Miedo, pánico y… terror
Séneca le dijo a Nerón: «Tu poder radica en mi miedo, ya no te tengo miedo; por lo tanto tú ya no tienes poder.»
Siempre lo hubo: el animal humano convive con el miedo, con sus miedos, desde el alba de su caminar en la Tierra, solo que al adentrarnos en las aguas espinudas de la civilización se ha hecho más concreto, más urgente, lo invade todo de la mano del cine, la televisión, las redes sociales, los libros… y la política. El miedo no es ya un movimiento -o una parálisis- del espíritu, se ha convertido en acompañante cotidiano.
Comenzó siendo algo positivo en las sociedades prehistóricas, que salvaguardaba a nuestros antecesores de peligros como los depredadores, las inclemencias del tiempo y demás amenazas, colaborando así en la supervivencia de la especie.
El miedo según los científicos y psicólogos, es una emoción desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado… Es una inquietud primaria derivada de la aversión natural al riesgo o la amenaza, manifestada en todos los animales, lo que incluye al ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Si somos honestos debemos confesar que alguna vez o más de una vez hemos sentido miedo. Hay miedos actuales, de siempre, de niños, de adultos y de todos: al dolor, a la muerte, al vacío, a la nada.
El miedo regula las emociones de lucha, huida y ante todo, la conservación del individuo. Además de todo esto, también se encarga de la constante revisión de la información dada por los sentidos, incluso cuando dormimos, para poder alertarnos en caso de peligro. No permitamos que el miedo nos detenga, sino que usemoslo como un impulso para crecer y superarnos a nosotros mismos. No debe ser un obstáculo para alcanzar nuestras metas y vivir una vida plena. Es solo a través de la valentía y determinación que podemos superar nuestros temores y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
Según el diccionario de la Real Academia Española, el miedo es la «angustia por un riesgo o daño real o imaginario». El vocablo procede del latín metus, que tiene significado análogo… De acuerdo a los filósofos: “el miedo nos aproxima a la realidad por medio de una intuición y a partir de ese momento es conocimiento y representa un lenguaje universal… Los términos relacionados con el miedo, pánico y terror tienen una causa y origen en unos estímulos que son objetivables y definibles y se generan ante un hecho u objeto definido”.
Uno de los primeros testimonios del uso de esta palabra en castellano escrito, publicado en España, 1725-1739, según el Diccionario de Autoridades, se encuentra en la obra legislativa conocida como las Siete Partida -Historia del Derecho- redactadas durante el reinado de Alfonso X -1221-1284-. Siglo XIII. d.C.: “…e de tal miedo e de otro semejante fablan las leyes de nuestro libro cuando dicen que pleito o postura que home face por miedo non debe valer”. Partida 7, título 3.3, ley 7…
Séneca, señala: “aceptamos las opiniones, no verificamos aquellas que nos inducen miedo ni las examinamos, nos ponemos a temblar y ofrecemos la espalda a aquellos que desertan las casernas a causa del polvo levantado por el ganado que huye… Por este motivo, sólo el miedo puede causar el miedo y sólo este puede arrebatarnos la libertad que mantiene cautiva la indecisión”. Séneca, filósofo estoico del siglo I d. C., advierte que el miedo es una emoción natural, que no debemos permitir nos paralice. Aconseja a enfrentarlo con coraje y determinación. A no dejarnos llevar por el pánico, sino a mantener la calma y encontrar la fuerza para seguir adelante. Es un desafío que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas: miedo a lo desconocido, al fracaso o a la crítica, todos experimentamos ese sentimiento de inseguridad que nos impide avanzar. La valentía no implica la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él.
El pensador romano recuerda que la valentía no se limita a los episodios heroicos o decididos, sino que también se manifiesta en la forma en que hablamos y opinamos. Séneca desafió directamente a Nerón, un acto que requería una gran dosis de valor, cuando le dijo: “Tu poder radica en mi miedo, ya no te tengo miedo, por lo tanto tú ya no tienes poder” Al hacerlo, muestra que el coraje no solo se encuentra en acciones físicas, sino también en las palabras y en cómo nos enfrentamos a los demás. Es un ejemplo de cómo desafiar el miedo y la adversidad. A pesar de las consecuencias potenciales, no dudó en expresar sus pensamientos y principios ante un emperador temido. En lugar de dejarse amedrentar, demostró una conducta inquebrantable y una firmeza en sus convicciones.
Las sabias palabras de Séneca no solo revelan lecciones sobre la ausencia del miedo, sino de la capacidad de actuar a pesar de él. La valentía es un valor que ha sido admirado y buscado a lo largo de la historia. En momentos de adversidad y miedo, es el ánimo lo que nos impulsa a enfrentar nuestros temores y seguir adelante.
Séneca, -de acuerdo a Wikipedia, la Asociación Valenciana de Educación Emocional y Creatividad–AVEEC, España, y otros textos consultados-, destacó la importancia de la fortaleza mental y la resiliencia en momentos de dificultad, para superarlas… Expresó: “No te rindas ante los obstáculos, enfrenta cada desafío con decisión y determinación”. «No tengas miedo de vivir plenamente y enfrentar los retos que la vida te presenta. La valentía es el camino hacia una vida plena y significativa” Estas palabras nos inspiran a no dejar que el miedo nos paralice y a tener el temple de enfrentar los retos que se presentan en nuestro camino.
El miedo es un sentimiento natural, que no debe convertirse en un obstáculo para la acción, que si permitimos que nos bloquee nunca podemos alcanzar nuestro verdadero potencial, requiere de una fortaleza mental y una actitud decidida, para superar cualquier obstáculo si nos mantenemos fieles a nuestros valores y principios.
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