UE-Mercosur: un fake-TLC que bien puede ser aplicado “provisionalmente”

 

El tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur fue, quizá, apenas un anuncio político en tiempos de cambios, con una Comisión Europea que se despide, y presidentes sudamericanos necesitados de mostrar algún triunfo, pero lo más probable es que el acuerdo se aplique provisionalmente antes de pasar a su ratificación por instancias legislativas.

El anuncio del acuerdo, cuyo texto no fue dado a conocer, ha creado una enorme confusión entre empresarios, trabajadores y fuerzas progresistas del Mercosur, quien interpretaron que lo anunciado no tiene importancia alguna, ya que el tratado está todavía en el plano de las intenciones, que es “puro humo”.El abrazo emocionado de Dante Sica (Producción) y Jorge Faurie (canciller) al cerrar el acuerdo. Como el de Prat-Gay y Caputo tras pagar a los buitres.

Quizá influenciados por ONGs europeas, afirman -también sin fundamento-  que no hay peligro alguno en lo inmediato  ya que el acuerdo no entraría en vigencia hasta que todos los parlamentos del Mercosur y de Europa lo aprueben, sin contemplar la posibilidad que su aplicación provisional antes de pasar a las instancias legislativas y que ningún TLC europeo ha sido parado por parlamentos.

Más aún, cuando se  generan debates/dudas en el debate legislativo europeo, al acuerdo se lo cajonea, ya que no tienen apuro alguno en tanto ya se está aplicando «provisionalmente». Por ejemplo, el Parlamento Europeo tiene parada la aprobación del acuerdo con Colombia que fue firmado en 2012.

Estos mismos argumentos falaces fueron usados cuando Ecuador firmó el acuerdo con la UE, cuando se desarrolló  un fuerte  lobby europeo y de la derecha. El presidente Rafael Correa aceptó su aplicación  provisional desde enero 2017, para luego de ser aprobado sin dificultad alguna en la Asamblea Nacional con mayoría  abrumadora correísta, con la excusa que no había otra alternativa. Cabe recordar que los parlamentos solo pueden aprobar o rechazar, y no modificar.

El orden del proceso de aprobación del acuerdo arrancó en 1999 con el mandato de negociación, prosiguió con infructuosas negociaciones por 20 años hasta que el viernes pasado se rubricó el mismo por los negociadores. Vendrá ahora la revisión legal por parte de los europeos, donde generalmente se realizan cambios (en el convenio con Canadá, CETA, se revisó el 19% del contenido).

Los europeos esperan que en 2020 se firme el acuerdo de libre comercio por parte de los gobiernos sudamericanos y el Consejo de la UE y a partir de ese acto se puede autorizar inmediatamente la aplicación provisional del tratado. Tras ello llegaría la ratificación parlamentaria: si un país europeo no lo ratifica, el tratado cae (no hay antecedentes de que haya ocurrido). La conclusión formal y la entrada en vigor definitiva, según los planes de la UE, sería para el 2025.

La interpretación de las fuerzas progresistas es que en realidad no se firmó el acuerdo, sino que se definieron líneas generales que benefician en exceso a los europeos, quizá con la ilusoria esperanza de los presidentes mercosureños de conseguir la simpatía de capitales extranjeros para invertir en el país. Lo importante no era el acuerdo, sino hacer el anuncio del “logro histórico” y crear el imaginario colectivo de ello.

Lo cierto es que estamos en  época de la posverdad y de las fake news. Con muy poco seriedad y mucho oscurantismo la Unión Europea hizo el anuncio, donde los supuestos progresos tras 20 años de negociaciones que pueden definir la matriz productiva de los países, se mantienen en secreto y donde los principales beneficiados y sobre todo los afectados (industriales, trabajadores, campesinos), jamás fueron consultados. Nadie sabe de qué se trata, pero igual hay quienes festejan.

Tras la denuncia de los trabajadores y empresarios de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay,  fue la portavoz del gobierno francés, Sibeth Ndiaye, la que anunció que Francia «todavía no está lista» para ratificar el acuerdo comercial. De la parte sudamericana, uno de los motivos señalados en explicar el eventual acuerdo es que los gobiernos responden a los intereses del agronegocio trasnacionalizado, quienes parecen estar seguros de ser beneficiados por el acuerdo con la UE.

El gobierno argentino aplicó un golpe de marketing político con el objetivo de tener algo para mostrar en estos meses de elecciones en un frente que ha acumulado una sucesión de fiascos estrepitosos en estos tres años y medio de economía macrista: resulta grosera la repetición de eslóganes difundidos por la red de propaganda pública y privada acerca del carácter histórico de un acuerdo que no se firmó, señala el analista Alfredo Zaiat en Página12.

El excanciller argentino Jorge Taiana aseguró que “hay mucha opacidad en como negoció el gobierno argentino este acuerdo. Lo que sabemos es que ellos ganan mucho y nosotros ganamos poco: el beneficio de la Unión Europea es diez veces más grande que el del Mercosur: “ellos no bajan aranceles sino que modifican cuotas”. “Hacer un buen acuerdo con la UE sería positivo, pero este es un mal acuerdo. El gobierno anunció este acuerdo, aunque no sea un acuerdo y sea malo, solo por razones electorales”. «Si esto se aplica se termina de destrozar la industria nacional”, añadió Taiana.

El eje de las fuerzas progresistas debe ser la utilización del acuerdo también con fines electorales, sino la de exigir a los gobiernos que pongan en conocimiento público todo lo negociado. Lo que se conoce es parcial y en cuentagotas, sobre todo por comunicados brindados por los europeos.

Es necesario que se sepa concretamente y no a través de información sesgada o rumores lo que se negoció ya que siempre «el diablo está en los detalles», lo que deja en evidencia la falta de transparencia de los gobiernos, que mantienen en secreto la documentación de entendimientos que tienen una gigantesca importancia estratégica para sus países.

No hay lugar a medias tintas: la intención de los fake (algo falso que no es lo que aparenta) news, las mentiras, es la de manipular, engañar, inducir al error, para lograr un rédito económico o político. Algo se avanzó, pero se mantiene en secreto, seguramente porque se trata de una capitulación de los sudamericanos, que los gobiernos del Mercosur saben festejar.

Ni Francia está de acuerdo con el idem

«Vamos a mirarlo en detalle y en función de esos detalles, decidiremos. Por el momento, Francia no está lista para ratificar el tratado», enfatizó la portavoz gubernamental francesa Ndiaye, quien señaló que los países del Mercosur deberán dar garantías a Francia para que ratifique el acuerdo, como ya sucedió con Canadá antes de rubricar su acuerdo comercial con le UE, el llamado CETA. «Hoy no puedo decir que vayamos a ratificarlo”.

El anuncio del TLC desató en Francia un oleaje de críticas. Pero no por solidaridad con el Sur o de la defensa de las sociedades de los países del Mercosur. Agricultores hipersubvencionados y ecologistas fueron los primeros que reacionaron: no critican el acuerdo por el daño que le hace a las economías del Mercosur o la liquidación de la soberanía, sino por el daño que le hace a ellos.

Los agricultores temen por las consecuencias económicas que un acuerdo semejante puede acarrear para su producción agrícola, por las importaciones de carnes y azúcar; los ecologistas porque impugnan principalmente la deforestación del Amazonas llevada a cabo desde hace décadas con la connivencia occidental y aumentada desde que Jair Bolsonaro llegó al poder.

Obviamente, los ecologistas franceses olvidan mencionar la complicidad de las empresas europeas y estadounidensess con esa desforestación, el uso intensivo de pesticidas y fertilizantes en la producción europea y las gigantescas subvenciones agrícolas de la Unión Europea que han sido siempre un instrumento de desequilibrio de los mercados en detrimento de los países productores del sur.

Un informe del mes de abril de este año elaborado por la Organización Amazon Watch acusó a las empresas europeas y estadounidense de participar en la destrucción del Amazonas y, por consiguiente, de contribuir a la destrucción del equilibrio climático del planeta. Nadie habla de la destrucción de los bosques europeos.

El ministro francés de Transición Ecológica y Solidaria, François de Rugy, destacó que una de las «consecuencias indirectas» del pacto es que Brasil se haya comprometido a no salir del Acuerdo de París sobre el clima. Recordó que el tratado comercial «no ha sido ratificado aún» y agregó que el mismo está supeditado a que Brasil respete sus compromisos» en materia ecológica. «No habrá ratificación si Brasil continúa con la deforestación», aseveró De Rugy.

*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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