Eduardo Pérsico* / Europa y una crisis que hasta confunde su discurso.

1.479

En nuestra época tan conflictiva y también en dinámica movilidad, cada asunto se jerarquiza o envilece según el medio informativo que lo enuncie, y ese manejo se hace más evidente ante el avance técnico de la comunicación dentro de un campo donde desvirtuar o acallar algo es parte de su propia normalidad. ¿Y no será que acaso hoy exigimos que comamos todos?

 

En ese ámbito lo dicho ya es sabido y aceptado sin decoro, aunque el origen y la finalidad del periodismo aspirara más a integrar a una sociedad que a diluirla. Un virtuoso proceder que para las corporaciones es una moralina que no merece debatirse en nombre de la libertad de prensa, otra falacia propia de la Sociedad Interamericana de Prensa en todo encuentro que mencione el tema.

 

Sin asombrarnos porque la humanidad ha sufrido tantas postergaciones en la intención de enlazar la historia entre lo nuevo que adquiere el individuo, merece recordarse que la verdad dicha desde el poder ha prevalecido durante siglos y en tanto pocos hechos tienen efectos casuales, la palabra dicha desde un pulpito articula por su fuerza un pensamiento colectivo que malversa cualquier historia. Y en estos meses que castigan a los habitantes de varios países de Europa y alrededores, con ese lenguaje prolijamente enrevesado que usan ciertos locuaces gobernantes, los centros económicos, bancarios y financieros le van notificando la feroz decisión de cobrarle a cada deudor hasta el último euro, dólar o como se llame.

 

Y las líneas de acuerdos duraderos, y hacia algo definitivo, después de muchos meses no han perdido tensión, coronando la obra de un irracional capitalismo financiero sin que una real ocupación de mano de obra productiva la sostuviera. Cada renovación de los prestamistas devino al fin en un virtual engendro numérico poco divertido, y esa ideología en generar dinero sólo invirtiendo dinero los llevó a ese pantanoso terreno donde claudica la dinámica del consumo y la producción; casi nada.

 

En esta contradictoria y enrevesada batalla que augura algunas otras por venir, debaten por estos días además de Italia, Grecia y España, más otros países de nombrada eficacia que deberían desechar ya mismo los activos tóxicos del sistema. Que solían llamarse deudas y que los acreedores financieros con delicadeza verbal evitan mencionar, quizá para no alarmar que sus reclamos irán en línea recta contra cada beneficio social que a través de décadas, consiguieran los habitantes de los países deudores.

 

A saber, una drástica reducción o quita en derechos laborales, gastos de educación, salud, protección a la vejez y otras asignaciones que imprevistamente, dejaron de ser símbolo de un bienestar colectivo para ser consideradas calamidades presupuestarias que ningún país serio debe aplicar. Salvo que para aplicarlas exista una autorización previa de los centros financieros correspondientes que las autorice; y así los desocupados percibirán algún seguro social que en principio y sin dejar de ser incierto, dicho en esos términos pareciera menos doloroso. Y bué, son esas cosas…

 

Ante este panorama no resulta casual entre centenares de opiniones, lo dicho el domingo 1º de julio en el diario El País de España por Martin Wolf, quizá el más influyente editorialista económico del Financial Times que demostrara en principio un crítico asombro ante el escaso capital de los bancos más cotizados para enfrentar la mínima crisis. Así hubo entidades que según Wolf tomaban inversiones a corto plazo dinero para recolocarlas de inmediato a plazos más largos, algo que apuntó como un serio error propio el no haberlo advertido y además no percatarse a tiempo de los ineficientes y discrecionales controles de los bancos en la recolocación de esos activos.

 

Dos defectos que la prensa en general nunca anunció, demostrando de esa manera «que ellos saben muy poco de finanzas y de la economía en general». Y excluyó de esta crítica a tres o cuatro notorios que lo anunciaran, y con preferencia a Raghuram Rajan, joven economista de la India, quien advirtiera dos años antes la debilidad casi suicida de casi todo el mecanismo financiero mundial.

 

Pero, claro, es muy común que los más encumbrados dirigentes de aquí, de allá y del más allá, cierren la tranquera después que se escapó la última vaca. Y que también el cruce de opiniones y críticas mutuas durarán en el tiempo, tal vez tanto duren las oposiciones cruzadas entre los diferentes gobiernos. Y podría ser un ejemplo en estos casos no se allana con declaraciones, la idea de atenuar las grandes presiones comprando bonos soberanos en otras áreas secundarias, una instancia que se anunciara y cuenta ya con la oposición de Finlandia y los Países Bajos.

 

Que no pareciera ser hoy sería una mínima discordia entre los países comprometidos con menos aptitud de refinanciarse, según los referentes ya citados. Y en cuanto en América Latina parecieran oírse algunas resonancias, es hora de repetirnos que en este mundo estamos y nos atañe lo bueno y lo malo que por ahí acontezca, no jodamos.
——
* Escritor.
www.eduardopersico.blogspot.com

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.