Óptica: derecha e izquierda igualmente colonizadas

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Hoy, en América Latina y el mundo, hay una especie de frustración frente a las ideologías que hasta el momento han dominado el pensamiento de la humanidad, ideologías que en boca de sus propios impulsores prometían solucionar los problemas del mundo y más en aquellos países donde la pobreza siempre se ha manifestado producto de las injusticias sociales y donde los gobiernos a nombre de esas ideologías, prometían el paraíso que todos íbamos a disfrutar en igualdad de condiciones.| ENRIQUE CONTRERAS RAMIREZ.*

 

Los acontecimientos que se vienen sucediendo en Europa y el mundo, contra sus respectivos gobiernos, gobiernos identificados unos con el socialismo real y otros con el capitalismo, es una muestra efectiva de que las cosas en el planeta andan mal y los pueblos ya no soportan sobre sus espaldas el desastre en que los han sumergido. El movimiento espontáneo llamado los indignados es una muestra “simple” de lo que estamos señalando.

 

Las manifestaciones indigenistas, las marchas obreras, campesinas, estudiantiles, profesionales, vienen tomando otro significado, que los aleja de la simple aspiración reivindicativa, para lanzar nuevas consignas que encierran en su contenido la protesta clara frente a los sistemas o modelos socio-económicos, que hasta el momento la humanidad ha conocido, pues los mismos sólo han marcado desesperanza en la solución de los principales problemas que en la actualidad ahogan la humanidad.

 

Todo discurso, independientemente de sus contenidos e identificaciones, llámense como se quieran llamar, al ponerse en práctica o plasmarse en formas de gobierno, terminan estableciendo relaciones de poder, se convierten en ideologías negadoras de la libertad, la democracia, la diversidad del pensamiento, la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad, fraternidad, convivencialidad, para convertir la sociedad en incluidos y excluidos, estableciendo de esta manera relaciones de dominación, relaciones de dominación que se instauran a nombre de un “Estado” cuyo origen se encuentra en el llamado “Estado Metropolitano Español”(caso América Latina y el Caribe), donde el poder se expresa en la verticalidad del mismo, donde se establecen marcadas diferencias de clase y los privilegios sólo están al lado de los que dominan.

 

Se quiera o no reconocer, esas formas de poder representan ese proceso colonizador que en particular fue y ha sido sometido el continente latinoamericano y sobre el cual se ha querido edificar formas de gobierno, que terminan reproduciendo el modelo de dominación colonial, bajo nuevas formas o modalidades de la llamada modernidad, hoy bajo la marcada influencia de nuevos procesos de recolonización, en una nueva era tan pervertida o más que la anterior, llamada globalización.

 

El Acuerdo de Yalta

 

Las ideologías, siempre se han presentado como únicas verdades, no hay otras que permitan la disidencia y es así como han dividido al mundo. O estás con el llamado socialismo real o el capitalismo: no existe otra manera de pensar.

 

¿De dónde vienen semejantes falacias?, ¿Cuál es su origen? Y es aquí, donde necesariamente hay que tomar el acuerdo de Yalta, como referencia y cohorte histórico de estos escenarios que hoy vivimos, pues a partir de 1945 Churchill, Roosevelt y Stalin, (terminada la segunda guerra mundial) reunidos en Yalta (Unión Soviética) declararon:
“Hemos resuelto el establecimiento más rápido posible con nuestros aliados de una organización general internacional para mantener la paz y la seguridad.
«Creemos que esto es esencial para prevenir la agresión y para evitar las causas políticas, económicas y sociales de guerra a través de una estrecha y continua colaboración de todos los pueblos que buscan la paz”.

 

Es con éste cuento, que las potencias más fuertes del mundo, desde el punto de vista militar y económico, deciden repartirse el globo en medio de una bipolaridad, que da comienzo a lo que se llamó más tarde la “Guerra Fría”, donde soviéticos y norteamericanos decidieron repartirse el planeta, ejerciendo y expandiendo su influencia, donde cada quien se respetaría sus respectivas colonias, unas bajo el dominio del socialismo real y los otros bajo el dominio del modelo capitalista.

 

En América Latina y el Caribe, tales influencias no se hicieron esperar, los grupos llamados intelectuales, sectores medios de la población, sindicatos, organizaciones de profesionales y técnicos, nuestras universidades y en fin, todos aquellos interesados en el “conocimiento” político y económico, comenzaron a girar alrededor de estas dos posiciones, ignorando en la práctica toda posibilidad de los saberes autóctonos de nuestros pueblos. En el fondo se creó un gran complejo de inferioridad bien dirigido, por quienes pretendían controlar el planeta y de esta forma fue asumido.

 

La situación, llegó a tal barbarismo, que la llamada izquierda, para poder identificarse como tal, tenía que asumir el socialismo que pregonaba la URSS y para ser de la derecha se tenía que pensar como los norteamericanos. En otras palabras, el modelo social y económico que había que asumir estaba referido necesariamente a algunos de los dos, no importaba que los mismos tuviesen divorciados de nuestra realidad indioamericana.

 

En medio de éste drama, el pensamiento autóctono latino caribeño quedo aislado, olvidado a pesar de la advertencia de nuestro Simón Rodríguez, donde sugería que no imitáramos modelos extranjeros, que inventáramos como pueblo, independientemente de que pudiésemos errar en el intento de construir una sociedad que ciertamente se identificara, con lo que verdaderamente somos.

 

Es así, como tanto la izquierda como la derecha en América Latina y el Caribe, lo que hizo fue copiar modelos de sociedad, sin detenerse y atreverse a generar un pensamiento propio, que al materializarse en formas de gobierno, no fueron capaces de resolver los innumerables problemas que azotan la población, pronunciada en una pobreza generalizada que frustra toda posibilidad de desarrollo de nuestros pueblos.

 

Es una izquierda y una derecha, que en la práctica se convierte en instrumento servil de intereses tanto del capitalismo privado, como del capitalismo de estado y donde en su interior se desarrollan intereses de clase, generando privilegios para los grupos que sustentan el poder, poder que es utilizado para establecer la relación dominante-dominado.
——
* En http://ruptura.org.

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1 comentario
  1. Nayiris contreras dice

    Muy bueno éste articulo, me puso a reflexionar sobre la situación que esta viviendo América Latina, con respecto a lo planteado por el autor.

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