Los desafíos de Lenin Moreno
El 24 de mayo, luego de 10 años de gobierno de Rafael Correa, asumió la presidencia Lenín Moreno. El nuevo presidente enfrenta dos desafíos: en primer lugar, la sucesión luego del liderazgo construido por Correa, quien luego de una década acaba su gestión con una calificación positiva del 62 % de acuerdo con las últimas mediciones de Opinión Pública.
En segundo lugar, las consecuencias de una reñida elección: si bien en la primera vuelta la fórmula Moreno – Glas superó con 11 puntos al candidato de la derecha, Guillermo Lasso, en la segunda vuelta la diferencia fue de 2,32 puntos. La estrategia de Moreno para enfrentar estos desafíos implica un cambio de estilo de gobierno y de gestión, según lo dicho en su discurso de posesión “en toda ocasión acudo al diálogo y busco el consenso. Ese es mi estilo: dialogar, no debatir. Para concretar el diálogo se requiere de liderazgo. El mío tiene su propio estilo”.
De cara a garantizar la gobernabilidad, Lenín Moreno ha establecido ciertos acuerdos pragmáticos con algunos sectores de la sociedad, como la Iglesia. En los días previos a la primera vuelta electoral, se difundió la Carta Pastoral “Convocados a Caminar Juntos” donde entre las realidades apremiantes del Ecuador se mencionaban la pobreza, la independencia de la justicia y la separación de poderes. Además, en dicho documento se afirmaba que “la corrupción deja en evidencia la falta de control y de fiscalización que el Gobierno y las demás instituciones del Estado deben ejercer sobre todos, pero muy especialmente, sobre los funcionarios públicos”. Con estos antecedentes y bajo la promesa de un gobierno dialoguista, Lenín ha mantenido acercamientos con el presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y con el Arzobispo de Quito, Monseñor Fausto Trávez, quienes han destacado que “el diálogo es el mayor instrumento de reconciliación”. Ello podría significar un punto de inflexión en la relación entre la Iglesia y el gobierno ya que durante el mandato de Correa siempre estuvo tensionada por la preocupación de la Iglesia respecto a la supuesta falta de libertades y el predominio de un partido único. Dicha tensión se incrementó con la aprobación de la Constitución de 2008, momento en el cual los obispos emprendieron una campaña por un voto responsable en el referendo.
Pese al liderazgo indiscutible del presidente Correa a lo largo de esta década, el nivel de conflictividad de los últimos años con algunos sectores deja abiertas algunas vías que exigirán la toma de postura y la resolución por parte de Lenín Moreno. Algunos puntos claves en este sentido estuvieron contenidos en la carta que el mandatario electo envió a la Secretaría Ejecutiva del Movimiento Alianza PAIS el pasado 30 de marzo de 2016. En la misma, Moreno marcaba la necesidad de renovación tanto en las relaciones, como en los servicios y en las políticas que habían significado el alejamiento con algunos sectores, entre los que destacaban las organizaciones de mujeres, parte del movimiento indígena y organizaciones ecologistas.
En este sentido, el mandatario ha anticipado que está abierto al diálogo con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). Las demandas de este sector se han focalizado en el cese a la supuesta persecución política, el restablecimiento de la educación bilingüe, la gestión comunitaria del agua, el transporte comunitario, la distribución de las frecuencias para medios comunitarios y la construcción del Estado Plurinacional con las circunscripciones territoriales indígenas[1].
Un dato fundamental en este sentido es el anuncio de un Plan de Gobierno que contemple una visión y propuesta renovada sobre la Amazonia. Ello teniendo en cuenta que en las últimas elecciones la fórmula Moreno – Glas, a nivel de la Amazonia, solo se impuso en la provincia de Sucumbíos.
Todo lo anterior ha tenido su impacto en la conformación del Ejecutivo y la designación de algunos puestos claves, basados en la necesidad de construir acuerdos y contar con representación de las diferentes fuerzas al interior del gabinete: es el caso del Ministerio del Trabajo, el Ministerio de Inclusión Económica y Social y la Secretaría del Agua, por mencionar algunos ejemplos. En el primer caso, será ocupado por Raúl Clemente Ledesma Huerta, candidato al Parlamento Andino por el Movimiento Centro Democrático. Dicha organización encabezada por el prefecto de Guayas, Jimmy Jairala había establecido en octubre de 2016 un acuerdo político con la Izquierda Democrática (ID) para apoyar a su candidato presidencial, Paco Moncayo. Sin embargo, de cara a la segunda vuelta Jairala anunció su apoyo a la fórmula Moreno – Glas.
El Ministerio de Inclusión Económica y Social será ocupado por Iván Espinel, ex candidato presidencial por el Movimiento Fuerza Compromiso Social, que obtuvo el 3, 18 % en la primera vuelta y uno de los primeros candidatos que ofreció su apoyo electoral a Moreno. Espinel fue director del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social durante el gobierno de Correa y su nombre también había resonado para ocupar la Secretaría de la Juventud. En el caso de la Secretaría de Agua Humberto Cholango, ex presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y Ecuador Runakunapak Rikcharimuy, (Movimiento de los Indígenas del Ecuador, ECUARUNARI), ocupará dicha cartera de Estado.
Uno de los caballitos de Troya más fuertes utilizados por los sectores de oposición durante la campaña electoral fue la crítica al tamaño excesivo del Estado y la necesidad de una racionalización administrativa del sector público. Aun sin conocerse los detalles, el nuevo mandatario ha anunciado una reforma institucional que contempla la eliminación de los ministerios coordinadores, la supresión de la Secretaría Nacional de la Administración, cuyas funciones pasarán a formar parte de la Secretaría General de la Presidencia, y la eliminación de la Secretaría del Buen Vivir.
La revisión de la Ley Orgánica de Comunicación (LOC) es otro de los puntos que figuran en la agenda de Lenín Moreno. Durante la campaña electoral, los diferentes sectores de oposición plantearon la derogatoria de dicha ley por considerar que lesionaba el derecho a la libertad de expresión. Si bien Moreno ha negado la posibilidad de derogar la normativa, estaría dispuesto a una revisión de la LOC y al inicio de una nueva etapa de diálogo con los medios de comunicación. Incluso manifestó su interés de dejar insubsistente la sanción a los 7 medios privados por haber incurrido en censura previa.
En lo que respecta al tema de la corrupción, durante la campaña electoral afirmó que solicitaría ayuda a la Organización de Naciones Unidas (ONU) para conformar una comisión internacional dispuesta a investigar casos de esta índole. En su discurso de posesión reafirmó dicha intención con la creación de un Frente Nacional que tenga como objetivo la investigación y judicialización de los casos de corrupción. Además, enfatizó que el combate a la corrupción tiene que incluir tanto los casos del pasado como los actuales. Y en este sentido, exigir a la justicia de Estados Unidos, de Brasil y a Odebrecht que entreguen la lista de personas implicadas en los sobornos. Ello de cara al 1 de junio, momento en el cual se levantaría el sigilo judicial sobre los expedientes de Odebrecht.
A nivel de movimiento político, en la carta mencionada anteriormente, Lenín Moreno se refirió al descuido en la formación ideológica estos años: “Nuestras estrategias de comunicación y de formación política no han sido suficiente para trasformar al individuo. Hemos fallado en formación política desde el Movimiento, desde las instituciones públicas y desde las estrategias de comunicación. No podemos obviar esta autocrítica. Y para transformar al individuo también es fundamental que contemos con un Movimiento Político sólido, organizado y con los mejores cuadros en los territorios y a nivel nacional”. Al respecto, la nueva Secretaria Ejecutiva del Movimiento Alianza PAIS, Gabriela Rivadeneira anunció la implementación de la Escuela de Formación Política “Leónidas Proaño”. Además, en su misiva, Lenín Moreno llamó a efectuar un balance de las elecciones seccionales del 2014, tras la pérdida del oficialismo en las principales ciudades. Ello puede volver a retomar impulso si se tiene en cuenta que el próximo año, se eligen autoridades seccionales en todas las provincias. Por último, la misiva hacía referencia a repensar el mismo modelo organizativo del movimiento en el sentido de establecer una nueva lógica de movimiento político capaz de abarcar las diferentes fuerzas progresistas nacionales.
Por su parte, la Asamblea Nacional se ha propuesto como objetivo “ciudadanizar el servicio legislativo”. Su nuevo presidente, el ex Ministro del Interior, José Serrano presentó una estrategia de nueve puntos entre los que figuran: el trabajo en territorio con la ciudadanía, la apertura política, la profundización y visibilización de la fiscalización, la definición de una agenda coherente entre las propuestas de campaña y las demandas ciudadanas, la consolidación de un bloque democrático que garantice la gobernabilidad y las relaciones internacionales de la Asamblea Nacional[2].
Estos son algunos de los rasgos que caracterizan el escenario político y delimitan los desafíos del presidente Lenín Moreno para los próximos 4 años. La forma en que se diriman los asuntos de mayor conflictividad política y las medidas que se tomen en el campo de la economía podrían ser decisivos en los primeros 100 días de gestión.
Notas
[1] http://www.eluniverso.com/noticias/2017/04/13/nota/6135985/moreno-quiere-volver-traer-su-gobierno-ecologistas-e-indigenas
[2] http://www.andes.info.ec/es/noticias/trabajare-ciudadanizar-servicio-legislativo-jose-serrano-presidente-asamblea-nacional
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Anexo1
Época de cambio y cambio de época
Emir Sader| Ya se cumplieron diez años desde que Rafael Correa, recién elegido presidente de Ecuador, anunciaba que el país empezaba a salir de la larga noche del neoliberalismo y que el continente ya no estaba en una época de cambio, sino en un cambio de época. La nueva época sería la de superación del modelo neoliberal, al que se entregaron varios gobiernos de la región.
Una década después, Correa entrega el gobierno a su sucesor –Lenin Moreno-, elegido democráticamente por voluntad mayoritaria del pueblo ecuatoriano y sale victorioso de una década como presidente de Ecuador. El pertenece a una nueva generación de dirigentes políticos de la izquierda, que no provienen de los estratos que tradicionalmente han elegido los presidentes de nuestros países, sino desde afuera de los sistemas oligárquicos tradicionales y que, justamente por ello, han logrado romper con los intereses que se expresan en el neoliberalismo.
Hugo Chávez, Lula, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, Fernando Lugo, son algunos de los ejemplos de esos dirigentes que llegaron a la política desde la lucha social. No por acaso varios de ellos frecuentaron el Foro Social Mundial, que se proyectaba como un espacio de aglutinación de todas las fuerzas que se oponían al neoliberalismo.
Ellos supieron, por la vía de los hechos, construir gobiernos que han atacado algunas de las bases fundamentales en que se apoya el neoliberalismo. De partida, se han enfrentado a los intentos norteamericanos de imponer un Área de Libre Comercio en todo el continente, derrotando esa perspectiva y fortaleciendo los procesos de integración regional. Han logrado constituir la única región del mundo que tuvo procesos de integración regional independientes de la hegemonía norteamericana, constituida por el único conjunto de gobiernos antineoliberales en el mundo.
En segundo lugar, a contramano de las tendencias predominantes en el capitalismo contemporáneo, han logrado disminuir la desigualdad, la exclusión social, la pobreza y la miseria, en el continente conocido por ser el más desigual del mundo. El contraste entre los gobiernos que han avanzado en la superación del neoliberalismo y los que han mantenido ese modelo es flagrante y certifica como ese es el camino fundamental de la izquierda en el siglo XXI.
Por otra parte, frente a un tema tan controvertido como el del rol del Estado, lo han rescatado, rechazando la centralidad del mercado, y haciendo del Estado un agente dinamizador de la economía, distribuidor de renta y garante de los derechos de todos.
En su conjunto esas trasformaciones han constituido lo que Correa llamaba de un cambio de época. De la época de hegemonía neoliberal a la época de superación del neoliberalismo.
Diez años – o más, en otros países – después, ese camino encuentra muchos obstáculos, dando la ilusión a algunos que puede haber vuelta a una era neoliberal en América Latina. La combinación entre durísimas campanas centradas en los medios para desacreditar esos gobiernos y sus liderazgos, buscando revertir su legitimidad y desacreditar la posibilidad de que nuestro continente elabore su propia salida del neoliberalismo, con errores cometidos por esos gobiernos, han logrado éxitos, derribando gobiernos – por elección o por golpe -, desestabilizando a otros, generando un clima de descalificación de la política, de desinterés por los temas políticos, de retorno fuerte de las posturas egoístas centradas en un consumismo al estilo del “modo de vida norteamericano”.
Gobiernos como los de Mauricio Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil apuntan lo que la derecha del continente promete: el retorno de las depresiones económicas, del desempleo en larga escala, de la exclusión social, del retroceso en términos de derechos sociales, entre tantas otras plagas de la larga noche neoliberal a la que se refería Correa.
¿Es eso lo que quieren nuestros pueblos? ¿Es eso lo que se merecen nuestros países? El fracaso relativamente rápido del golpe en Brasil, el agotamiento rápido de los proyectos de restauración neoliberal en Argentina y en Brasil, sin que ninguna de sus promesas se haya cumplido, reafirma que el cambio de época sigue siendo un objetivo actual, urgente, indispensable