Lecciones venezolanas de mercadeo del terror

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No tardará en reseñarse en los manuales de gerencia y en los tratados de mercadeo y publicidad, el aporte innovador de los management venezolanos  y dueños de los supermercados. La estrategia es curiosa, porque  se apoya en la guerra económica y la aparente  situación de “desabastecimiento” de bienes considerados básicos para el patrón de consumo del venezolano.

1.En algún lugar de establecimiento privado (supermercado o hipermercado) puede aparecer un “carrito”, o una paleta de madera donde dejan a la vista un cargamento de harina de maíz pre-cocida (para las arepas),  kilos de azúcar, cajas semi-abiertas que contienen litros de aceite de maíz, o de litros de leche pasteurizada de larga duración, papel toilette…

2.  Las personas que acuden primero al mercado, disparan la alerta, para que los que estén llegando o para los que llegarán, se abalancen sobre el cargamento que va desapareciendo a una velocidad asombrosa. Es una avalancha de cuerpos que tratan de competir, como animales hambrientos, por la mayor cantidad del trofeo conquistado.

3.  En algunos casos de hipermercados, lograron un mayor grado de sofisticación (proporcional a sus ingentes recursos) y mandaron a colocar cestas metálicas de enorme tamaño, en donde depositan los productos como la harina pan. Un espectáculo que maravillaría a Charles Darwin se desata.

4. Luego, se forman largas filas de compradores “nerviosos” conduciendo, en dirección a la caja de pago, carritos llenos de 10 ó 15 kilos de harina pan. La humillación por esta rebatiña, se supera cuando se establecen conversaciones entre los recelosos compradores. El culpable es el Gobierno, son los chavistas los que están destruyendo la economía. No tengo duda que si alguien es identificado como representante del gobierno, o es sospechoso de ser chavista, al menos en el pensamiento de los compradores, serían objeto de un linchamiento.

5.   Por supuesto, los dueños de los automercados no se molestan por normalizar la organización de estos productos en los anaqueles.  El negocio es redondo, especialmente porque no ponen límites en la cantidad comprada. Les tocará hacer otro pedido, lo que costaba vender tres o cinco días se evapora en unas horas. Este es el mejor de los mundos para los comerciantes. Cero costo de inventario, compras masivas apoyadas por una alta rotación de los pedidos.ven supermercado toletole1

6.   El que llegue tarde, se encontrará con las huellas de la existencia de esta mercancía y se reclamará la mala leche de su desinformación. Se irritará, y jurará  venganza.

7. En las zonas de clase media, a los consumidores se le quedará fija una idea en su cabeza: “Maldito este Gobierno de Monos que nos convierte en seres salvajes” “¡A dónde hemos llegado!”…Yo pasé la Navidad y el Fin de Año en Miami, y en esos países vemos los anaqueles llenos de productos y de una variedad de marcas y presentaciones”…

8. Pero esta escena también ocurre en zonas populares y, en forma dramática, en las ciudades del interior. Ver una cola de gente en Ciudad Bolívar, con un sol inclemente que castiga, a los que no quieren moverse de una cola, a los están dispuestos a pagar el kilo de harina pan, a un precio superior al regulado nos dice lo deprimente que es esta batalla.

9. En el mercado popular caraqueño de Quinta Crespo, un gran mercado popular, la llegada de Aceite de Maíz, hace que los vendedores tomen la decisión de racionar la venta en un litro por persona. Esta restricción genera a una situación que hace recordar la segunda palabra de la expresión, tan trillada, “socialismo o barbarie”.  La lucha por obtener el producto llega a niveles corporales, además del grado de agresividad verbal.

ven supermercado toletole2 El gran problema es que, tanto consumidores de los sectores populares, como los de los sectores medios, empiezan a repetir que la barbarie está relacionada con el socialismo.

La enajenación no les permite ver que los propietarios del capital son cómplices directos de la situación, además obtienen grandes beneficios con esta estrategia. Una legión de consumidores-cazadores, se ven  tan conformes en las largas colas, que uno no puede evitar recordar la sentencia de Darwin:“la especie que sobrevive no es la más capaz, sino la que se adapta”

¿Socialismo y barbarie?

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