Gabo en los infiernos
Trinó María Fernanda Cabal, al morir Gabriel García Márquez: “Pronto estará en el infierno”. Y, en realidad fue fácil la travesía. No tardó en llegar al Aqueronte. Entregó el óbolo al barquero del Hades-Caronte. Subió a la canoa para atravesar la línea que divide el mundo de los vivos y los muertos. Al acercarse a la otra orilla escuchó un porro de Lucho Bermúdez. Al descender se encontró con Hernando Téllez. Establecieron conversación en torno a Un día de estos y Espuma y nada más. Recordaron al barbero y al militar asesino, al odontólogo y el alcalde-teniente que padecía un dolor de muela. “La violencia encierra el drama del perseguidor y el perseguido. Me habían dicho que usted me mataría. Vine a comprobarlo. Pero matar no es fácil. Yo sé porque se lo digo”.
Después de despedirse de Téllez halló a Juan Rulfo, con una cámara fotográfica, a la entrada del primer círculo del infierno, de nombre Comala. Escucharon la voz de Susana Sanjuan: “Comala levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas, como una alcancía en que hemos guardado nuestros recuerdos”- Y, Pedro Páramo quiere tierras y, desea a Susana. Una conversación: –Él hizo bien las mediciones. A mí me consta.
–Pues dile que se equivocó –Que estuvo mal calculado. Derrumbe las cercas si es preciso– ¿Y las leyes? ¿Cuáles leyes Fulgor? –¿Es Pedro Páramo el dueño, no? Y el abogado defensor de Don Pedro pregunta: ¿Dónde quiere que le deje los papeles? –Déjalos aquí, los quemaré. Con papeles o sin ellos: ¿Quién me puede discutir la propiedad de lo que tengo? Las leyes de ahora las hacemos nosotros”. En su codicia y poder, manda Pedro asesinar al esposo de Susana. Entonces crece la locura de ella. Y, al llegar los revolucionarios al territorio Pedro les ofrece dinero y ayuda en hombres…
Y llegaron al segundo círculo del infierno: Macondo. Espiraba ya el día cuando huían, José Arcadio y Úrsula, de la pesadilla, de tener hijos con cola de cerdo pues no sabían si eran primos. En las sombras del temor fundaron una aldea pacífica. Pero un día llegan el cura y el corregidor y arman la trinca entre la religión y el Estado. Con el tiempo la lucha política hizo presencia entre liberales y conservadores. Mas fueron las elecciones las que dieron origen a las guerras civiles y, Aureliano Buendía participó en muchos levantamientos y guerras que siempre perdió. Mientras tanto, José Arcadio, tumba cercas, se apodera de las tierras y hasta del horizonte. Y vieron. Gabriel y Juan Rulfo, el fantasma: Macondo, la ciudad de los espejos desde la llegada de los inventos hasta el desastre de la compañía bananera. Y. en las calles polvorientas de Macondo encontraron a Onetti. De pronto cuando caminaban hacia la plaza escucharon un estruendo. El ejército, dirigido por Carlos Cortés Vargas, salió en defensa de la United Fruit Company y asesinaron a los trabajadores, que solicitaban servicio hospitalario, abolición del sistema de contratistas, supresión de los comisariatos, aumento de los jornales de los empleados que ganaban un peso diario, habitaciones higiénicas, reparación por accidentes de trabajo, seguro colectivo obligatorio.
Entre recuerdos y aparecidos caminaban Rulfo, García Márquez y Onetti, cuando arribaron al tercer círculo del infierno: Santa María, en la cual, en las afueras, se erigía el Astillero. Preguntaron a un lugareño por Larsen. Hacía poco había vuelto del destierro, por haber fundado un prostíbulo. En el Concejo la mayoría le aprobaron con eufemismos fantásticos el lugar secreto. Desde entonces lo llamaron Juntacadáveres, dada la condición de las mujeres, que fueron a trabajar allí. Si un prostíbulo es una necesidad social para Santa María, es casi seguro que también, de puro, un buen negocio. Si, es muy sencillo. Pero tal propuesta de avanzada comenzó a debilitarse en la cruzada dominical hasta el fin de los siglos. Y la luz del Sagrado Corazón llevó a las buenas conciencias a la cruzada para echarle cerrojo al lenocinio, dado que el rebaño no se podía apartar de la virtud para echar por el camino del vicio. Y arrojaron al fundador del prostíbulo al destierro.
Un día “el olfato y la intuición de Larsen, puestos al servicio de su destino, lo trajeron de vuelta a Santa María”. Bien parece que Santa María ha olvidado los motivos del destierro. En la ciudad se erige la esperanza de llegar hasta los ecos de la primera y segunda revolución industrial y, por ello, Petrus, un industrial ha construido el Astillero. Con esa empresa se lograría la unión con el progreso que pasa por el mar con sus barcos intercontinentales. Así que cuando vuelve a Santa María, pronto Larsen se traslada al astillero. Las puertas de la empresa se le abren, pues al tratar con Petrus se convierte Larsen: Gerente de Petrus Sociedad Anónima. Y así entra Larsen en una ilusión, una mentira más. Al llegar al lugar donde se levanta la ilusión del progreso encuentra ruinas, una realidad sórdida que hunde y atrapa la desolación. Pero, según el fundador de la empresa, ésta a punto de salir a flote. El lugar está lleno de ratas y cucarachas. El subgerente y el técnico desvalijan cuanto pueden y venden la chatarra oxidada, sin que el dueño se dé por enterado. Sin embargo, para Larsen la gerencia representa la oportunidad de darle sentido a la vida.
Y, después de estos tres círculos del infierno, se encaminaron al cuarto…
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