Gloria chilena brilla en el Festival de cine de Locarno

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Continuando su paseo exitoso por los festivales europeos, Gloria, una de las películas latinoamericanas de mayor repercusión internacional en lo que va del 2013, se encontró con el público de la Piazza Grande (Plaza Grande) de Locarno. Es la única producción de América Latina proyectada en el mítico escenario a cielo abierto -con capacidad para 8 mil espectadores-, durante los once días de esta 66 edición (7 al 17 de agosto).

El film del joven director chileno Sebastián Lelio, que en febrero de este año había sido galardono con el premio a la mejor producción extranjera en la Berlinale, llegó a Suiza de la mano de su realizador y de la actriz Paulina García, consagrada en ese mismo festival con el Oso de Plata a la mejor interpretación femenina.

Actuando en el papel de Gloria, con dos hijos adultos, divorciada desde tiempo, quien se confronta a la creciente soledad personal. Espíritu abierto y vivaz, Gloria estructura su vida entre las actividades profesionales y las fiestas nocturnas y diversiones ocasionales, lo que la empuja a vacíos afectivos y decepciones amorosas. En encuentro con Rodolfo, de 65 años y quien acaba de vivir una *ruptura* emocional, pareciera ofrecerle la posibilidad de un reinicio sentimental que, sin embargo, no va a prosperar. El telón cae con Gloria en una fiesta –tal como al inicio-, pero transformada interiormente y dando un salto en calidad en su adultez y nueva libertad en construcción.

Paulina García, magistral

“Fue un rol con algunos planos particularmente difíciles”, explica Paulina García este corresponsal. En particular , cuando “debía protagonizar los momentos en solitario, ya que no es simple asegurar la naturalidad en la soledad y cuando no hay drama pero tampoco se acepta un deambular insípido”.

Y, también “en aquellas escenas de relaciones sexuales, ya que a pesar de mi larga experiencia en el teatro, no es sencillo descubrir su cuerpo ante las cámaras. Y lograr que la desnudez no se transforme en un cinturón de castidad de la creatividad. Evitando que no se convierta en un armadura que esconda la verdad”, reflexiona.

Desde la presentación y los premios en Berlín hasta ahora, “me he dedicado a vivir los momentos de felicidad que este éxito profesional nos ha aportado, de digerirlo, y de gestionar lo mejor posible también las nuevas exigencias: sean los largos y continuos viajes, las múltiples presentaciones públicas o la mirada atenta de gente que en los lugares más remotos logra descubrirme e identificarme como el personaje central de ese film que tanto ha gustado y que sigue haciendo hablar de él”.

Éxito y retorno a Locarno

Luego de nacer en Berlín en febrero del 2013, Gloria se lanzó en mayo en Chile, donde fue un gran éxito y se convirtió en invitada especial en programas de política, de actualidad, y continua aún en cartelera. En agosto acaba de salir en las salas de Alemania. Y se prepara para ser presentada en diversos festivales y ser distribuida en más de 45 países, explica en entrevista exclusiva Sebastián Lelio. Conocido del público suizo por su largometraje anterior, El año del tigre, que participó en la competición internacional de Locarno 2011 en la que ganó el premio del Jurado de Jóvenes.

“Estoy muy emocionado de regresar aquí, uno de esos festivales donde como realizador, actor o espectador cualquiera quiere estar…ya que es un espacio cinematográfico potente”, enfatiza anticipando una reflexión comparativa: “en Chile, mi película anterior la vieron en total unos ocho mil espectadores… La misma cantidad que en una noche verá Gloria en la Plaza Grande de Locarno”.

Y no es casualidad que en el calor del diálogo sus dos últimos largometrajes de entrelacen en recuerdos y valoraciones. “A pesar de ser dos obras muy distintas, tienen mucho de cercanía…son casi productos complementarios”, reflexiona. Gloria no hubiera podido existir si no hubiera sido por la negrura humana de El año del tigre. “Después del cual me propuse hacer un film lleno de vida. Una suerte de celebración a la vida, de un canto a la existencia, que llegara a mayores audiencias y a públicos trasversales”.

“Estoy muy sorprendido y muy satisfecho por haber logrado este sinergia con el público…Ahí donde vamos, la película comunica, conecta…”, puntualiza Lelio.

Seguramente, apunta, porque mucha gente se ve reflejada en lo que vive Gloria. Sus reflexiones, preocupaciones, vivencias propias de todo el que se aproxima a los sesenta años, “en sociedades modernas donde esa edad ya no es más sinónimo de vejez, sino de inicio de otras nuevas etapas de plenitud”.

Un nuevo cine en un nuevo ChileFestival Locarno b Sebastian Lelio y Paulina Garcia foto  Sergio Ferrari

En dos escenas, la protagonista conecta su vida con la realidad social de su país: cuando participa espontáneamente en un *cacerolazo* – protesta ciudadana- y al deambular en medio de una movilización estudiantil.

¿Película puramente existencial o reflejo de una realidad nacional?, preguntamos. “No hay film que no sea político y en este caso quería acercar la lucha personal de Gloria por ser escuchada, respetada y vista, a las movilizaciones de la sociedad chilena por sus propios derechos. Son dos expresiones de una misma conciencia”, explica Sebastián Lelio.

Quien entiende el momento actual brillante del cine chileno, como “resultado de un trabajo de años. Un progreso muy construido, natural, paso a paso, que se piensa a ver a mediados de la década pasada con la aparición de algunas películas que anunciaban que aquí hay algo nuevo que se prepara… Una generación que cambia las formas expresivas, modificando la forma de jugar con el cine, y por ende los contenidos. Se cambia la ética y se modifica la estética”.

Y que asocia a ese novísimo cine chileno -que surge por generación espontánea, sin un programa pre diagramado-, a un proceso histórico-social. “En cierta manera el nuevo cine aparece solo cuando la sociedad lo requiere. Coincidiendo con el fin de los años de dictadura pinochetista y a la reconstrucción de una nueva forma de participación democrática. Este cine es el resultado de veinte años de democracia”, concluye.

 

Paulina-Gloria, mujer-protagonista

A sus 53 años, la Paulina García real, encarna en la pantalla a Gloria, de 58 años. De actriz y directora de teatro, llegó al cine y conquistó, con soltura, naturalidad y autoridad propia, el gran premio a la actuación femenina en Berlín en febrero 2013. Se pasea por Locarno y conmueve al público y a la prensa especializada. “Mi hoy es un torbellino que se llama Gloria y en el que estoy dentro desde hace seis meses, sin casi poder salir, con cambios profesionales, en las prioridades diarias, incluso en la forma en que algunos de mis colegas me perciben”.

“Nunca he pensado que mi rol pueda llevarme a ser *embajadora* de la mujer chilena…Aunque ciertas reacciones admirativas de gente que ha visto la película, sobre todo lejos de mi país, no dejan de sorprenderme…” . Por suerte, precisa, “sin embargo no todo es terremoto. Vivo en mi misma casa; duermo en la misma cama; tengo la misma familia de siempre; mantengo mis relaciones laborales y mis trabajos…Y pienso no abandonar nunca el teatro”.

 

 

 

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