Eduardo Pérsico* / Guaracha al corazón

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Esta noche en el Queens cantará Paquito, Rey de la Salsa, se alegra Juana y contonea ante el espejo sus rotundas tetas tucutum tum tum en tanto elige la ropa de atender en su pequeño ‘apartament’ de New Cork, que no era poco. Y en el aguardo de un cliente se embute en sus medias negras, corpiño de sólo encaje y jubón de satén que algo le deja ver, y sus tacones de quitar fácil para bailar descalza según el juego. Así en soledad y contra el duro frío se menea la Juana a puro tucutum tum tum de cuerpo entero, que bien tanto le luce.

 

Buen fin de semana se le promete; acaso caiga nieve y ella se alista para el viejo Robert, infaltable si ya anunció caballeroso que vendría y él, espectador cada semana de su guaracha calentona es de cumplir horario y bien le paga por admirar su cuerpo categórico. Eso que se mira y no se toca y bien disfruta el Robert sólo desnudez cien dólares cada viernes, que pese a yanki ingenuo y frío según se dice siempre, él tanto se renueva ante el tucutum tum tum de la guarachera Juana. Por más hombre maduro de lengua afuera por subir cuatro pisos que cuelga su chaqueta en el asta de una silla y se extiende en la cama desbrozando bragueta en un reflejo ejercitado. De perder la mirada como apreciando el techo pero ya la Juana se enjuagó las axilas de sudor caliente y principia su ritual de calentura;  «y mira chico» le dice en español insinuando in crescendo sus encantos según aprendiera de su abuela la putanga.

 

Se contonea la Juana en lentitud al entornar sus ojos, fantasía de la ceremonia pero ahí mismo recuerda cuánto ayer la adularan en El Patio donde de nuevo esa noche ha de actuar el Paquito. Y a ella tanto endulza esa atención latina donde se dice «la Juana es hembra modelo de publicidad y su inglés ya suena neoyorkino». Si para ella veinte es tuani y ciudad se dice cery aunque no logre su legal documento por más que sea hembra tan deseada por muchos. Que al fin y cada noche pretenden convertir su trago en imperioso semen con ella a cada rato más hermosa según crezca la madrugada, aunque esos mismos tipos bien entienden que con Juana no hay viveza o coraje latino que la puedan si antes no se le paga…

 

Pero ya vamos mi veterano Robert quietecito casi fingiendo mirar el cielorraso que la Juana ya tucutum tum tum bien cerquita y poco atuendo viene haciendo lo suyo, entre cuatro paredes dos espejos y esa cama que con Robert nunca usara, meta y dale tucutum tum mimbreando su lenta guaracha de culo juvenil que con buen contoneo es infalible. Y la Juana se apoya de revés en una silla y de cóncavo despliegue su trasero y esas piernas más largas a favor de oscuras transparencia. Con más su infalible tembleque tucutum tum tum con sus soberbias tetas «que la candela le baja de los hombros a esta geba» repetía su abuela al entrenarla.

 

Ella en ese momento íntegro fetiche para el bueno de Robert y venga Juana humedeciendo su boca diseñada por Dios para inquietar varones, que el hacerse mirar es oficio del cielo y mientras existan obreras malpagadas o sirvientas a miserable precio, lo de Juana es virtud de ser hembra elegida. Tan codiciada en sus tumbeos de guaracha tucutum tum tum que nadie aprende con su primer cliente y cada oficio exige darse tiempo, sí señores. Pero a no distraerse Juana, si ya debes andar de escasa ropa en danza lenta de quitarse quitando breteles que te embretan; y muévete pez perca percanta desbrozando tus escamas de misterio que enciende a cualquier tipo con sólo imaginarte. Así que sigue bailando si esa noche ya te verá el Paquito, Rey de la Salsa, que también prometió documentarla y nunca pudo…

 

Al aire su corpiño y el viejo Robert ya de mirada fija y ella en final de guaracha tucutum tum tum se despedía porque jamás es fácil entibiar el Village a puro contoneo.

—Siento frío, Robert. —Cortó Juana su danza a pelvis descubierta y recién  descubrió una mano del hombre crispada en la camisa. Su guaracha tucutúm tum tum hizo lo suyo pero el buen Robert un yanki tan correcto no era de fingir caerse muerto en un cuarto piso sin ascensor. Un viernes al anochecer en que ya nevaba sobre New York y en un rato actuaría Paquito el Rey de la Salsa.
——
* Escritor
En su «blog» www.eduardopersico.blogspot.com.

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