Los jinetes petroleros del Apocalipsis
Elie Habalian Dumat*
Petróleo, energía, recesión. Tipos buenos y tipos malos; bendecidos por algún dios y referentes del Mal. Los análisis son para todos los gustos y surgen de cualquier parte. La mayoría, empero, constituyen en realidad expresiones de deseos, cultivan una óptica, riegan un jardín o arrojan piedras al tejado que no les place. Y el ciudadano debe tener acceso a todos los discursos, aunque la voz sea desagradable, el contenido tendencioso y previsibles las conclusiones. Saque usted las propias.
Ante lo que se vislumbraba desde finales del año 2007 como el tercer “shock petrolero”, y con una aguda crisis inmobiliaria en los Estados Unidos, y una crisis financiera atravesando el pacífico y el atlántico hacia el Asia y Europa, una sensación de angustia se iba apoderando del ánimo de sectores, pueblos y países enteros. Por el alto precio de los combustibles se empezaron a ver huelgas y protestas de transportistas en distintas latitudes (Chile…). También se desencadenaron manifestaciones de sectores populares (Haití…) en contra del aumento desmedido en los precios de los alimentos como consecuencia, entre otras causas, de la incidencia del fuerte incremento en los costos de los derivados del petróleo.
El agravamiento de la situación en países desarrollados y en vías de desarrollo, aunado a declaraciones irresponsables de algunos jefes de Estado (Hugo Chávez…) altos funcionarios y destacados personeros de organismos internacionales (Shakib Khalil…) de empresas transnacionales (Alexei Millar…) hablando de precios de 150, 200, 250, 300 y hasta 400 dólares el barril, terminó generando un clamor universal sobre la urgente necesidad de “pararle el trote a esa locura”.
La reunión de Jedda
Ese clamor no fue en vano. El rey Abdoullah de Arabia Saudita convocó “sorpresivamente” a un encuentro global sobre energía. Con la asistencia de los principales países productores y consumidores, siete organismos internacionales y las empresas petroleras y de inversión más importantes del mundo, la reunión tuvo lugar el día 22 de junio en la ciudad de Jedda en Arabia Saudita. En su exposición de motivos para la convocatoria de dicha reunión, los sauditas calificaron de injustificada la escalada de precios del crudo, y expresaron su preocupación por la incidencia de dicha escalada en la salud de la economía mundial, así como sus implicaciones sociales y políticas.
En adición a las acertadas medidas contenidas en el comunicado de la reunión de Jedda, los mensajes más importantes que enviaron los principales protagonistas de dicho evento fueron los siguientes: primero, Arabia Saudita, en representación de los países exportadores; Gran Bretaña, en representación de los principales países consumidores clásicos y China, en representación de los países consumidores emergentes, junto a otros factores internacionales políticos-energéticos-financieros, no están dispuestos a permitir un mercado petrolero anormal que termine por lanzar a la economía mundial por un precipicio.
Segundo, ante el agotamiento del orden energético global vigente desde 1974, la reunión de Jedda marca el inicio de uno nuevo, con nuevos actores, con nuevas tecnologías, con nuevos combustibles y con un acento bien destacado en la ecología.
Los destinatarios del mensaje
El principal destinatario del mensaje de Jedda es la comunidad internacional, la cual recibió la noticia del evento con cierto alivio, y lo interpretó como una respuesta, aunque fuese aparentemente tímida, a su clamor. También lo recibió con un poco de esperanza. Esto es: ¡Por fin emergió alguien que parece estar dispuesto a “ponerle el cascabel al gato”!
En cuanto a los otros destinatarios, o sea los especuladores de las principales bolsas del mundo, los inversionistas de la industria petrolera y la inmensa mayoría de los países exportadores de petróleo tanto beligerantes (Putin, Ahmadinejad, Chávez,…) como moderados (Katar, Kuwait, Omán,…), entre otros actores menos importantes, recibieron el mensaje con una actitud comprendida entre el silencio y la protesta.
Los beligerantes contra Jedda
La actitud contestataria de los países exportadores beligerantes se ubicó en la protesta. El número uno de la Corporación Petrolera Nacional de Libia, Shukri Ghanem, disgustado con los sauditas, dijo que su gobierno estaría pensando en disminuir la producción en lugar de incrementarla. El ministro argelino de petróleo y actual presidente de la OPEP Shakib Khalil, sin poder disimular su irritación durante y después de la cita de Jedda, declaró que el precio podría alcanzar los 400 dólares. No obstante, un mes después dijo que el precio actual era anormal y que descendería a los 80. Alí Rodríguez Araque, ex Secretario General de la OPEP, justo después de la clausura del evento, declaró que el precio del petróleo iba a seguir subiendo.
En cuanto a Rusia, no fue ningún alto funcionario del ejecutivo ruso sino Alexei Miller, presidente del gigante ruso Gasprom, quien declaró el 3 de julio próximo pasado que esperaba que el precio del petróleo llegara próximamente a los 250 dólares el barril. Miller aprovechó también como si se tratara de una rebatiña, para meter su cuñita de un aumento del 35% en el precio del gas natural con respecto al de marzo de este año, o sea de 350 a 500 dólares los 1000 m³.
Rafael Ramírez, ministro venezolano de Energía y Petróleo, a quien se le había indicado inicialmente no asistir, se decidió enviarlo en un papel discreto. En lugar de atreverse a hablar del precio, prefirió criticar en bajo perfil a los sauditas, recurriendo a la violación de la norma que permite el incremento o la disminución de la producción de cualquier país de la OPEP sólo en el seno de la Conferencia de la Organización. Antes de reclamarle por mandato de Chávez a un socio de la OPEP, este sub-ministro parece olvidar que su jefe “El supremo” es el primero en violar no sólo toda norma que se le atraviesa sino la propia Constitución.
Chávez “as usual”
Hugo Chávez, uno de los principales destinatarios del mensaje de Jedda, prefirió no reaccionar contra los sauditas acusándolos de atropellar a la OPEP y de tener una agenda energética propia, toda vez que patrocinaron una reunión energética global al margen de la Organización. Prefirió salirse por la tangente un mes más tarde cuando dijo que la reunión de Jedda había demostrado que el incremento en los precios del petróleo no era culpa de la OPEP. Chávez optó por no “alborotar el avispero”.
Él sabe perfectamente que está planteada en el ambiente una hipótesis que compromete en una agenda extra-OPEP, en adición a otros actores importantes, a un grupo de países exportadores de petróleo OPEP y no-OPEP. Esta agenda se caracteriza en primer lugar por la falta de la transparencia, o sea la triquiñuela en el manejo de la información y las estadísticas petroleras como la producción de crudo, por ejemplo. Este fenómeno fue criticado en el punto tres del documento final de la reunión de Jedda por ser una de las causas de la actual conducta errática del mercado petrolero global.
El petróleo hacia la baja
Durante las tres semanas posteriores a la cita de Jedda hubo toda una dinámica de resistencia con visos de contraofensiva de importantes actores energéticos y financieros afectados por los propósitos de la reunión de Arabia Saudita. Esto es: en adición a los países exportadores y al capital petrolero transnacional, se destacan los inversionistas que adquirieron petróleo a futuro con precios superiores a los 100 dólares, esperando amasar grandes fortunas -en parte muchos lo hicieron- cuando el precio alcanzara los 200, 250, 300 o 400 dólares, tal y como se lo habían venido prometiendo el presidente de Venezuela, el presidente de la OPEP y el presidente de Gasprom.
No obstante todos los mensajes emitidos por los “nuevos corredores” de Wall Street a favor de los altos precios, y a pesar de la resistencia de los Jinetes Petroleros del Apocalipsis que componen la alianza tácita pro US$ 500 el barril (Putin, Ahmadinejad, Chávez, Shakib Khalil, Goldman Sachs, Morgan Stanley…) el precio empezó a bajar en forma pronunciada gracias a la caída de la demanda del petróleo por la recesión en Estados Unidos y en otros espacios económicos. En otras palabras, la recesión ejerce hoy sobre las ambiciosas metas de los Jinetes Petroleros del Apocalipsis un poder mucho mayor que cualquier presión que puedan aplicar los países consumidores sean estos clásicos o emergentes.
Aquí vale la pena hacer un alto para plantearse las siguientes interrogantes:
– ¿Adonde se encuentran ahora todos aquellos analistas petroleros que pronosticaron precios de 200, 300 y 400 dólares?
– ¿Cómo explican la baja de más de 30 dólares en menos de un mes?
– ¿Qué opina ahora el experto petrolero y nuevo corredor de la bolsa de Wall Street Hugo Chávez?
– ¿Está de acuerdo Hugo Chávez con su aliado beligerante Shakib Khalil cuando calificó el actual precio de anormal y que descendería a los 80?
– ¿Acaso estos actores beligerantes pensaron que la economía mundial jamás iba a reaccionar ante sus demanes?
El ojo del petróleo sobre la economía mundial
Al observar la interacción entre el precio del petróleo y el índice Dow Jones durante las tres últimas semanas, se puede decir que después de la brusca caída de los primeros 20 dólares en el precio, el ritmo del descenso ha disminuido relativamente. Adicionalmente, se puede observar que el petróleo o mejor dicho, quienes están detrás de él, tienen el ojo puesto en la economía mundial. Esto es: cada vez que Wall Street muestra alguna mejoría aunque sea durante pocas horas, alguna fuerza que se encuentra al acecho vuelve a presionar el precio al alza aunque sean 50 centavos, un dólar o un dólar y medio.
En otras palabras, la recesión cuya primera fase, según muchos analistas, todavía no ha concluido y aun faltan más de una, se encargará en el corto y el mediano plazo de hacer su trabajo con el precio del petróleo y con los Jinetes que lo cabalgan. Éste será llevado a niveles asimilables por el nuevo estado de equilibrio que la economía mundial buscará después de pasar por dolorosos cambios en su estructura.
En ese nuevo estado de equilibrio el nivel del precio del petróleo tiene que garantizar resultados económicos eficientes, y simultáneamente, permitir el ingreso al mercado energético de nuevos combustibles, sobre todo los no contaminantes. O sea, al petróleo le toca a partir de ahora navegar en aguas turbulentas provocadas por él mismo frente a las presiones de la eficiencia económica, del avance tecnológico y de las restricciones ecológicas.
Malas noticias para los jinetes del Apocalipsis
Malas noticias para todos aquellos que habían hecho planes “grandiosos”. Planes para ganar millardos de dólares a costa del hambre y la miseria de cientos de millones de pobres en el mundo, como consecuencia de los insoportables aumentos en los precios de los alimentos impactados por la duplicación en menos de un año del precio del petróleo. Planes para “llevar por los cachos” a toda la civilización occidental y en su lugar, ofrecerle a la humanidad el “mar de la felicidad”. Planes de recuperar para Rusia el poder hegemónico que tenía la Unión Soviética a punta de renta petrolera. Planes para preparar a Irán para la “Gran Guerra Santa” en el Medio Oriente, aunque al final le llegara a pasar lo mismo que experimentó el Shah con el desmoronamiento de su orden despótico, por cierto muy bien armado, sin disparar un solo tiro.
El jinete Hugo Chávez
El tercero en el ranking de los jinetes petroleros del Apocalipsis, Hugo Chávez -‑el primero es Putin; el segundo, Ahmadinejad‑ también ha hecho planes “colosales”. A punta de billetes verdes, a pie o en maletines voladores, tiene planes hegemónicos para con Bolivia, Ecuador, Paraguay, Nicaragua, Honduras, el Salvador, República Dominicana, Jamaica y varias islas del Caribe. Así mismo, tiene planes hegemónicos para con Argentina, Perú, Chile y Guyana.
Sus planes hegemónicos pretenden nada menos que arrodillar a Colombia. Pero no se detiene ahí. La renta petrolera lo ha emborrachado tanto que tiene planes contra-hegemónicos para con México, Brasil y hasta Estados Unidos. En otras palabras, un precio de 300 dólares en adelante podía lograr simultáneamente dos metas. La primera sería contrahegemónica, o sea el desmoronamiento no sólo del “Imperio” sino de todo Occidente; y la segunda, el “imperio” de Chávez abarcaría desde el Río Grande hasta la Patagonia.
Estos delirios de los nuevos Jinetes del Apocalipsis “no contaban con la astucia” de la economía mundial, ni tampoco con la reunión de Jedda. En lugar de dispararles a los jinetes, tanto la economía mundial como Jedda han dirigido la mira hacia los caballos del Apocalipsis que representan a todos los actores y las condiciones que han favorecido esta locura petrolera.
La caída de los precios del petróleo hacia niveles racionales implicaría la pérdida para Chávez de la mitad de “sus” ingresos petroleros. Este escenario puede resultar sumamente grave para el “Socialismo Petrolero del Siglo XXI” y la “Gran Revolución Bolivariana Latinoamericano-Caribeña”. La dinámica tanto política, como social y económica entraría en crisis. Faltarían recursos para seguir importando con un dólar a Bs 2.150,00, bienes y servicios en un país con graves problemas de producción. Faltarían recursos para seguir subsidiando las empresas llamadas de producción social, así como la inmensa mayoría de las improductivas cooperativas. El dólar denominado permuta se dispararía hacia la atmósfera al zafarse de la presión que el gobierno ejerce sobre él a punta de los dólares de la renta petrolera. Las compras compulsivas de fusiles, aviones y submarinos sufrirían un duro golpe. Entraría en crisis la “revolución” en Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Paraguay, Honduras, el Salvador, y el resto de América Latina & el Caribe, ya que el fluido que corre por las venas de esta “revolución”, a diferencia de la inglesa, la francesa, la bolchevique y la mexicana, entre muchas otras, está preparado a base de petróleo.
La mala noticia para Chávez es que esta nueva dinámica energética a partir de la reunión de Jedda en medio de una recesión estadounidense y en consecuencia, mundial, no parece prometer ser de corto aliento, tanto que lo más probable es que no la resistan muchos bolivarianos. En este caso, la palabra bolivariano se refiere al bolívar “fuerte” y no al Libertador. El “Gran Timonel”, junto a los otros jinetes, tendrían que inventar nuevas maniobras para poder cambiar el nuevo rumbo que el petróleo parece haber tomado a partir de la cita de Jedda.
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