Mujeres que mueren al dar vida, informe de UNICEF –II

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Gisela Ortega*

Aproximadamente 50 millones de nacimientos en el mundo en desarrollo, es decir, cerca de 4 de cada 10 nacimientos a escala mundial, no cuentan con la asistencia de personal sanitario calificado y algo más de dos terceras partes de los nacimientos sin asistencia especializada corresponden a 10 países, en tanto que la cuarta parte corresponde a la India.

Si bien el riesgo de mortalidad y morbilidad por complicaciones antes, durante y después del parto es muy alta, una buena cobertura de determinadas intervenciones puede reducir ese riesgo.

La atención prenatal, la asistencia calificada durante el parto, la atención obstétrica de emergencia, los cuidados durante el posparto, las medidas anticonceptivas y la planificación familiar como parte de un proceso continuo de atención de la salud –que comienza cuando la mujer todavía no es madre y continua durante el embarazo, el parto y el posparto– pueden redundar en múltiples beneficios tanto para las madres como para sus hijos.

Atención prenatal

Durante el periodo prenatal es crucial que las mujeres accedan a información y a intervenciones que favorezcan su salud, bienestar y supervivencia, al igual que la de de sus hijos. UNICEF. el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Organización mundial de la Salud, recomiendan que visiten al profesional de la salud por lo menos cuatro veces durante el embarazo, el número mínimo de visitas necesarias para beneficiarse de los se4rvicios más importantes.

Esos servicios incluyen tratamiento contra la hipertensión para prevenir la eclampsia, vacunación contra el tétanos; tratamiento preventivo e intermitente contra el paludismo; distribución de mosquiteros tratados con insecticida; prevención de la transmisión viral del VIH de la made a su hijo; suplementación con micronutrientes, y preparación párale nacimiento, con información sobre las señales de peligro durante el embarazo y el parto.

La mayoría de los datos disponibles se refieren a mujeres que recibieron tratamiento prenatal por lo menos una vez. Según las últimas estimaciones, el 75% de las mujeres del mundo en desarrollo consultan con un profesional de la salud como mínimo una vez durante el embarazo, una mejora considerable frente al 60% a mediados de la década de 1991/2000.

Aproximadamente 9 de cada 10 mujeres embarazadas reciben atención por lo menos una vez en América Latina y el Caribe, Asia oriental y del Pacifico, Europa Central y del Este y la Comunidad de Estados Independientes.

En Oriente Medio y África del Norte, el 72% de las mujeres embarazadas reciben atención de personal capacitado; en África subsahariana, el 69%; y en Asia meridional, el 65%. Asia Meridional es la región con la cobertura más baja pero la que con mayor rapidez ha progresado en los últimos años; en efecto, su cobertura aumento 19 puntos porcentuales desde mediados de la década de 1991/2000.

Los países con los niveles más bajos de cobertura –de por lo menos una vista de atención prenatal durante el embarazo– son Afganistán, 16%; Etiopia, 28%; la República Democrática Popular de Laos, 27% y Somalia, 26%. Solo alrededor de la mitad de todas las mujeres embarazadas del mundo asisten a las cuatro visitas prenatales recomendadas. En un subconjunto de países de África subsahariana que cuentan con este tipo de datos, el 69% de las mujeres embarazadas recibieron atención prenatal por lo menos una vez entre 2000 y 2006, en comparación con el 42% que acudió por lo menos a cuatro visitas prenatales.

Estos datos sobre atención prenatal no reflejan su calidad, que es difícil de evaluar. No obstante, es fundamental garantizar la calidad de la atención prenatal para que los servicios que se presten realmente contribuyan al mejoramiento de la salud materna.

Una de las intervenciones más decisivas para prevenir la mortalidad y la morbilidad materna es garantizar que las mujeres reciban una atención adecuada durante el parto. Todos los nacimientos deberían contar con la asistencia de personal capacitado, no solo para traer al mundo a los bebes en condiciones de seguridad sino para reconocer posibles signos de complicación, o bien prestar el tratamiento necesario si existen los medios o bien enviar a la madre a una unidad de emergencia.

Aproximadamente 50 millones de nacimientos en el mundo en desarrollo, es decir, cerca de 4 de cada 10 nacimientos a escala mundial, no cuentan con la asistencia de personal sanitario calificado. Las regiones con los niveles más bajos de asistencia especializada y la carga más alta de mortalidad materna son África subsahariana y Asia meridional. Todas las demás regiones en desarrollo registraron un incremento en la cobertura de asistencia calificada durante los partos en la última década. El aumento más significativo se observo en Oriente Medio y África del Norte, que paso del 55% en 1995 al 74% en 2005.

A escala mundial, algo más de dos terceras partes de los nacimientos sin asistencia especializada corresponden a 10 países, en tanto que la cuarta parte corresponde a la India.

Las zonas urbanas de todo el mundo tienen más del doble de probabilidades que la zona rural de que los partos cuenten con asistencia de personal sanitario idóneo. También existe una diferencia significativa entre los países ricos y los países pobres que disponen de datos: en el conjunto del mundo en desarrollo, las mujeres de las familias más pobres tienen la mitad de probabilidades que las mujeres de las familias más pudientes de dar a luz con asistencia de personal calificado.
La calidad de la atención que dispensa el personal sanitario es decisiva. Especialmente cuando surgen complicaciones, el personal debe poder acceder a medicamentos esenciales, suministros, equipos y servicios de atención obstétrica de emergencia.

Estos profesionales de la salud deben recibir capacitación para afrontar las situaciones difíciles y se les debe supervisar para garantizar que la atención que prestan sea de alta calidad, un aspecto que reviste la mayor importancia.

Atención de emergencia

Cuando surgen complicaciones durante el parto, como hemorragias, sepsis o parto obstruido, las mujeres necesitan recibir atención, con carácter urgente, en una clínica u hospital. Un establecimiento equipado para prestar atención obstétrica básica de emergencia brinda siete servicios fundamentales: administración de antibióticos parenterales, medicamentos oxitócicos y anticonvulsivos: retiro manual de la placenta, remoción de residuos, asistencia durante el parto vaginal, y resucitación neonatal. Además, un establecimiento que preste atención obstétrica de emergencia debe tener la capacidad de practicar cesáreas y hacer transfusiones de sangre.

El indicador “necesidad satisfecha” mide la utilización de los servicios de atención obstetricia de emergencia. Es de esperar que el 15% de los nacidos vivos presenten complicaciones que requieran atención obstétrica de emergencia, y todas las mujeres que sufren complicaciones deben poder acceder a esta clase de atención. Evaluaciones en diversos países de África han descubierto que existen importantes deficiencias en la cobertura.

Algunos obstáculos para acceder a la atención obstétrica de emergencia son: la falta de instalaciones hospitalarias cerca de las comunidades rurales, las deficiencias del transporte y, en general, el mal estado de las carreteras. Además de estos obstáculos geográficos, también hay otros de naturaleza financiera y cultural que podrían impedir a la gente procurar ayuda de emergencia.

También es esencial que las instalaciones tengan una infraestructura funcional, equipos y suministros médicos, y personal capacitado. Un estudio que se llevo a cabo en el norte de la República Unida de Tanzania reveló que la principal dificultad es la mala calidad que brindan las instalaciones y no la falta de conocimiento por parte de las mujeres o la imposibilidad de desplazarse hasta estos lugares.

Dado que entre el 5% y el 15% de los nacimientos requieren cesárea, es poco probable que se dispense una atención de emergencia aceptable en zonas cuyas tasas de cesáreas son inferiores al 5%. Las tasas superiores al 15% se han asociado con mortalidad y morbilidad maternas elevadas.

Los dictados culturales o la falta de acceso a los servicios muchas veces impiden que las madres busquen atención especializada después de dar a luz, aun cuando tengan un problema tan peligroso para su vida como la hemorragia posparto. El personal del centro sanitario local quizás no pueda evaluar la gravedad de las complicaciones y brindar tratamiento o derivar a la madre a otra institución. Es indudable que se debe dar mucha más importancia a la atención durante el posparto. También se requiere mayor continuidad y colaboración entre las personas que supervisan los partos y los servicios posteriores en los centros sanitarios y en las comunidades.

Planificación familiar

Reducir el número de embarazos no deseados también disminuye el riesgo de mortalidad durante los años reproductivos de las mujeres. Un indicador de los Objetivos del milenio es la tasa de prevalencia de uso de anticonceptivos, o porcentaje de mujeres de 15 a 49 años, casadas o en unión libre, que utilizan algún método para controlar la natalidad.

La tasa de uso de anticonceptivos es del 61% en el mundo en desarrollo: Costa Rica, China, Bulgaria, Uruguay, República de Corea, Colombia, Brasil, Cuba, Tailandia y Venezuela. Y de apenas el 30% en los países menos adelantados. En África subsahariana, solamente el 23% de las mujeres casadas o en unión libre utilizan algún método para controlar la natalidad; de los 11 países donde menos del 10% de las mujeres de 15 a 49 años, casadas o en unión libre, algún método, todos excepto trs pertenecen a esta región.

El acceso a métodos anticonceptivos eficaces favorece la salud materna al evitar una serie de problemas de salud, e incluso, la muerte. Se calcula que promover la planificación familiar de conformidad con las políticas nacionales podría evitar cerca de la tercera parte de los fallecimientos maternos en países con altas tasas de natalidad.

Según los datos, los embarazos no deseados conllevan mayores riesgos que los deseados, y las mujeres que esperan un hijo sin quererlo probablemente no recurran a los servicios de atención prenatal de manera temprana o den a luz bajo supervisión médica. Adicionalmente, espaciar los nacimientos por lo menos dos años eleva la probabilidad de supervivencia infantil. Es más; las medidas anticonceptivas evitan que las mujeres recurran a abortos practicados en condiciones de riesgo y, por lo tanto, contribuyen a reducir la mortalidad y la discapacidad materna.

Un indicador relacionado con los Objetivos del milenio es la “necesidad insatisfecha” en materia de anticoncepción. Se refiere a las mujeres que no desean tener un hijo o que desean posponer su siguiente embarazo, pero no están utilizando ningún régimen anticonceptivo. Hasta 137 millones de mujeres que desean espaciar sus embarazos, o limitar su número, no usan método anticonceptivo alguno, mientras que 64 millones solo utilizan procedimientos tradicionales, como el coitus interruptus.

Se calcula que todos los años se podrían evitar hasta 100.000 muertes maternas si se resolvieran con eficacia las necesidades en materia de anticoncepción.

Tasa de fecundidad

En 2006, la tasa total de fecundidad en todo el mundo –el número de hijos que tendría una mujer durante toda su vida si la tasa de fecundidad a lo largo de sus años reproductivos fuera la actual– era de 2,6. Esta cifra cubre grandes diferencias entre las distintas regiones, que van desde 5,3 en África subsahariana hasta 1,9 en Asia oriental y el Pacifico.

Las tasas totales de fecundidad en los países en desarrollo muestran variaciones incluso más amplias: desde 7,3 en Níger y 7,2 en Afganistán hasta 1,2 en Belarús, Bosnia y Herzegovina, la República de Corea y Ucrania.

Las tasas altas de fecundidad significan que las mujeres están expuestas más a menudo al riesgo de muerte por maternidad. Los países con tasas de fecundidad muy altas tienden a pertenecer al grupo de las naciones menos adelantadas.

Fecundidad entre las adolescentes   

Tener hijos en la adolescencia, algo frecuente en muchas partes del mundo, comporta riesgos especiales. Puede que las adolescentes no estén maduras fisiológicamente, y las que dan a luz por primera vez podrían carecer de información esencial y de acceso a los servicios y el apoyo en materia de salud. Todos los años, casi 70.000 jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y 19 años fallecen por complicaciones derivadas del embarazo, la causa más común de la muerte en este grupo de edad.

Las madres menores de 15 años corren un riesgo incluso más alto: de hecho, tienen cinco veces más probabilidades de morir en el parto que las mujeres de 20 años o más. Se calcula que todos los años recurren al aborto en condiciones de riesgo entre 2,2 millones y 4 millones de adolescentes, lo que incrementa significativamente el número de muertes y lesiones físicas permanentes.

La fecundidad entre las adolescentes es excepcionalmente alta en África subsahariana. Los 10 países donde se registran, las tasas más altas de nacimientos entre las adolescentes pertenecen a esta región y los encabezan la República Democrática del Congo, 225 nacimientos por cada 1.000 niñas y mujeres jóvenes entre 15 y 19 años–, Liberia, 221, y Níger, 204.

Matrimonio precoz

El embarazo y la maternidad en la adolescencia son consecuencias previsibles del matrimonio a temprana edad, e implican serios riesgos tanto para la madre, que posiblemente no ha alcanzado la madurez física, como para su hijo. UNICEF calcula que más de 60 millones de mujeres entre los 20 y 24 años se casaron o empezaron a vivir en unión libre antes de cumplir 18 años, es decir: alrededor del 34% de todas las mujeres de este grupo de edad en el mundo en desarrollo.

El matrimonio precoz es más común en Asia meridional y África subsahariana. De las mujeres de 20 a 24 años, el 45% se caso antes de los 18 años en Asia del Sur; el 40% en África subsahariana: y el 26% en América Latina y el Caribe. Las causas del matrimonio precoz son las desigualdades y la discriminación por razón de genero El registro de los nacimientos, el establecimiento de edades mínimas para casarse y las intervenciones destinadas a modificar las normas sociales y comunitarias son medidas cruciales para desalentar esta practica y, por lo tanto, para retrasar la edad del primer embarazo.

Ablación –o mutilación genital femenina

La ablación o mutilación genital femenina puede acarrear graves consecuencias durante el parto, aumentando significativamente la probabilidad de que se prolongue, se obstruya o se presente una hemorragia posparto.

Las tasas de mortalidad también son mas altas entre los bebes de madres que han sido victimas de esta nociva practica. Los peligros que afrontan las madres y sus hijos durante el alumbramiento aumentan de manera importante según la gravedad de la mutilación.

Esta práctica constituye un reflejo de las desigualdades y la discriminación por razón de género, y una forma de violencia contra las niñas. UNICEF, calcula que, en 27 países de África y Oriente Medio, 70 millones de mujeres con edades comprendidas entre los 15 y 49 años han padecido la ablación o mutilación genital.
   
Autonomía de la mujer

Las estadísticas ponen de manifiesto que, por cada 1.000 mujeres que acceden a un año adicional de estudio, se evitan dos muertes maternas. Según algunas investigaciones, entre los factores que ayudan a reducir la mortalidad materna está reconocer las prácticas de atención de la salud, recurrir a los servicios médicos durante el embarazo y el parto, mejorar la nutrición y aumentar el intervalo entre los nacimientos.

Y estos factores dependen, en gran parte, de la educación de las niñas. Tener conocimientos apropiados sobre salud reproductiva, sexualidad y VIH/SIDA contribuye a la autonomía de las mujeres y las niñas. Y les permite tomar decisiones relacionada con estas cuestiones.

Datos escasos

La mortalidad materna es muy difícil de medir y pocos países en desarrollo saben con certeza cuántas mujeres mueren todos los años durante el parto. Para poder calificar una muerte como materna, se requiere información sobre las condiciones del embarazo, la causa de la defunción y cuándo se produjo el fallecimiento en relación con la terminación del embarazo.

Es posible que incluso en las naciones industrializadas –por no hablar de los países en desarrollo, que afrontan la mayor carga de mortalidad materna– no exista esta información, haya sido clasificada erróneamente o no refleje la verdadera magnitud del problema. Por ejemplo, la causa de muerte podría estar erróneamente clasificada si se desconoce el embarazo o el embarazo el parto agravaron un trastorno ya existente. También puede haber resistencia a informar sobre una muerte producida como consecuencia de un aborto.

Debido a las dificultades que plantea la medición, las estimaciones de las tasas de mortalidad materna siempre incluyen una escala de incertidumbre. Esto significa que, aun cuando se trate de las estimaciones más precisas de que se disponga, la “verdadera” tasa de mortalidad materna –TMM- puede ser más alta o más baja. Si bien esto ocurre con todos los datos estadísticos, la incertidumbre en torno a la TMM es particularmente elevada por lo que estos datos se deben interpretar con cautela.
Fuente: UNICEF

* Periodista.
El capítulo anterior de este informe se encuentra aquí.

           
 

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