Suecia: animales de la mar para Neruda

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En Estocolmo el diplomático Ulf Hjertonsson habla del libro Havsbävning: “Un fin de semana, de 1969, estábamos en Isla Negra. Mi esposa Karin le regaló un delfín de bronce a Pablo Neruda y él se entusiasmó mucho; de repente Pablo le dice a Karin: ‘Hágame una docena de xilografías de seres del mar que las olas dejan por la playa’.

 

Nos reímos mucho de esto y no lo tomamos muy en serio, pero después de dos semanas llegó una carta de Pablo preguntando: ‘¿Cuántas xilografías había hecho Karin?’.
Entonces mi esposa se fue a su taller para trabajar de verdad. Karin decidió los motivos, hizo las xilografías, y Pablo escribió los versos”.
Hjertonsson volvió a encontrarse con su amigo en septiembre de 1973.

 

Ulf Hjertonsson aparece mencionado en tres páginas del libro de Jorge Edwards: Adiós poeta (Tusquets, 1990) y el historiador Mario Amorós lo entrevistó para el libro: Sombras sobre Isla Negra (Ediciones B, 2012). Hjertonsson visitó a Neruda en la Clínica Santa María, a las cuatro o cinco de la tarde del 22 de septiembre de 1973:
“No recuerda que el poeta se hallara en el estado de excitación febril” —escribió Amorós en su libro—. Neruda habló con el diplomático sueco “del terror que desplegaba la Junta Militar”.

 

Ulf Hjertonsson recuerda: “El gobierno de Suecia me mandó a Chile después del golpe para ayudar al embajador Harald Edelstam en su heroica lucha por los derechos humanos. Yo me ocupé más bien de negociar los salvoconductos para los asilados en nuestra embajada”.
 

 

—Embajador Ulf Hjertonsson, ¿a quién conoció durante su primera designación diplomática en Chile?, ¿de quién fue amigo en Santiago e Isla Negra?
—Gracias a mi amistad con Neruda, y como me convidó a visitarlo muchas veces en Isla Negra, conocí a sus amigos que tenían 20 o 30 años más que yo. Ellos eran gente importante en la sociedad chilena, un joven segundo secretario de la Embajada de Suecia nunca los habría conocido si no hubiera sido por Neruda.
«De sus amigos me hice amigo, en particular, con el canciller Gabriel Valdés, Flavián Levine (Presidente de la Compañía de Aceros del Pacífico), los senadores Carlos Altamirano y Volodia Teitelboim. También de la muy bella Silvia Celis (ex esposa de Carlos Altamirano), y del diplomático-escritor Jorge Edwards.
«Y debo mencionar a Nemesio Antúnez, el pintor chileno más importante de aquella época».
 

 

—Su esposa, la pintora Karin Oldfelt, publicó el libro Havsbävning (poemas de Neruda con ilustraciones de Oldfelt), ¿cómo fue el proceso creativo del libro?, ¿lo han reeditando en Suecia?

—Un fin de semana, en 1969, estábamos Karin y yo en Isla Negra; Karin había empezado a hacer xilografías. Después de la cena estuvo trabajando con sus instrumentos en una placa de madera para hacer un delfín de bronce. Karin lo regaló a Pablo y él se entusiasmó mucho con el delfín, y de repente Pablo le dice a Karin:
“’Hágame una docena de xilografías de seres del mar que las olas dejan por la playa’.
Nos reímos mucho de esto y no lo tomamos muy en serio, pero después de dos semanas llegó una carta de Pablo preguntando: ‘¿Cuántas xilografías había hecho Karin?’.
«Entonces mi esposa se fue a su taller para trabajar de verdad. Karin decidió los motivos, hizo las xilografías y Pablo escribió los versos. El libro está reeditado en Suecia desde hace una década, en una linda edición, yo hice la traducción al sueco de los poemas de Neruda».
 

 

—En septiembre de 1973 regresó a Chile, ¿usted pidió colaborar con el Embajador Harald Edelstam?, ¿influyó su amistad con Neruda para la nueva misión diplomática?
—El gobierno de Suecia me envió a Chile después del golpe para ayudar al Embajador Harald Edelstam en su heroica lucha por los derechos humanos. Yo me ocupé más bien de negociar los salvoconductos para los asilados en nuestra embajada.
El 11 de septiembre de 1973 estuve en el Ministerio y la información del golpe me cayó como una piedra en la cabeza. Me preocupaba mucho la suerte de los amigos chilenos».
 

 

—Cuando le pregunté al Embajador Gonzalo Martínez Corbalá sobre el presunto asesinato de Neruda, respondió: “Para ser sincero nunca había escuchado la versión de un posible asesinato, hasta que leí la entrevista con Manuel Araya” (Clarín 22/06/2011). ¿Qué pensó al leer la denuncia del chofer de Neruda?
—Puedo contestar como lo hizo el Embajador Martínez Corbalá: yo nunca había oído hablar de un asesinato de Neruda, hasta que leí el libro de Mario Amorós.
 

 

—En entrevista con el historiador Mario Amorós, usted declaró que el 22 de septiembre visitó a Neruda en la Clínica Santa María; ¿cuándo habló por primera vez –en público o en privado- sobre la muerte de Pablo Neruda?
—Hablé en privado con mis colegas en la Embajada de Suecia en Santiago, cuando regresé de la Clínica Santa María por la tarde del 23 de septiembre. En público puede ser que hablé por primera vez sobre la muerte de Neruda cuando fui entrevistado por la Radio de Suecia.
 

 

—Al regresar a Suecia, ¿buscó al académico y traductor Arthur Lundqvist?
—Al regresar a Suecia fui a hablar con Arthur Lundkvist que ya era amigo mío. Le conté todos los detalles de mi última conversación con Pablo del día 22 de septiembre en la Clínica Santa María.
 

 

—¿Leía la poesía de Neruda en español o en las traducciones al sueco de Arthur Lundqvist?
—Leía mucho la poesía de Neruda, en castellano o en sueco. En los años setenta mi castellano era bastante bueno. Claro que he leído las traducciones de Söderberg y de Lundkvist.
 

 

—Nuestro amigo Abraham Quezada me dijo que se conocieron en Nueva York, seguramente el historiador y diplomático chileno le preguntó si conserva cartas inéditas de Neruda, ¿de qué solía conversar con su colega Abraham Quezada?
—Tengo aproximadamente diez cartas de Neruda, todas escritas con su tinta verde. Son todas las que conservo, menos algunas muy personales. He mostrado todas las cartas de Neruda a Abraham Quezada.
«Una es interesante porque está fechada en mayo de 1970 y dice Pablo que quiere venir a Suecia para ver el museo y la casa de Selma Lagerlöf. Pablo escribía que ella había inventado el realismo mágico que tanta importancia tuvo en América Latina.
«Cuando García Márquez recibió el Premio Nobel yo cené con él en la casa de Arthur Lundkvist. Le pregunté a Gabriel García Márquez qué opinaba sobre Selma Lagerlöf y Gabo dijo: “Ella ha tenido una gran influencia sobre mi obra”. Pero el viaje de Neruda a Suecia tuvo que cancelarse por su enfermedad».
 

 

—Finalmente, en 1966, Arthur Lundqvist y Jorge Sanhueza organizaron la exposición de libros de Neruda en la Asociación de Estudios Obreros de Suecia. ¿Visitó la exposición de la Biblioteca Neruda en Estocolmo?
—Sé muy poco de esta exposición. Nunca la visité. Pero Jorge Edwards, que tuvo un papelito en la exposición, me decía que no tuvo ninguna importancia para darle el Premio Nobel a Pablo.
«Fue el inmenso trabajo de Arthur Lundkvist dentro de la Academia Sueca que resultó en la decisión del jurado, para otorgar el Premio Nobel a Neruda en 1971».
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* Periodista.
Realizada para el diario digital chileno Clarín (www.elclarin.cl). Publicada también en Rebelion (ww.rebelion.org). Se transcribe aquí por gentileza del autor.

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