En Chile todo el mundo está endeudado

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En Chile todo el mundo está endeudado. Esa es cosa sabida, hasta en otros países se comenta, y la gente se pregunta cómo puede ser eso y por qué. Porque en otros lugares de América Latina no pasa lo mismo. Estamos hablando de deudas con las tarjetas de crédito, porque otro tipo de deudas, por ejemplo las hipotecarias, son harina de otro costal y las deudas interpersonales, no son fáciles de cuantificar.
Pues bien, según un estudio hecho por Euromonitor -conocida empresa de investigación internacional de mercados- a mediados de 2014, Chile era el segundo país de América Latina con mayor monto de deuda per cápita en tarjetas de crédito. El primero era Venezuela.
De acuerdo a los datos de esta empresa, a fines de 2014 en Chile había una deuda promedio por persona de 1.524 dólares, cuando en 2009 era de 764 dólares: o sea que en cinco años subió al doble. La ponen en dólares para compararla con otros países. En diciembre de 2014, el dólar estaba a 612 pesos chilenos, por lo que mil quinientos y tantos dólares eran alrededor de 933.000 pesos. Como el dólar ha subido, ahora la deuda sería mayor, pero no se preocupen, que hay que pagarla en pesos. Espero que no hayan contraído deudas en dólares porque entonces tendrían que tirarse por la ventana del décimo piso.
En Brasil la deuda por persona llega a 1.276 dólares, en Argentina a 899, en México alcanza los 465; en Colombia es de 434, y en Perú es 15,4 por persona. Todo muy inferior a lo nuestro.
En Chile el año 2013 había más de 21 millones de usuarios de tarjetas de crédito. De esta cifra,16 millones son tarjetas de casas comerciales y 4 millones, de bancos. En la casa de cada familia chilena se estima que hay cuatro tarjetas de crédito como promedio(1). Otros dicen que son veintinueve millones de tarjetas de crédito no bancarias.

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Y aquí sí que me he llevado una sorpresa. ¿Saben dónde hay el mayor número de tarjetas y por lo mismo, las mayores deudas? En la región de La Araucanía, que se caracteriza por tener uno de los más altos índices de pobreza en nuestro país. Se estima un promedio de cinco tarjetas de este tipo por familia(2).
Yo aquí voy viendo una de las primeras causas de que haya tantas tarjetas en Chile: quienes las dan no son principalmente los bancos, sino las casas comerciales. Estas le dan tarjetas a todo el mundo, no esperan que uno se las pida sino que se las ofrecen a las dueñas de casa, a los estudiantes, a tutti cuanti sin preguntarles si tienen trabajo o cómo las van a pagar. Los bancos son más exigentes.
En México las tarjetas de crédito son fundamentalmente bancarias, y para conseguir una cuesta mucho, te piden montones de requisitos, que acredites tu solvencia y cada día es más difícil. La gente del pueblo no tiene tarjetas, sólo de la clase media alta para arriba.
Basta ver las cifras anteriores para darse cuenta que el endeudamiento de la población chilena es brutal, al igual que los abusos que cometen las empresas emisoras de tarjetas de crédito, y que están llevando a las familias chilenas a una situación de desastre. Y fíjense en las ganancias que obtienen las empresas: a cada una de los 21 millones de tarjetas le cobran en promedio 1.200 pesos mensuales por mantenimiento o comisión, por lo cual las empresas obtienen sólo por este concepto un ingreso mensual de más de 25.000 millones de pesos, cifra que en un año llega a 300.000 millones de pesos, siempre redondeando, porque hasta es un poco más.
En general, las personas no se dan cuenta de las ganancias que en total obtienen las empresas y los bancos, porque sólo piensan en lo que le cobran a cada uno, que no perece tanto y hasta están agradecidas de que les den créditos.

INTERESES USURARIOS
El rubro más pesado para los “tarjetahabientes” son los intereses que les cobran por el solo hecho de conceder un crédito. Las tarjetas se pueden usar de dos maneras: sacando dinero con ellas, lo que se llama “avances en efectivo”, o comprando mercaderías. Los avances en efectivo pueden salir carísimos y son diferentes según las empresas y el tipo de tarjeta. Al respecto, el Servicio Nacional del Consumidor ha establecido lo siguiente: “Se observan tasas de interés diferenciadas para compra en cuotas y avance en efectivo en un 46,7% de las tarjetas incluidas. Los valores fluctuaron entre un 6,48% en compra y avance (Coopeuch), mientras que la más alta fue de un 57,12% en compras y avance (Scotiabank)(3).
La Carga Anual Equivalente (CAE) es lo que se termina pagando al final de un año. Por ejemplo si se compra un uniforme escolar que vale 100.000 pesos, con los intereses y los otros cargos, al final del año se termina pagando mucho más según la empresa y el tipo de tarjeta. Por ejemplo, con la tarjeta Hites se paga 151.629 pesos. Hay otras tarjetas más baratas, pero más difíciles de conseguir.
Por otro lado, si en lugar de comprar una mercancía pides que te den el dinero en efectivo, y te dan 100.000 pesos, lo que tendrás que pagar por este préstamo después de un año, que se llama Costo Total del Crédito (CTC), con la tarjeta Hites será de 166.026 pesos(4). Todo el mundo trata de tener las tarjetas más baratas, por ejemplo las de Mastercard de BancoEstado, y Visa y Mastercard Nacional de Credichile. Pero eso dependerá de las exigencias que te hagan (tipo de trabajo, remuneración mensual, si tienes personas a tu cargo, etc.). Naturalmente sin contar los intereses moratorios que cobran si uno se atrasa en el pago, porque entonces la cosa se pone francamente peliaguda.
Todo esto comenzó en los años 80 debido a la grave crisis económica y a las altas tasas de cesantía -más del 20%- que provocó la dictadura al privatizar la industria nacional, siguiendo las recetas de los Chicago Boys.
No necesito explicar más, porque todos lo conocemos de sobra. Cuando llega el momento de pagar la tarjeta no hay plata. ¿Qué hacemos, le pedimos a la suegra, al cuñado? No, porque ya les hemos pedido. Mejor pedimos un adelanto en dinero con otra tarjeta y así pagamos la cuota de la primera y después se verá: la más vulgar y antigua gimnasia bancaria que ha existido siempre en Chile, pero que antes la practicaba solamente la gente que tenía cuentas corrientes de cheques, porque no existían las malditas tarjetas de crédito que trajo a Chile Sebastián Piñera. Con eso comenzó su fortuna.
Cuando no puedes pagar y ya no tienes de qué echar mano, piensas, como todo el mundo, que te puedes sacar la lotería, que te puede llegar una herencia inesperada de una tía desconocida en España, en fin, lo que soñamos todos.

ENDEUDADOS HASTA EL CUELLO
La cantidad de tarjetas de crédito va aumentando todos los años. Actualmente el 60% del sueldo de los sectores medios y medios bajos está destinado al pago de deudas, pudiendo ser ésta comercial, hipotecaria o de consumo. Lo que hacen las empresas y los bancos con las tarjetas es un abuso absoluto, pero no tiene nada de raro porque los comerciantes y los bancos están para ganar plata y si la gente lo acepta, ellos encantados.
Es importante saber por qué se endeuda la gente. Hay teorías muy complejas, razones sicológicas de todo tipo. Pero como estamos en Chile yo diría que las explicaciones son simples: porque no alcanza la plata y uno recurre al crédito para poder vivir, para comprarle los uniformes a los niños, para pagar el colegio, para comprar un par de zapatos porque los que tiene ya son puros agujeros. La mayoría de la gente en Chile gana tan poco que tiene que buscarse dos o más trabajos, inventar negocios raros, ponerse en las colas de las ferias persas para vender algo. Lo que finalmente siempre queda es recurrir a las tarjetas de crédito, aunque sabes que al final no las vas a poder pagar. ¿Por qué en La Araucanía es donde más se recurre a las tarjetas? No hay que pensarlo mucho: por la miseria, porque es la zona más pobre de Chile.
Y a veces compras cosas que no necesitas, como una pantalla de plasma de 58 pulgadas o unos zapatos con tacón de 20 centímetros que te vas a poder poner una vez, al comprarlos. Porque la propaganda te convence: compre ahora y pague después, ahora es la Pascua, o el Año Nuevo y por qué no aprovecharlos. Total, ya debes tanto que un poquito más no quita ni pone rey.
En fin, que todo esto está bastante estudiado, pero de todos modos vale la pena recapitularlo. Pero fíjense que hay algo que no está tan estudiado: las consecuencias de estar endeudado. Hay estudios sicológicos que se refieren a la falta de autocontrol, miedo a perder la situación social, efecto sobre el sueño, falta de concentración y finalmente, afectación de la salud mental.

CONSECUENCIAS POLITICAS
Esto posiblemente pase también en Chile, pero lo que a mí me interesa, en último término, son las consecuencias políticas que traen estas deudas generalizadas e impagables. Porque tienen tremendas consecuencias políticas. Lo primero que provoca una deuda es miedo, angustia, preocupación que a veces llega a la obsesión. Porque todos sabemos que estamos armando una bola de nieve que al final nos va a arrollar. Tenemos miedo de participar en manifestaciones de protesta porque nos pueden echar del trabajo y entonces sí que no podremos pagar nada. Tenemos miedo de ser dirigentes sindicales por lo mismo. Ya no es el miedo a la dictadura, a los asesinatos, a las torturas, a las desapariciones, es un miedo más sórdido y que carece de grandeza y de heroísmo: es el miedo a que te cancelen la tarjeta, a no poder pagar el colegio de los niños y que éstos se queden sin estudios, a que te embarguen la modesta casita que compraste si no puedes pagar la hipoteca, el miedo a que tu familia caiga en la miseria. Las deudas son paralizantes porque ocupan el 70% de tu atención y de tus preocupaciones y no te dejan pensar en otra cosa(5).
Y así nos tienen amarrados las empresas y el gobierno. Y es una de las formas más cabronas y sutiles de ejercer un control total sobre el pueblo. Por eso nadie hace nada, por eso se permiten intereses usurarios, por eso el Sernac casi no tiene atribuciones y es impotente.
No les voy a decir que no se endeuden porque yo también estoy endeudada y porque sé que lo hacen por necesidad. Lo que cobran en las tarjetas de crédito es un abuso, un gigantesco abuso. Los intereses que cobran en muchas de ellas son intereses usurarios, que están prohibidos en el mundo entero. Lo que hacen es agregar a los intereses gastos de administración, seguros, comisiones y cualquier otra cosa que nadie sabe que es. Entonces, ¿qué hacer? Pues lo que hay que hacer siempre: organizarse, protestar contra las tarjetas de crédito, contra los bancos y las empresas comerciales que las emiten.
Vamos, que si somos muchos no nos va a pasar nada. Exigir, exigirle al gobierno que tome cartas en el asunto, que les ponga límites a estas empresas canallas, que proponga una nueva Ley de Bancos que proteja los derechos de los consumidores, que le dé más atribuciones al Servicio Nacional del Consumidor, que impida los abusos, los intereses usurarios y todos los demás atropellos de que somos víctimas los deudores. Instalemos este tema en la mesa de discusión nacional y verán que salimos todos ganando.

Notas:
(1) Krohne, Walter, “El escándalo de las tarjetas de crédito en Chile”.
(2) Contreras, Lorena et al., “Psicología del endeudamiento: una investigación teórica”.
(3) Sernac.
(4) Sernac.

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