¿Nocaut del oro y la plata al dólar?
Alfredo Jalife-Rahme*
¿Quién ganará la guerra de las divisas entre el dólar y el yuan/renminbi chino? Ninguno de los dos, sino, como habíamos presagiado, el oro y la plata, lo cual coincide con la carta confidencial GEAB No. 41 del centro de pensamiento europeo LEAP/E2020, quien apuesta por el ascenso fulgurante del metal amarillo en la próxima década y deja extrañamente de lado a la plata y al paladio.
GEAB asegura que el oro se encamina a una victoria por nocaut sobre el dólar. A su juicio, “por varias décadas la Reserva Federal se ha dedicado a combatir la ‘reliquia barbárica’ con el fin de garantizar la supremacía del dólar estadunidense en el sistema monetario internacional”. Hoy ya no tiene la misma capacidad y la década que comienza será marcada por un nocaut completo (sic) del oro al dólar, concomitante con la caída de la mayoría de las divisas internacionales.
Llama la atención que no crea mucho en su euro, hoy al borde de una implosión si el Banco Central Europeo (léase: el eje Francia-Alemania) no adopta medidas curativas y creativas. “Desde el fin de la convertibilidad del dólar al oro –se explaya–, por primera vez en casi 40 años los intereses de los bancos centrales y los inversionistas individuales, una vez más, convergen en el oro”: cuando el dólar carece de un sucesor reconocido globalmente, el oro permanece como único activo en mantener su valor.
No obstante que es una divisa chatarra (sin sustento económico tangible y repleto de deudas impagables), asombra que el dólar siga reinando en el planeta, lo que a nuestro juicio se debe a: 1. su cobertura con bombas nucleares y 2. por ausencia de una divisa sustituta creíble (que cuando surja habrá pasado mínimamente una década).
GEAB enuncia que el metal amarillo posee dos caracteristicas: 1) constituye una inversión de mediano plazo con la intención de proteger los capitales frente al riesgo de pérdida en valor tanto de las divisas de papel como de los ctivos financieros y 2) representa un medio de pago en caso de una severa crisis monetaria. ¡Ni mandado a hacer ahora!
Considera que además de los bancos centrales, las instituciones con la obligación de mantener el valor en el mediano plazo de colosales capitales (como los fondos soberanos de pensiones y de seguros) deben adquirir reservas en oro hasta en una tercera parte de sus activos.
Demuestra que en la década pasada el oro ganó 292 por ciento (¡así con tres dígitos!) frente al dólar y presenta un cuadro de ganancias del oro frente a otras 12 divisas en el mismo periodo: euro: 181 por ciento; yen: 249 por ciento; yuan/renminbi: 218 por ciento; libra esterlina: 298 por ciento; real: 273 por ciento; rand: 365 por ciento; dólar canadiense: 179 por ciento; rupia: 313 por ciento; peso mexicano: 434 por ciento; rublo: 310 por ciento; dólar australiano: 182 por ciento, y won: 299 por ciento.
No es ninguna sorpresa que en la fase aciaga en el Banco de México del cordobista-zedillista Guillermo Ortiz Martínez el peso mexicano haya sufrido el peor desempeño global entre las 13 divisas evaluadas. A lo largo de la década entera no dejamos de sugerir que se apuntalaran las reservas mermadas con plata, de la que México es el segundo productor del mundo (y que acaba en los bolsillos de Canadá). ¡Qué pésimamente está manejado el país!
A pesar de una previa política deliberada de Estados Unidos (en realidad del G-7, donde brilló intensamente el fundamentalismo neoliberal británico que perdió 10 mil millones de dólares en hundir al oro, cuyo mercado estaba estrictamente controlado por la Reserva Federal y los bancos centrales del G-7 (con sus excrecencias tropicales como el Banco de México), el metal amarillo elevó su cotización debido a insolvencia de la banca anglosajona y europea, pero sobre todo por el colapso de la influencia de EU (y la Reserva Federal). Se trata de una narrativa de casi 40 años de la quiebra (sic) del sistema monetario internacional heredado en 1971 (fecha del desacoplamiento del dólar con el oro por Nixon).
La cotización del oro y la plata (y el paladio) se le está escapando del control total y de la hibernación en lo que los tenía sumidos la banca anglosajona (extensivo al G-7): su alza considerable (sic) no es resultado de una mayor transparencia de su mercado y de una menor manipulación de la Reserva Federal que sigue usando tres herramientas, aún muy activas, para prevenir cualquier regreso del oro al centro del sistema monetario internacional.
Las tres herramientas son: 1. creación del mercado del papel-oro que inunda el mercado físico del metal amarillo en un océano de contratos ficticios (sic) que son promesas (sic) sobre la posesión de oro que no tienen ni existe y que usan para contratos diferentes. ¡Pura nigromancia de ingeniería bursátil! 2. Falsificación (¡súper sic!) de los niveles de reservas de oro, en especial de Estados Unidos, que no ha sido motivo de una auditoría independiente durante décadas. ¿Y si no existiesen las reservas de oro que dice poseer Estados Unidos? Bajo la Lupa duda públicamente de la existencia de oro de Estados Unidos en Fort Knox. Y 3. la táctica de comunicación (léase: la desinformación de los multimedia económicos y financieros israelí-anglosajones) que desecha la inversión en oro como obsoleta y para ancianos. Curiosamente es lo mismo que expectoran los disfuncionales funcionarios del Banco de México en referencia a la plata, a la que excomulgan por ser inflamable (no es broma).
GEAB reconoce que la estrategia de socavamiento de la Reserva Federal funcionó extremadamente bien durante casi 40 años. Pues sí: mientras EU dominaba al mundo en sus fases bipolar y unipolar.
¿Qué advendrá en la incipiente fase multipolar? ¿Qué sucederá con la cotización del oro y la plata (y el paladio) cuando la dupla anglosajona pierda el control total y cese su obscena intervención en el libre mercado?
Concluye GEAB que en la fase de dislocación geopolítica y en el horizonte de un nuevo orden mundial, la Reserva Federal no posee más los medios para combatir el oro, su viejo enemigo de la hegemonía del dólar.
A nuestro juicio, hay dos situaciones relevantes: 1. Ha sido una política consistente de las autoridades financieras de EU la devaluación deliberada del dólar que beneficiaría sus exportaciones alicaídas (de allí la obsesión de exigir la revaluación del yuan/renminbi); y 2. El periódico Izvestia (18/1/10) maneja un escenario nada descabellado en el contexto de las asfixiantes presiones de Estados Unidos a China: la quiebra selectiva de la deuda estadunidense que afectaría notablemente la tenencia de Pekín por 800 mil millones de dólares. ¡Uf!
Las autoridades financieras estadounidenses, que gozan de autonomía exagerada (por formar parte de su poder financiero con el que aún dominan al planeta), provenientes de la administración bushiana, han repetido con el secuestrado Obama: el caso de Ben Shalom Bernanke en la Reserva Federal, en similitud a Bob Gates en el Pentágono, lo que expone la columna vertebral de su poder: el eje inmutable del complejo militar industrial y Wall Street. Parodiando a Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz: en Estados Unidos las finanzas son la prolongación de la guerra con otras armas.
*Analista internacional mexicano, columnista de La Jornada