Nostalgia de la luz

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RW
nostalgia1No es en vano el tiempo que va creando —o moldea— los espacios; no es en vano la vida —aunque haya que buscarla; el asunto es por qué, dónde y los acasos de la búsqueda.

 

Así como es arriba es abajo y el resto palabras que se imponen a su desgaste para hundirse verticales en el hablante, que es el mismo que las escucha. Una de esas palabras es maravilla.

 

No cabe otra para definir la fascinación —en su sentido mágico desprovisto de engaño o sortilegio— que provoca esta película de Patricio Guzmán; nostalgia2podría describirse Nostalgia de la luz como obra madura —quizá la obra madura— de un cineasta singularmente dotado. O quizá, abusando de la metáfora, diciendo que es la nave gozosamente llegada a puerto.

 

Abrumadoramente simple —del modo en que lo son las cosas más complejas cuando se sabe verlas—, no es la luz, sin embargo, lo que permea el filme; es la lucha contra la oscuridad: la oscuridad del no saber cósmico y la otra, la dolorosa e íntima, de saberla sin conocer el lugar donde la han ocultado.

 

Entre el ahondamiento de la profundidad del tiempo que permiten —y en algún sentido proponen— los observatorios del norte de Chile (verdadera «región más transparente») y el rascar la dura y desértica superficie del territorio que los asienta no median puentes, existen asombro ajeno y dolor íntimo.

 

Unos —científicos— indagan lo que es materialmente infinito, encuentran la sustancia que toda vida contiene en los origenes del Universo; ellas —las mujeres— a flor de tierra intentan descubrir dónde dejaron la vida los asesinos. Así como es arriba es abajo.

 

A los 16 años Guzmán leía infatigable relatos de ciencia-ficción en su vieja casa de la calle Ahumada en Santiago; nostalgia3acercándose a los 70 hace leer —y aquí el concepto inicial— maravillosamente el drama de la humanidad que no logra, no todavía al menos, manejar ni su pasado ni su futuro; que busca encontrar y cerrar las brechas del devenir en lo inmenso y se rebela contra los candados puestos al horror de lo finito.

 

Unos hurgan la noche para hacer luz; ellas cuadriculan el desierto para abrazar la oscuridad y encontrar paz. Nunca antes el cine documental ha sido documento y drama de una manera tan cabal, preciso, exacto y solidario; pocas veces el cine se ha acercado tanto a la poesía. Y no se confunden los géneros y las técnicas: se integran.

 

nostalgia4El mensaje es el mismo de toda obra de arte: he aquí la vida, tú vida; asume la fascinación y despeja el horror, serás el mismo si puedes ser otro. Y continuar. Nostalgia de la luz, una obra maestra.

 

No se comprende por qué los «aparatos» culturales del Estado de Chile no procuran exhibirla en las escuelas del país, por qué esta película —más de una decena de premios internacionales— no ha encontrado un «prime time» en la televisión nacional (aunque sí fue exhibida una vez en 2012, al filo de la medianoche; se sabe, la cultura, la forja de la sociedad por si identidad, no vende —o eso dicen).

 

Ficha
GuzmanGuión y dirección: Patricio Guzmán
Fotografía: Katell Djian
Ayudantes de dirección, Cristóbal Vicente y Nicolás Lasnibat.
Montaje: Patricio Guzmán, Emmnuelle Joly
Efectos especiales: Eric Salleron
Producción, Renate Sachse
Un filme coproducido por Alemania, Chile, España y Francia.
Duración: 90 minutos.

 

Se lo ve aquí.

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