The Oil Crash: Predicciones para 2024

New Year 2024 replace 2023 on the beach.
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Cada año a finales de diciembre enunciamos desde este blog las previsiones para el año siguiente. Es una cita a la que siempre he acudido excepto el año pasado por razones de fuerza mayor que me costó remontar bastantes más meses de lo que yo me pensaba. El caso es que ahora vuelvo a estar presente en el blog y quería, una vez más, enunciar las líneas maestras que yo creo que definirán el año que viene.Como siempre (y posiblemente con mayor motivo que siempre, por razones que ahora explicaré), debo empezar con una nota de descargo. Como es obvio, resulta muy difícil saber qué pasará en un período tan relativamente corto como son 12 meses y fijándose solamente en los aspectos que conozco mejor, que son los que definen la crisis de sostenibilidad de nuestra civilización y particularmente la crisis energética. Existen multitud de factores, más allá de los meramente energéticos y materiales, que condicionan el devenir de los acontecimientos y más aún la desigual repartición de los recursos y los problemas; y aunque en líneas generales uno puede intuir la tendencia general que sigue la sociedad, es completamente imposible hacer una predicción precisa y menos a tan corto plazo.

El único interés de hacer este ejercicio no es tanto acertar lo que finalmente va a pasar como imaginar escenarios de futuro que puedan corresponderse a esas tendencias, con el objetivo principal de reconocerlos y evitar así los más negativos. Por ello mismo, nunca cabe esperar que se sigan los peores pronósticos, e inclusive, haberlos trazado debería de servir de guía para evitarlos, o en su caso contrarrestar esa manida excusa de nuestros gobernantes, la de «nadie lo vio venir». Así pues, nadie espere encontrar aquí una respuesta clara y precisa a lo que de seguro va a pasar en los próximos 366 días, y sí el enunciado de los riesgos mayores que podríamos afrontar en el próximo año, fruto de nuestra conducta indolente pero no estando exentos de las veleidades del azar.

Esta nota de descargo es este año de tanto más pertinente que se está haciendo lugar común en la trollesfera acusarme a mi de hacer «predicciones fallidas», cuando en su mayoría este blog habla solo de tendencias y riesgos, no de certezas y vaticinios. En realidad, estos trolls son incapaces de sustanciar «en qué me he equivocado», y eso que de seguro hay muchas cosas que he dicho en estos 13 años de singladura que no son correctas.

Como norma general, o dicen vaguedades que son tergiversaciones de mis afirmaciones reales, o bien aluden a un post concreto de principios de este blog, cuando yo solamente estaba empezando a interesarme en este tema, aún no manejaba las bases de datos estándar y simplemente comentaba sobre un artículo de un analista de materias primas llamado Jack Lifton y discutía sus implicaciones sobre un despliegue masivo de coches eléctricos. Lo más cómico del asunto es que ya en 2010 alguien me avisó de lo errado de los números de Lifton y yo escribí otro post, esta vez con datos del USGS, sin que las conclusiones fueran cambiadas en lo esencial, y ese nuevo post lo enlacé al final del que blanden los trolls, sin que nunca se hayan dignado a leerlo.

En fin, esta obsesión en buscar mi descrédito tiene sin duda su origen en el hecho de que, por desgracia, muchas de las tendencias apuntadas en este blog desde hace años se están materializando y están complicando el panorama no solo energético, sino también social; y piensan esos necios que matando al mensajero matan el mensaje.

Quede claro, por tanto y en resumen, que las predicciones que se enuncian en este post son de carácter especulativo y en modo alguno son precisas. Si después de todo esto decir aún viene un troll a acosarme con «errores» de lo que luego diré, estará claro que se trata de un completo gilipollas.

Antes de enunciar las previsiones para 2024, y como siempre, hagamos un repaso de las últimas previsiones que hice, en este caso en 2021 para el año 2022.

  • La CoVid, superada: Esta predicción resultó ser muy acertada. La CoVid sigue con nosotros, pero se ha convertido en un problema de mucha menor magnitud.
  • Los problemas de la cadena de suministros se recrudecen: En líneas generales, previsión acertada: si acaso, el precio de las materias primas no cayó tanto en 2022 como en 2023.
  • Crisis del petróleo: Muy acertada: el precio del barril llegó a 132 dólares y en los surtidores el diésel rozó los 2 euros. Incluso es acertada la previsión de que se pondría más el acento en la necesidad de descarbonizar el transporte.
  • Crisis del gas: Completamente acertada.
  • Crisis de la electricidad: Bastante acertada, aunque no se ha visto ningún corte de luz en algún país de Europa (sí en la China o en la India, como se indicaba).
  • Crisis económica: Previsión esencialmente errónea: no ha habido repunte del paro ni una crisis como tal, gracias sobre todo al influjo de los fondos NextGeneration. Lo que sí que hubo fue alta inflación.
  • Crisis alimentaria: Parcialmente correcta. Sí ha habido una crisis alimentaria global, y algunos esporádicos estallidos por falta de alimentos, pero la inflación alimentaria en España, importante como ha sido, no ha sido tan dramática.
  • Revueltas generalizadas: Sorprendentemente, previsión errónea. Ha habido revueltas y disturbios, pero no a un nivel que llamara la atención.
  • Eventos climáticos extremos: Bastante acertado (ya en 2022 sufrimos muchos eventos extremos) y sería aún más acertado si lo referimos a lo que ha pasado en 2023.
  • Inestabilidad estadounidense: La presidencia Biden es una presidencia débil, pero no se puede hablar de inestabilidad. Previsión errónea.
  • Inestabilidad europea: No es evidente para 2022, pero hay elementos de lo que se decía que sí se han observado en 2023, como el reatrincheramiento nacionalista. Esencialmente equivocada.
  • Inestabilidad española: Más o menos acertada. Y efectivamente Sánchez no adelantó las elecciones en 2022 y lo acabó haciendo en 2023.
  • Creciente confrontación académica: Por desgracia, esta previsión ha sido relativamente correcta aunque no por el lado que se preveía.
  • Cierre de este blog: No se preveía que lo fuera cerrar y obviamente no ha pasado. Se anticipaba que me costaría llevar el blog al día y así ha sido.

Vayamos, pues, con las previsiones para este año:

  • Precios planos del petróleo: A pesar de que el descenso de la producción de petróleo se va a acentuar durante el 2024, el más que previsible descenso de la actividad y la exclusión parcial por la vía de facto de cada vez más países del mercado mundial de petróleo van a hacer que la franja de oscilación del precio del petróleo durante la mayoría de 2024 sea relativamente estrecha, entre los 70 y 100 dólares por barril aproximadamente. Solamente hacia finales de 2024 se podrá observar una aceleración del precio debido a que la caída de la producción de petróleo va a empezar a superar al descenso de consumo. En EE.UU. la producción de petróleo de fracking se mantendrá relativamente estable, sin crecer ni descender mucho, pero la poductividad seguirá cayendo, anticipando que a partir de 2025 el descenso de la producción de fracking va a ser muy acelerado. Pero eso, para las predicciones del año que viene…
  • Crisis del gas: En un plano opuesto se sitúa el gas natural. Su logística se ha vuelto mucho más complicada a nivel mundial sobre todo por los problemas de Europa, cortados los canales directos con Rusia. El precio del gas se va a mantener caro y encima en 2024 estaremos ya muy cerca del máximo histórico de producción de gas natural, lo cual va a complicar aún más las cosas aunque sobre todo a partir de 2026.
  • La producción de carbón continúa a buen ritmo: Durante 2024 se va a manener un nivel alto de extracción de carbón, el más contaminante de los combustibles fósiles, e inclusive se intentará incrementar aún su producción un poco más. No se trata solo de países muy carboníferos como India y China: incluso EE.UU. y Alemania recurrirán más al carbón.
  • La producción de uranio se desploma: Por el contrario, la geología muy desfavorable del uranio va a acentuar la actual caída de su extracción: en 2022 la extracción anual de uranio fue un 23% inferior al máximo de 2016, y es previsible que cuando conozcamos los datos de 2023 tengamos alrededor de un 4% adicional de caída. En 2024 no se van a producir mejoras sustanciales en la extracción de uranio y, peor aún, la delicada situación de la extracción en el primer productor mundial, Kazajistán, donde ya están recurriendo a la lixiviación in situ (básicamente, el método de último recurso para intentar rebañar el fondo de la olla) anticipa que en 2024 se puede producir otra gran caída de la producción mundial de uranio (aunque esos datos no los tendremos hasta junio de 2025). En este contexto, el futuro de las centrales nucleares en España parece estar bastante sellado.
  • Revueltas por escasez de combustibles: Los faltante de combustible son ahora moneda común en muchos países de Latinoamérica y África. Durante 2024 estos problemas se van a extender a más países y se van a agravar en los que ya están presentes. Esto va a crear una creciente inestabilidad política global y encima va a favorecer una mayor inflación en ciertas materias primas y problemas de aprovisionamiento en la cadena de suministros. Aunque no es previsible que falte combustible aún en Europa, sí que puede haber problemas de escasez de algunas materias primas, particularmente metales y alimentos.
  • Nuevas guerras: La creciente escasez global favorecerá el estallido de guerras civiles más o menos abiertas, y verdaderos conflictos a gran escala entre países. Esto puede ser particularmente grave, y llevar a situaciones de tipo Cisne Negro si algún actor importante en el sector energético se ve implicado. Se tiene que prestar una especial atención a Argelia y Nigeria por ese motivo. Combinado con las revueltas antes mencionadas, estos conflictos tienen el potencial de detener algunas cadenas de suministros globales.
  • Fin de la guerra en Ucrania: En un clima de agotamiento económico, material y moral, la guerra de Ucrania llegará probablemente a su fin durante este 2024, e incluso me atrevería a decir que durante los primeros meses del año. Nadie gana realmente en una guerra, pero en este contexto se podrá considerar que la victoria es rusa. En realidad, más que una victoria rusa es una derrota europea. Y en cierto modo es también una victoria estadounidense. El fin de la guerra abrirá el camino para un reestablecimiento paulatino de las relaciones de Europa con Rusia, pero ya nada podrá ser como antes. Europa queda más aislada y más desvalida.
  • Recesión económica profunda en Europa: El precio de la energía y de las materias primas continúa siendo un lastre para la economía europea. Encima, los planes de reindustrialización (con el Green New Deal como bandera) no están funcionando como estaba previsto. Por todo ello, los países más potentes industrialmente (Alemania y Francia) van a ir renqueando durante ese año. Técnicamente no tendremos recesión todos los trimestres, pero los crecimientos serán exiguos y las caídas más pronunciadas. En general, habrá más paro y menos renta disponible. En España, se comenzará a notar el problema en la campaña de verano, cuando vengan menos turistas europeos y gasten menos en general, pero mientras siga llegando el chorro de dinero de los fondos Next Generation (teóricamente, hasta junio de 2026) el impacto va a ser más pequeño (pensemos que el total de los fondos asignados a España equivalen al 10% de su PIB).
  • Crisis de desindustrialización: Con todo, lo más grave de lo que está pasando en Europa a nivel productivo es el proceso de desindustrialización, con cierres masivos de fábricas. Europa está perdiendo la capacidad de hacer. Y todo el músculo industrial que pierda ahora costará mucho recuperarlo después. El problema de fondo es que se sigue apostando por un modelo desarrollista y crecentista, que es suicida e inviable. Se está viendo sobre todo en el sector de la automoción, en el que la transición al coche eléctrico no está funcionando en Europa y las marcas europeas pierden pie delante de modelos más baratos (y sin duda peores) venidos de China. Pero afecta también a la matelurgia, a la química, a los plásticos…

En el año 2024 este proceso de agudizará, así como el malestar del sector industrial europeo por la falta de propuestas efectivas por parte de los estados. El recurso a lanzar más dinero parece estar cerrándose ya, con la retirada progresiva de los diversos paquetes de estímulo, simplemente porque se duda de su efectividad en un período de inflación estructural causada no por el recalentamiento económico, sino por la verdadera escasez. Al mundo político le faltan ideas y al industrial tiempo. Preveo muchas tensiones en 2024 e inclusive algún anuncio drástico, del tipo que una gran empresa europea abandona el Viejo Continente.

  • La eólica da un paso (o dos) atrás: Con el principio del año 2024 tendremos forzosamente que ir al desenlace del drama de Siemens Gamesa. Es muy difícil saber qué va a pasar exactamente, pero la tendencia más clara ahora mismo es la reducción del gasto público, precisamente por el fantasma de la alta inflación. Así pues, es complicado que haya un gran rescate de Gamesa: puede haber alguna ayuda, pero no a la altura de lo realmente necesario. Es previsible que haya despidos masivos e inclusive el cierre de alguna o algunas factorías. En un escenario catastrófico, que yo veo poco probable en 2024, la liquidación de Gamesa (pero atención a eso, porque si sucediese sería un auténtico Cisne Negro para el sector, con consecuencias de largo alcance).

En todo caso, incluso en escenarios más moderados (y más probables), todo el sector va ir al ralentí. Nadie quiere pisar arenas movedizas y acabar como Gamesa. La rentabilidad de la eólica está ahora mismo en entredicho. Así que probablemente vamos a ver una ralentización en la ejecución de los proyectos. Un asunto sobre el que conviene estar muy pendientes es ver qué pasa con los proyectos en los que se prevé la instalación de aerogeneradores gigantes (de 9 MW y más). Mi previsión es que mayoritariamente van a ir más despacio que el resto y es posible que más de uno sea finalmente cancelado.

  • Dificultades crecientes en la gestión de la red eléctrica: Faltando la eólica y expandiéndose la solar, con un gas cada vez más caro y con nubarrones de problemas de suministro en los próximos años (aunque no propiamente en 2024), la gestión de la red eléctrica va a ser cada vez más compleja. En 2024 sigo viendo riesgo de apagones en Europa, sobre todo en los meses de invierno a principios y finales de año, y durante el verano. En España el riesgo sigue siendo muy bajo, aunque con tendencia a emperorar con los años (sobre todo cuando empiecen a cerrar las centrales nucleares, pero nada de eso pasará en 2024).
  • El declive de las TICs: Comenzará como un rumor sordo, algo casi imperceptible. Primero fueron los móviles y ordenadores reacondicionados, después será los tiempos de entrega cada vez más largos, después la descatalogación repentina de algunos modelos. Los servicios por internet se irán haciendo más básicos y más caros. Es un proceso muy largo, que llevará años, y que probablemente aún pase bastante desapercibido durante 2024, pero que poco a poco se irá notando más. Bueno, eso en Occidente: en la periferia global es un proceso cada vez más notable. No haré ninguna previsión específica sobre este tema, pues como digo es un proceso lento, pero quizá se empiece a hablar de ello en algunos círculos especializados. Félix Moreno lleva años estudiándolo y ha escrito una buena colección de libros sobre el tema que quizá les interese consultar.
  • Inestabilidad política: en 2024 hay elecciones presidenciales en los EE.UU., en un escenario que se antoja muy abierto. La presidencia de Joe Biden ha sido muy anodina, y eso favorece a los republicanos, dependiendo también de qué lider propongan. Por inverosímil que pueda parecer, si éste fuera Donald Trump creo que arrasarían. Para los demócratas, su mejor baza sería buscar un reemplazo eficaz para Biden, pero por cortesía política eso no se suele hacer. En todo caso, el año electoral en los EE.UU. seguramente provocará que EE.UU. se centre más en sus problemas domésticos, que no son pocos, sobre todo con la rampante inflación y la pobreza creciente. En cuanto a Europa, el mayor problema es el ascenso del nacionalismo más radical y los grupos de extrema derecha.

En junio se celebrarán elecciones al Parlamento Europeo, y no se puede descartar de que se produzca un fuerte reposicionamiento de fuerzas en el sentido más radical, haciendo la UE en su conjunto más ingobernable y más errática en la práctica. En España, a pesar de la turbulenta investidura de este año, no es previsible que pase nada de importancia. En los asuntos de estado, como ya se ha visto en la reciente votación de la ampliación del puerto de Valencia, PSOE y PP votarán juntos. En resumen, 2024 no será un año tranquilo pero no es esperable que haga ningún gran evento a nivel político.

  • El desastre climático: Sin embargo, todo apunta a que el caos climático no va a dar tregua este 2024. Al contrario, mi impresión es que la situación va a empeorar sensiblemente durante este año. La última vez que se produjo un fenómeno de El Niño (2015-2016) la Tierra empezó a derivar a un nuevo estado climático, con marcados cambios en muchas variables. Ahora estamos en el punto álgido del siguiente Niño, el de 2023-2024, y mi temor es que este nuevo empujón incremente aún más esta tendencia acelerada de inestabilización.

Si la temperatura de la superficie del mar y la del aire a 2 metros sigue subiendo al ritmo que va, 2024 va acabar trayéndonos alguna gran catástrofe climática. No es que no las haya habiado en 2023 o los años anteriores, pero en este caso es cada vez más probable que un país occidental sea quien reciba el castigo. Mi previsión es que en 2024 habrá una sucesión prácticamente continua de eventos extremos con alto potencial destructivo por todo el mundo, y que se pueden producir dos o tres eventos de gran destrucción en zonas concretas, uno de los cuales podría afectar a EE.UU. o a Europa (España incluida).

  • The Oil Crash
  • Cierre de este blog: Veo poco probable que suceda este año. Al contrario, dado que pretendo reducir mis viajes, creo que le dedicaré algo más de tiempo del que le he dedicado estos dos últimos años. Lo que sí que anticipo es que crecerá aún más la mala leche y peor educación que algunos me prodigan, sobre todo en las redes, cabreados como están porque las cosas no salen como querrían y como si eso fuera culpa mía.

A estas previsiones querría añadirle otras dos de índole más personal, y es que sacaré dos nuevos libros el año que viene. El primero, «El final de las estaciones», es un compendio de artículos escritos por Juan Bordera, Fernando Valladares y un servidor y ya publicados en la revista Contexto y Acción. Lo publicará Escritos Contextatarios y saldrá a principios de año. El segundo, en solitario y de título aún por cerrar, versará sobre el debate urgente sobre la reindustrialización de Europa desde una perspectiva decrecentista. Lo edita Destino y se publicará a finales de 2024.

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