pero eso no depende de la voluntad de nadie sino de resultados objetivos difíciles de pronosticar”.| NÉSTOR FRANCIA.*

 

Y en enero recién pasado: “El mundo de las conjeturas es tan eventual como el de las posibilidades… Por eso no es aconsejable hacer pronósticos cerrados, al estilo de las adivinanzas o del devaneo de los astrólogos de televisión y de revistas domingueras. En política todo puede ocurrir mientras no haya ocurrido. Por ello nadie sabe a ciencia cierta si habrá o no primarias, ni tampoco cuál sería, de haberlas, el tamaño de su fracaso o de su éxito”.

 

Igualmente: “…nosotros ubicamos la frontera entre lo que es bueno o malo para ellos en el millón y medio de votos. Esa cantidad sería aceptable para ellos. Más de eso sería bueno, menos de eso, malo. Un millón de votos o menos sería un fracaso, dos millones o más un éxito. Amanecerá y veremos”.

 

Pues bien, la terca realidad nos ha dado la razón.

 

No estamos para nada sorprendidos con el éxito de las primarias de la derecha (manteniendo nuestra preferencia por la responsabilidad comunicacional, somos consecuentes con nuestras palabras), aunque nunca pensamos que rondarían los tres millones de electores. Aquí no puede nadie desconocer ese resultado, como al parecer algunos comienzan a asomar, pues está certificado por el CNE, cuya transparencia y capacidad hemos defendido mil veces. ¡Responsabilidad, por favor!

 

Habíamos dicho otra cosa: “…es claro que no se puede extrapolar hacia las elecciones la falta de convocatoria opositora a manifestaciones y guarimbas. El antichavismo es aun superior, según todas las encuestas, al 35% de la población electoral ¿Qué pesará más en esa base social escuálida? ¿Su decepción ante la inexistencia de liderazgos en ese sector o su deseo de votar contra Chávez?”

 

Pues bien, ya obtuvimos la respuesta, y esta tiene que ver con otro análisis que habíamos hecho antes. Algunos se confunden por la desmovilización callejera de la oposición. Pero el antichavismo que marchó masivamente en otros días sigue siendo fuerte, numeroso. Solo que se ha “democratizado”, ha desechado las marchas y las guarimbas, porque en esos terrenos sufrió sucesivas derrotas, y se decantó por el voto, que le ha dado victorias en gobernaciones y alcaldías, además de la del referéndum de la Reforma en 2007.

 

Ya no creen que puedan sacar por la fuerza a Chávez, pero sí con los votos. Que esa base social “no estaba muerta, estaba de parranda” se demostró ya en las parlamentarias de 2010, cuando prácticamente todos salieron a votar, e impidieron que alcanzáramos la mayoría calificada. De hecho, los escuálidos escogieron, por amplio margen, al precandidato que se mostró menos confrontador frente a Chávez.

 

De la estrategia de Capriles señalamos: “En cuanto a Capriles, como hemos dicho, parece haber capturado para sí la mayoría el segmento “light” opositor, que según diversos estudios es el más amplio entre los electores derechistas y se caracteriza por no conformarse con el discurso antichavista sino que reclama propuestas alternativas”.

 

Otros planos del análisis

 

Primero hablaremos de la victoria de Capriles y después de nuestros errores y ligerezas durante la campaña de las primarias.

 

Sobre el hoy ganador de las primarias, dijimos: “La verdad es que Capriles tiene un problema: aunque puntea según distintas encuestas, su techo no ha llegado nunca al 30% del electorado opositor. Esto le haría partir con una gran debilidad en la carrera presidencial, el hecho de su escaso liderazgo real, aun entre los suyos.

 

Él necesita acrecentar su votación, porque si no será de entrada un majunche con plomo en el ala”.

 

Pues bien, el hombre superó ampliamente ese obstáculo: ganó con más del 60% de los votos válidos. Arranca, pues, con buen empuje. Además, la oposición, a pesar de que sabemos que persisten múltiples desavenencias, abonó ayer a una percepción de unidad que no podemos dejar de tomar en cuenta.

 

Todos los otros precandidatos no solo reconocieron de inmediato el triunfo del precandidato de Primero Justicia, sino que compartieron con él la tarima victoriosa. Interpretaron, de esa manera, los deseos de su base social, que solo sueña con defenestrar a Chávez, su interés supremo. Su idea fija es sacar a Chávez, y después se verá.

 

Digámoslo de una vez: tenemos ante nosotros un adversario difícil, apoyado por ingentes recursos y por un soporte mediático muy fuerte, como quedó demostrado por la intensa y exitosa convocatoria a votar, y que además cuenta con votos duros no despreciables.

 

Si no aceptamos esa realidad, no asumiremos el reto del 7 de octubre con todas sus implicaciones y complicaciones. Preparémonos, pues, para varios días de celebración mediática de la derecha por todo lo alto, con desfile de “analistas” y voceros políticos, así como de intensa promoción del majunche designado.

 

De parte del chavismo, es necesario curarse de una enfermedad que nos puede consumir: la prepotencia triunfalista.

 

Vimos como algunos anunciaron que no habría primarias, con tal seguridad que hasta precisaron fechas en que la MUD haría ese anuncio. Otros aventuraron cifras según las cuales era seguro que las primarias serían un fracaso. No fue gente cualquiera, fueron comunicadores y dirigentes políticos. Lo que pasa es que el análisis político no es un show ni un arte adivinatorio. Tiene que ser una actividad seria, ponderada, humilde.

 

Los analistas somos como obreros, requerimos disciplina y método. A veces nos comportamos con una inmadurez enervante. Al final, esos pronósticos poco serios sirvieron para magnificar el éxito de la derecha. Ayer los voceros escuálidos se referían repetidamente a esos pronósticos aventureros sumándolos a la sensación de triunfo que inundaba a sus partidarios. Así se paga la banalidad, la superficialidad y la prepotencia triunfalista.

 

Después de las elecciones parlamentarias de 2010, cuando no logramos la mayoría calificada que esperábamos, me encontré en el Palacio Federal con un muy conocido diputado revolucionario y le expresé lo que pensaba: “percibo en nuestra gente una sensación de derrota”. El diputado me respondió de inmediato: “Es que esto fue una derrota”. Aquí no se trata, al fin y al cabo, de si realmente fue o no una derrota, pues al fin y al cabo obtuvimos mayoría relativa, por lo cual da más o menos igual si hablamos de una victoria relativa o de una derrota relativa, según se vea el vaso medio lleno o medio vacío. El problema es la percepción.

 

Entonces hizo falta una reflexión autocrítica que no se dio ¿Será que ahora tampoco se hará, al menos en el sentido de no haber tenido una correcta estrategia político-comunicacional? Con un poco de retardo, dos conocidos comunicadores venezolanos quizá dieron en el clavo en cuanto a lo que debimos haber destacado de las primarias opositoras, en vez de ponernos a augurar prematuramente su fracaso.

 

Roberto Malaver y Eleazar Díaz Rangel asomaron, el viernes antes y el domingo de las elecciones primarias, respectivamente, que éstas eran un logro de la Revolución Bolivariana, en el sentido de los avances de la politización y la participación política de los ciudadanos. Desde esa perspectiva, la alta cifra de electores de las primarias debe ser vista también como un éxito de la Revolución y de la Constitución Bolivariana.

 

A pesar de los pesares, seguimos creyendo firmemente en una victoria clara de Chávez el 7 de octubre. El padrón de electores en Venezuela ronda los 18 millones de electores. Es decir, en las primarias participó el 16% de ese padrón, y no votó el 84%. Aun con la variante abstención, sigue siendo muy alto el número de votantes efectivos que no acudió a las primarias. De esa cantidad, la mayoría es chavista. Pero el mensaje que nos envían las primarias de la derecha es que no asumamos que tenemos el toro agarrado por los cachos, que no creamos que la cosa es pan comido, que abordemos la gran tarea con el corazón ardiendo pero con la mente fría.

 

Mañana emprendemos viaje a Jordania a cumplir compromisos con la embajada nuestra en ese país y con la Universidad de Amman. No sabemos aun como resolveremos allá el uso de internet, además de que debemos tomar en cuenta la diferencia horaria. Haremos el esfuerzo, por supuesto, de seguir enviando los análisis, pero no podemos adelantar con qué frecuencia ni cómo manejaremos la mencionada diferencia horaria.
——
* Periodista.

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