The Oil Crash: Año 18

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Llegamos una vez más a ese momento en el que hacemos un repaso de lo que ha sido este último año en los temas que son de interés para este blog. Un año caracterizado por muchísimas noticias importantes tanto en el terreno de la sostenibilidad en general como en el de la crisis energética y de recursos en particular. Un año que probablemente marque un punto de inflexión en nuestro inexorable declive energético y material y, si no le podemos remedio, de civilización. Un año tan lleno de noticias que es inevitable que algunos temas los deje en el tintero, pero intentaré al menos dar una visión general de lo que ha supuesto 2023. Comencemos, pues, con el resumen.

La crisis energética no cesa: A pesar de que se repiten anuncios absurdos sobre la abundancia petrolera, no tienen ningún sentido. Hace poco, Art Berman publicaba la gráfica que acompaña a estas líneas, basada en datos hasta mayo de este año del Departamento de Energía de los EU. Como se ve, la máxima producción de todos los líquidos de petróleo fue en noviembre de 2018, con 102,3 millones de barriles diarios (Mb/d), y en mayo era 1,1 Mb/d inferior (una caída del 1,1%).

Si nos fijamos en la categoría «Crudo+condensado» (que es lo que puede usarse para hacer combustible líquido), de nuevo el máximo fue en noviembre de 2018 en 84,6 Mb/d y hasta mayo había caído un 3,9% (un 4,6% menos). Y a pesar de tantas tonterías como se dicen, la inversión en búsqueda y puesta en explotación de nuevos yacimientos continúa siendo un 50% inferior a lo que se invertía en 2014. Todavía no sabemos cómo vamos a acabar el año, pero es bastante probable que la caída de producción sea mayor de un 5% con respecto a los niveles de 2018. Lo malo es que todo indica que esta caída se acentuará fuertemente en los próximos años.

Esta caída se está reflejando en una escasez mundial de combustibles, que no afecta de momento a Europa y los EU, pero que sí que hace estragos en Latinoamérica, África y partes de Asia. En algunos momentos de este año la producción de diésel llegó a ser un 20% inferior a los niveles del período 2015-2018 (Rafael Fernández publicará próximamente en este blog su análisis sobre el pico del diésel). Esto está llevando a problemas crecientes en toda la cadena de suministros global, ya que diésel es maquinaria (incluyendo de minería y agrícola) y camiones.

Mientras tanto, el gas natural se mantiene en precios relativamente elevados: no tan caros como llegó a ser el año pasado, pero no baratos en todo caso. La producción de carbón toca máximos históricos, pero resulta difícil incrementarla de manera significativa. Al mundo le falta energía, y todo apunta a que cada vez le va a faltar más.

Desindustrialización en Europa: Mientras en España se saca pecho porque se cerrará el año 2023 con una subida del 2% del PIB, lo cierto es que Europa está entrando en recesión, sobre todo Alemania y Francia. El mayor problema es la fuerte parada industrial. Con precios de la energía excesivamente caros y problemas con el suministro de materias primas (caras y escasas) muchas empresas están cerrando. Especialmente grave es la crisis en el sector de la automoción, donde, aunque nadie lo quiera reconocer, la transición al vehículo eléctrico está fracasando y suponiendo onerosas pérdidas a todo el sector en Europa.

La crisis industrial de Europa anticipa muchos problemas: falta de maquinaria, falta de repuestos, falta de reactivos químicos. De momento, un problema recurrente está siendo la falta de medicamentos, y otro grave problema en el horizonte va a ser la escasez de fertilizantes.

Crisis de Gamesa: El año 2023 pasará a los libros de Historia por el principio del fin del delirio megalomaníaco de la macroeólica. Lentas décadas de desarrollo habían conseguido llegar a modelos funcionales de aerogeneradores de hasta unos 3 MW de potencia. Sin embargo, el desembarco de nuevas personas con nuevas ideas en el sector llevó a la locura de pensarse que en pocos años se podría incrementar la potencia de esos aerogeneradores a 5, 7, 9, 12, 15 MW…

Hasta el infinito y más allá. Solo era cuestión de hacer aerogeneradores cada vez más grandes. Las consecuencias de esta carrera hacia ninguna parte ya les hemos comentado con detalle en el caso de Siemens Gamesa. Los problemas seguirán persistiendo, porque la dificultad estriba en construir aerogeneradores cada vez más grandes a un precio que se considere competitivo. Al final, o se acepta que el precio de la electricidad tiene que subir, o que la producción eléctrica es un servicio público asumido total o parcialmente por el Estado, o bien iremos a un abandono masivo de la eólica. El año que viene veremos exactamente hacia dónde vamos.

Mientras tanto, el fantasma de los curtailments (electricidad que no se aprovecha, ni por tanto se paga) a las renovables sigue creciendo en España. Estos excesos de electricidad inaprovechable llevan a momentos en los que el precio de la electricidad mayorista es nulo o incluso negativo. Un problema por el que ya pasó Alemania en 2016 y Australia en 2020, y que en ambos casos supuso un parón de su despliegue renovable. Es un síntoma adicional de los problemas que tiene que intentar mantener a ultranza un modelo de hiperelectrificación de la sociedad sin tener realmente las soluciones tecnológicas requeridas.

Inacción climática: La COP28, celebrada este año, ha sido absolutamente decepcionante, incluso para los que no esperábamos realmente nada de ella. Para intentar poner en valor el completo fracaso de esta cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se dice que por primera vez se ha reconocido que los combustibles fósiles causan el Cambio Climático. Por lo demás, ningún compromiso concreto para la reducción de su uso, mientras el planeta camina desbocado a una alteración climática profunda y las emisiones de CO2 de este año llegarán a máximos históricos.

Los gobiernos de los países occidentales señalan como culpables de la falta de un compromiso sobre la eliminación de los combustibles fósiles a los países productores, intentando soslayar que para acabar con el comercio de los combustibles fósiles se puede, sí, actuar a nivel del vendedor (ellos), pero también a nivel del comprador (nosotros). Por otra parte, ¿qué solución tecnológica estamos ofreciendo para la transición? En realidad, ninguna. La única solución realista pasa por la reducción del consumo. Pero, ¿cómo vamos a querer que ellos abandonen los combustibles fósiles si no damos nosotros primero ejemplo de austeridad en su uso? En fin, todo es un despropósito.

El clima del planeta entra en terreno desconocido, incierto y angustioso: Con una probabilidad de más del 99%, este año cerrará con una temperatura 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales, que era el objetivo a no rebasar el año 2100 en  el Acuerdo de París. Aún no se puede dar por perdido el objetivo de no sobrepasar el +1,5ºC, ya que seguramente parte del calentamiento observado este año sea de carácter temporal (en particular, por ser un año El Niño).
Sin embargo, mirando la evolución de los últimos años da la impresión de que se está produciendo una aceleración del calentamiento y por eso mismo científicos como James Hansen consideran probable llegar a un calentamiento persistentemente por encima de +2ºC para el año 2050. A mi, sin embargo, la gráfica que más me preocupa es la de la enorme subida de la temperatura de la superficie del mar.

El mar es la componente lenta del sistema climático, y ahora mismo sube a un ritmo sin precedentes (para quienes se interesen en los detalles numéricos, la curva de este año está a más de 6 desviaciones estándar de la media del período de referencia, 1982-2011, los 30 primeros años en los que tuvimos temperatura medida por satélite – y quién sepa de estadística entenderá por qué eso es tan alarmante). Peor aún: el comportamiento de la temperatura superficial del mar indica que está en una tendencia creciente que no parece querer abandonar. A mi personalmente me quita el sueño, por muchos motivos. Entre otros, porque el mar, siendo como es un gran reservorio de energía, favorece la formación de tempestades cada vez más violentas y otros fenómenos extremos.

Proliferación de eventos extremos: Escojan lo que quieran, que el año ha sido prolífico. Masivos incendios en Canadá, la tormenta Daniel arrasando primero Grecia y luego Libia, el huracán Otis destruyendo Acapulco, y así un largo etc. con tragedias no tan grandes, como Cirian, Domingos, la dana de Madrid, las inundaciones en Oriente Medio o los tornados en diciembre en las islas británicas. España ha salido relativamente bien parada del desastre que asuela medio mundo, aunque aquí la sequía no cesa y puede acabar volviendo inhabitable la costa mediterránea y particularmente el lugar donde yo vivo.
Mientras los cuñados se ensueñan con memeces acerca de manipulación climática y chemtrails (un mito de más de 20 años de antigüedad e interpretación mutable: hace 12 años era que se usaban para la manipulación mental), en el mundo real tenemos 29 grados en Málaga en diciembre y la avena que ha sembrado mi suegro (y tanta otra gente en España y en buena parte de Europa) no crece. Todo normal y bien.

Masacre de Gaza: No bastando con el matadero ucraniano y de las otras 17 guerras que asuelan el planeta y de las que nadie habla, una salvajada indiscriminada del grupo armado palestino Hamás ha servido para desencadenar una salvajada indiscriminada aún mayor por parte del Estado de Israel. Se destruye pública y sistemáticamente la Franja de Gaza y de manera menos pública pero igualmente sistemática Cisjordania, mientras la mayoría de la opinión pública internacional mira perpleja, pero nadie reacciona. Nadie, salvo la facción hutí de uno de esos conflictos olvidados, la guerra de Yemen (otro genocidio, en realidad). Ya me quedan pocas palabras para explicar la náusea y el desaliento que me embargan.

Más problemas para la cadena de suministros: A las dificultades de abastecimiento asociadas fundamentalmente a la escasez de diésel se le están uniendo las limitaciones de los dos pasos marítimos más importantes para el comercio mundial: el canal de Suez y el canal de Panamá. En el caso del primero, las milicias hutíes de Yemen han decidido atacar todos los barcos que tengan como origen y destino Israel. Esto ha generado un considerable caos y la decisión de grandes navieras como Maerks, o petroleras como BP, de suspender temporalmente su tránsito por el mar Rojo y por tanto por el Canal de Suez (y una oportuna respuesta militar coordinada por los EU quien de facto gana el control de esta crítica área).

Esto está originando unos sobrecostes muy importantes en el transporte marítimo, ya que la alternativa para comunicar Asia con Europa es rodear África, como se hacía hasta el siglo XIX. El otro canal importante, el de Panamá, está sufriendo severas limitaciones de tránsito debido a la escasez de agua, y es que a pesar de ser Panamá un país tropical, estos años está lloviendo menos y con la ampliación del canal éste requiere más agua para el rellenado y vaciado de esclusas. En este caso, la manera de comunicar marítimamente el Pacífico Oriental con el Atlántico Occidental implican rodear América del Sur, incrementando enormemente la longitud de los trayectos y, de nuevo, su coste. La combinación de las dos crisis del transporte marítimo, junto con la escasez general de combustibles, garantiza un repunte importante de la inflación y mayores problemas en la cadena de suministros a los observados hasta ahora.

Represión ecologista: Este año se ha caracterizado en los países occidentales por un considerable incremento de la represión de los movimientos ecologistas que abogan por la protesta no violenta. En Francia, el gobierno ilegalizó el movimiento Les Soulèvements de la Terre en mayo, motejándolo de «ecoterrorista», una decisión que fue revocada por su Tribunal Constitucional unas semanas más tarde.

En España ha habido varios eventos destacados: la apertura del juicio oral contra 15 activistas de la Rebelión Científica, con petición de penas de cárcel por haber pringado las escalinatas del Congreso de los Diputados con un líquido biodegradable conocido bajo el alias de «zumo de remolacha»; el informe anual de la Fiscalía General del Estado, que en su primera versión consideraba Rebelión o Extinción y Futuro Vegetal como grupos «ecoterroristas» (después enmendada en medio del escándalo que suscitó tal calificación) y en las últimas semanas la detención masiva de casi una treintena de miembros de Futuro Vegetal bajo la acusación de formar parte de una organización criminal (después puestos en libertad pero con cargos).

En el Reino Unido, la represión ha subido varios puntos con el encarcelamiento de diversos activistas por acciones tan disruptivas como desplegar una pancarta o filmar a activistas mientras ejecutaban una acción de protesta pacífica. En Alemania, varios activistas (algunos españoles) han sido condenados a fuertes multas por protagonizar un acto de protesta en un concesionario de coches. En medio del verano más caótico en lo que a eventos climáticos en Europa se refiere, el acento se está poniendo en acallar a los grupos que de forma no violenta denuncian la gravedad de la actual inacción.

El decrecimiento en el debate público: En mayo, se celebró en la sede del Parlamento Europeo un congreso sobre decrecimiento y post-crecimiento, con discurso inaugural de la presidenta del Parlamento y de la presidenta de la Comisión Europea, con una asistencia de 1.600 científicos y activistas de toda Europa. Un evento de gran importancia que fue sistemáticamente silenciado por los grandes medios de comunicación. Y es que hablar de decrecimiento aún incomoda a las instancias oficiales, a los poderes económicos y a quienes las representan. A pesar de lo cual, para sorpresa de todos, la reina Letizia decidió sacar el tema, y muchos otros de gran calado en la discusión de nuestros problemas de sostenibilidad, en un seminario sobre periodismo y comunicación que ella presidía. Un gran hito en la normalización del inevitable debate sobre el decrecimiento.

 

Este año fue también el del acoso sistemático por parte de un partido político español a los académicos que hemos osado hablar del decrecimiento, tabarra en la que afortunadamente han decidido de momento cesar, pero éste es un tema del que prometí no volver a hablar.

Y con esto concluyo el repaso de este intenso 2023. En el siguiente post hablaremos de las previsiones para 2024.

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