¡Vivos!
Wilson Tapia Villalobos.*
El título de esta nota es la palabra que últimamente ha estado dando vueltas en el inconsciente colectivo de los chilenos y que seguirá allí por algún tiempo. Los 33 trabajadores de la mina San José aún viven su encierro, a setecientos metros de profundidad.
En la superficie, en cambio, la vida continúa. Las febriles tareas por rescatarlos no se detienen. Pero, a medida que pasan los días, se van apagando las reacciones generosas y emocionadas por saberlos con vida. Es la constante de la existencia de hombres y mujeres, acelerada hoy por el bombardeo mediático incesante. Se hacen visibles nuevamente las miserias, las pequeñeces.
Esa otra parte que es el contrapeso humano a la generosidad, al compromiso, al esfuerzo por hacer el bien para otros.
Y aparece una acepción diferente de la palabra vivo.
Alejandro Bohn (abjo izq.) y Marcelo Kemeny (der.), dueños de la minera San Esteban Primera S.A., a la que pertenecen las minas San José, Barbarita Norte, Barbarita Sur, Ángela y Bellavista, son buenos exponentes de tal calificativo. Ese que significa listo, que aprovecha las circunstancias y sabe actuar en beneficio propio.
Bohn y Kemeny son también vivos. El primero anunció que la situación de la minera es frágil, y otro vivo, el abogado de ambos, Hernán Tuane, planteó que la paralización actual de San José abre la posibilidad de ir a la quiebra. En otras palabras, que los trabajadores, los de abajo y los de arriba, podrían quedar sin sus sueldos, sin sus trabajos y cobrándole sus emolumentos al síndico. Que las labores de rescate tendría que pagarlas el Estado.
No satisfechos con eso, pidieron que la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), empresa estatal, o directamente el erario nacional, les entregara el dinero necesario para seguir operando. Y como saben que su imagen no está muy bien evaluada en el aparato gubernamental, el gerente de San José, Pedro Simunovic, instó al resto de los trabajadores —a los que se salvaron de quedar sepultados— a presionar al gobierno para que no cierren las minas de la empresa. Todas con las mismas o similares fallas en la seguridad.
Una desfachatez, como la calificaron diversas autoridades gubernamentales.
Pero la vida continúa y otros vivos, en distintas áreas, hicieron su aparición. El consuegro del presidente Sebastián Piñera, el empresario Hernán Levy Arensburg (der.), se convirtió en el mayor accionista de Blanco y Negro, empresa propietaria de Colo Colo. Levy es presidente de Cerámicas Santiago, compañía que maneja el 60% del mercado de los productos cerámicos prensados al vacío y de los ladrillos. Hasta ahora su inclinación más cercana al deporte era la afición por los automóviles antiguos.
Al comprar las acciones de B y N, que pertenecían a Gabriel Ruiz-Tagle actual subsecretario de Deportes (24,5%), se transforma en el accionista más poderoso. Y si a eso se suma el 13,77% que tiene su consuegro, no hay contrapeso en la sociedad deportiva. Sin embargo, nadie puede ser tan mal pensado para creer que en esta transacción transparente haya gato encerrado. Sobre todo que Levy dijo: “Ser consuegro del presidente me tiene sin cuidado”.
Por otra parte, no es ningún misterio la cercanía entre Ruiz-Tagle y Piñera (izq.) Y tampoco el hecho que el subsecretario se negó hasta el último momento a vender sus acciones de B y N que, dicho sea de paso, le reportaron US$ 13 millones. Los que puedan ver en esta movida accionaria una especie de enroque carecen de altura moral.
Hay otros vivos.
El propio Presidente de la República logró un gran acierto al vender su canal, Chilevisión, a la empresa norteamericana gigante de las comunicaciones, Time-Warner. Se calcula que la operación reportará al mandatario la no despreciable suma de US$ 155 millones.
Otro vivo es Andrónico Luksic Craig. Por modestos US$ 55 millones se hizo del 67% de Canal 13 TV. Y para manejar el medio se llevó a René Cortázar, quien, como ministro de Transporte y Telecomunicaciones de la administración Bachelet, participó de manera directa en la elaboración del proyecto de televisión digital. Es la norma que pronto revolucionará el medio televisivo y marcará nuevas pautas al mercado chileno en ese ámbito. La torta publicitaria de la TV en 2009 fue de US$ 450 millones. Se calcula que con la TV Digital esa cifra aumentará en un 18%.
Hay otros que sólo se creen vivos. Es el caso del ex ministro Francisco Vidal. Su último aporte: “El Huáscar no se hunde, como dijo el vicepresidente de Perú, ni se devuelve. Esto es tan absurdo como devolver el morro de Arica”. Un vivo de verdad; como el rey Juan Carlos, debería decirle: ¿Por qué no te callas?
Me quedo con la primera acepción de la palabra vivo.
* Periodista.