Marta Harnecker, luchadora incansable

 

Otros hablarán con mayor propiedad sobre su obra. Yo, que fui su amiga y colaboradora durante las dos últimas décadas, voy a centrarme en aquella mujer que la producía y la compartía.

Proveníamos de diferentes orígenes aunque ambas chilenas. Ella de la Acción Católica, yo de la educación y demás círculos laicos. En tanto que yo en Chile me dedicaba al activismo estudiantil y estudiaba arquitectura, ella fue becada a la Ècole Normal de París donde estudió con Louis Althuser. Esa enriquecedora experiencia la hizo abandonar su militancia en el catolicismo en favor del marxismo. Dejó de ser sólo periodista y psicóloga para desempeñarse también como educadora popular, lo que fue su pasión y que siguió desarrollando hasta el final.

Esta transformación personal se plasma en su primer libro, publicado por Siglo XXI en 1969. Imagen relacionadaEl mas conocido y leído de todos los suyos, el generador de consciencias, Los Conceptos Elementales del Materialismo Histórico. En el, estudiantes, militantes revolucionarios y estudiosos en el mundo entero han encontrado en lenguaje sencillo y motivador un instrumento teórico que les permita el estudio crítico del marxismo.

Su intención era entregar los conceptos teóricos necesarios para el conocimiento científico de la realidad concreta, sin el cual sería imposible intentar transformarla. La evidente efectividad de esta obra motivó a Marta, ya con un mayor bagaje intelectual y experiencia internacional, a publicarlo en edición revisada en 1971 y en una nueva revisión en 1984. Entre toda su obra: libros, artículos de opinión, cuadernos de educación popular, y audiovisuales, pongo el acento en esta obra porque refleja tanto su propia transformación como su afán por ayudar a los demás en similar empresa.

Ambas vivimos activamente los días políticamente más extraordinarios en Chile colaborando con el Gobierno de Salvador Allende, aunque seguíamos moviéndonos por círculos diferentes. Vino el horror y para ella el exilio a Cuba donde se integró totalmente y donde formó su familia. Para mi la lucha clandestina y una posterior ilegalidad inicial en España. Nos conocimos en Caracas durante una clase que daba su segundo esposo, el eminente economista canadiense Michael Lebowitz, en el Auditorio de la Facultad de Economía. Ella había sido requerida por el gobierno de Hugo Chávez para actuar de asesora en temas puntuales que el Presidente fuera señalando, y para actuar como su consciencia crítica. Chávez escuchaba a todo el mundo. Eso es cierto. Pero tenía especial interés y respeto por las opiniones de Marta.

Fiel a su pensamiento, ella recorría las comunidades conversando con sus habitantes antes de proporcionar sugerencia alguna. Para ella, la pedagogía popular no sólo significaba transmitir su conocimiento. Más importante aún, significaba también ser una “aprendedora”. Ella enseñaba lo que iba aprendiendo. Se sumergía en la realidad popular, especialmente en las luchas de los pueblos por cambiar una realidad generalmente adversa. La documentaba, la sistematizaba y la devolvía a sus orígenes para que pudiera ser útil. En ese afán estaba cuando me invitó a integrarme a su equipo para viajar al interior del Estado de Lara y estudiar los procesos de profundización de la democracia a través de los Consejos Comunales.

Marta iba grabadora en mano conversando con la gente. Para nuestra sorpresa, llegó corriendo una maestra de escuela con un ejemplar de Los Conceptos Elementales… solicitando un autografo. Lo mismo se repitió con una funcionaria municipal. “Ahora, yo también soy gente” le dijo una campesina. Era su forma de expresar la diferencia. La mujer pertenecía a un Consejo Comunal, participaba en desarrollar un diagnóstico de su territorio, en elaborar un plan de proyectos prioritarios, en administrar el presupuesto público descentralizado correspondiente, y en gestionar su ejecución. Pero, además, a ella, como vocero de su comunidad, se le abrían las puertas del ayuntamiento donde era recibida, reconocida, donde negociaba la solución a los pequeños problemas y donde se le presta asistencia técnica para los proyectos más complejos. Ella era parte del nuevo Estado Venezolano. Ya no sólo era “gente”, también era “autoridad pública” (usando el viejo lenguaje autoritario).

Marta siempre estaba en el lugar donde había que estar. Donde se están produciendo cambios. Donde surge la esperanza. Por eso no vio razón de volver a Chile. No solo ha estado en Venezuela. Estuvo en su día en Nicaragua, en El Salvador, en Uruguay, en Porto Alegre, Brasil, en Bolivia, en Ecuador, etc. y más recientemente en Grecia, en el Estado de Kerala en India, y más. En este permanente andar y conversar, Marta ha demostrado una gran sabiduría. No sólo por su capacidad de entender y explicar los procesos sociales y su articulación con el Estado. Ni tampoco sólo porque ha sido capaz de entregar oportunamente los señalamientos necesarios que contribuyan a orientar los caminos. También ha sido sabia al saber distinguir “lo negro del blanco” como diría Violeta Parra. Supo distinguir entre lo importante y lo superfluo. Entre lo que construye futuro colectivo y lo que lo estanca.

Por todo esto es que puedo decir que Marta era fundamentalmente generosa y no sólo porque el afán de lucro jamás motivó su trabajo. Lo ha sido precisamente porque compartía lo aprendido con aquellos que más lo necesitaban. Con los que luchan. También fue generosa porque estimuló y apoyó las iniciativas de otros, abriéndoles espacios para enriquecer sus caminos. Como colaboradora puedo decir que también fue
generosa e integradora al escuchar. Para ella la opinión de los demás era siempre importante. Son innumerables las personas que nos hemos beneficiado de sus esfuerzos, de su generosidad y de sus múltiples sabidurías.

Hace 10 años atrás, celebrábamos 40 años de su trayectoria y 100 obras publicadas. Pero hubo más. En 2013 el Viejo Topo le publicaba Un Mundo a Construir y más adelante, Planificando desde Abajo. Se nos ha ido esta titánida incansable, plena de energía física, intelectual y creativa. La realidad actual nos hace pensar que no la merecíamos. En cualquier caso, nos ha dejado con una tarea clara.

*Consultora internacional chilena

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