Nosotros ponemos el fútbol, ellos hacen los goles

Adriano Corrales Arias.*

A la hora de escribir este artículo aún no se sabe quiénes serán los finalistas ni el campeón mundial de fútbol Suráfrica 2010. Sin embargo, si por la víspera se saca el día, ya podemos imaginarlos, igual que al flamante y dolarizado (¿euroizado?) nuevo campeón. Y es que ya lo han expresado muchos, especialmente Eduardo Galeano con su notable y conocida lucidez: en el fútbol actual se impone el negocio sobre la fantasía.

Es decir, el fútbol globalizado/colonial sobre el “juego bonito”, el de las gambetas, fintas, rabonas, chilenas y goles espectaculares. La precisión estratégica se coloca sobre la fabulación táctica. El sistema, sea, la máquina, sobre el individuo, que no es lo mismo que el colectivo al servicio del jugador y viceversa.

Esto es lo que he visto en la globalizada pantalla del televisor. Los dos equipos con mayor fantasía, Argentina y Brasil, han sido eliminados por equipos/máquina donde se aplica la fuerza del hombre atlético con su velocidad y su programación exacta, apegadas a un esquema que sólo busca un objetivo: ganar, y de cualquier forma.

El sistema transnacional de la FIFA ha optado por el fútbol maquinaria donde el súper atleta es el héroe, no el pequeñín fantasioso tipo Messi, Tévez, o Ronaldinho, o el de la filigrana como Kaká, Laudrup o el Ronaldo venido a menos, el de Portugal. Por supuesto, no niego la insuficiencia de argentinos y brasileños signada por el individualismo, no por el equipo, como se esperaba.

Sin embargo, es tan cierto lo anterior que hasta equipos como Brasil han recambiado su “jogo bonito” por un juego más eficaz, es decir, para estar a la altura de la terminología neoliberal: más competitivo. Ronaldo, el otrora astro brasileiro, refiriéndose a la actual selección, ha dicho en su sitio web lo siguiente:

“El fútbol de hoy no es jugado para mostrar belleza y plasticidad. Hoy, infelizmente, es fuerza de voluntad, velocidad, determinación. ¡En fin, son cosas a las que nosotros, brasileños, no estamos muy acostumbrados! ¡Pero tenemos que empezar a acostumbrarnos porque es así en todo el mundo!”

Si a lo anterior le agregamos la miopía y las metidas de pata del arbitraje y el sutil favorecimiento a los equipos grandes, además de las apuestas legales e ilegales, así como la intervención de los poderosos medios comerciales de comunicación y de la industria deportiva, incluidas las bebidas “energéticas” con toda su parafernalia, verdaderos trusts al servicio de la máquina global FIFA S.A., tendremos un panorama bastante desolador y amargo para el fútbol venidero.

En lo que a mí concierne es claro que no volveremos a la individualidad refinada de los Messi/Tévez o Kaká/Ronaldinho (borrados en esta contienda), ni a los Garrincha, Babá, Eusebio, Puskas, Maradona, Ronaldo, Beckembauer, Laudrup, Valderrama, por mencionar algunos de los más brillantes; sino a la fuerza disciplinada y exacta de los Robben, Klose, Schneider, Müller (el actual, no Gerd el cañonero de los 70) o Ballack, quienes se impondrán por exigencia de la efectividad capitalista y de la “competencia” neoliberal.

La oferta y la demanda irán adelante con su fútbol máquina en la puja del mercado transnacional de los clubes, que de seguro se impondràn a las “selecciones nacionales” (sino veamos el Ínter) de tal manera que la magia se irá apagando lentamente. Tal vez nos quede un poco de efecto a lo Xavi,Villa o Inhiesta, o a lo Van Bommel, Donovan o Totti, pero nada más.

En las calles, patios, veredas, potreros, esquinas, playas, ensenadas y fábricas de nuestros asimétricos países latinoamericanos, y algunos africanos (aunque por su biotipo se presten más al fútbol máquina de la matriz FIFA/colonial), con la emergencia de los asiáticos (Japón, Coreas, ¿China?), a regañadientes y pauperizados, seguiremos poniendo el fútbol, pero ellos, los metropolitanos, seguirán haciendo los gole$, con fauls, árbitros cegatos, súper pantallas, colosales estadios, "fashion", apostadores mafiosos y campañas multimillonarias.

* Escritor.

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